Vender servicios y no productos reduce la obsolescencia programada y fomenta la economía circular
Lo expertos llaman a diseñar las cosas pensando en el momento de desprendernos de ellas, y en acabar con mitos sin fundamento.
21 febrero, 2019 04:24Noticias relacionadas
La economía circular va mucho más allá de tirar los residuos domésticos en el contenedor apropiado, por más que los ciudadanos tengan mucho que aprender todavía de las empresas, que en general son mucho más responsables.
Los expertos reunidos por EL ESPAÑOL concluyeron que es imprescindible que las corporaciones diseñen materiales y productos pensando no sólo en el momento de la compra, sino también en el de desprendernos de ellos, se felicitaron por la introducción de modelos que venden servicios, y no productos, y dieron recetas para contribuir a los objetivos de desarrollo sostenible.
Durante el tercer foro sobre Economía Circular del periódico, con la colaboración de la Fundación Ecolec, Signus y Suez, se plantearon cuestiones clave para el futuro de una economía circular que va a ser fundamental para la competitividad de las empresas.
Se habló de numerosas cuestiones. Desde la importancia de poner en valor los desechos como fuentes de energía, pasando por las trabas regulatorias o legislativas, hasta las dificultades de sacar partido a esos desechos que nunca deberíamos arrojar al inodoro, como las compresas, los palillos para las orejas o los preservativos, y que suponen un 3% de los materiales que terminan en las depuradoras.
La filosofía del residuo
“¿Cuándo un residuo deja de ser un residuo?” fue la pregunta que planteó el director general de Signus, Gabriel Leal. “La cuestión jurídica de cuándo un residuo se ha convertido en producto está por legislar. Ahora mismo, por ejemplo, no se pueden exportar residuos. ¿Qué pasa con los productos para la exportación que se generan a partir de residuos?”, se preguntó. Leal destacó que, al ser la administración uno de los grandes consumidores de este país, debería introducir “criterios de compra pública verde y ecológica”.
Rafael Serrano, director de Relaciones Institucionales, Marketing y Comunicación de la Fundación Ecolec, que se ocupa de la gestión de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), así como los de pilas y acumuladores, advirtió de que, mejor que seguir promulgando leyes que no llevan a ningún sitio, es mejor desarrollar las existentes.
Lamentó, concretamente, que el Real Decreto de 2015 sobre RAEE no se haya desarrollado en los últimos cuatro años y que la industria aún espera. “Espero que no sea Godot y que termine llegando”, bromeó, en referencia a la inmortal obra de Samuel Beckett. “Tiene que existir un registro estatal que facilite un control y una supervisión para castigar a quienes no hacen las cosas bien”, subrayó.
Hizo también un llamamiento para que el sector del reciclaje eduque al ciudadano desmontando falsos mitos, como el clásico “para qué voy a separar si al final lo juntan todo”.
Gustavo Calero, director de RSC, Desarrollo Sostenible e Innovación en Suez, con “veinte años dedicado al agua”, destacó algunos de los proyectos de innovación de la compañía para lograr hitos como ser capaces de reducir en un 90% el CO2 que generan sus plantas por el consumo de electricidad. También señaló que están buscando “cambiar el modelo de las depuradoras” y generar energía “con las propias bacterias del agua residual, que convertimos en biomasa, consumimos y vendemos”.
“Nuestras biofactorías valorizan el 97% de fangos, arenas y grasas en compostaje, taludes de carretera y otras formas”, explicó, quien lamentó que aún no han conseguido valorizar cosas que nunca debería terminar en el agua, ese 3% compuesto por compresas, toallitas, preservativos y palillos para las orejas. Aunque introdujo un rayo de esperanza y destacó que hay proyectos de investigación que apuntan en esa dirección.
También habló de proyectos para limpieza de tuberías que, en lugar de inyectar agua, utiliza hielo. “En Alicante el agua de las plantas la regeneramos y la utilizamos para regar, y es agua de alta calidad que usamos incluso para los los jardines de las guarderías”, subrayó. A su juicio, es imposible “separar economía circular e innovación”.
Nicola Cerantola, fundador y director de Ecologing y divulgador, insistió en que “el ecodiseño es el reto olvidado”. “Basta con entrar en una tienda para ver lo ‘naive’ que somos. Cuántas cosas no necesitamos. Y hay 6.000 millones de personas en el mundo que exigen vivir como nosotros hasta ahora. Eso es insostenible. Hacen falta nuevos modelos de desarrollo y modos de ver la vida”, destacó.
Cerantola lamentó la fragmentación del liderazgo político. “La principal preocupación de los políticos debería ser garantizar que vamos a poder vivir en el futuro”, subrayó. Tanto Cerantola como Leal hablaron que con el reaprovisionamiento de residuos y con tecnologías como la impresión en 3D vamos a poder volver a la artesanía y a la producción local. “El futuro debería ir hacia ir a trabajar menos y disfrutar de la vida. Dar un paseo con tu novia es ya revolucionario”, lamentó.
Serrano, hablando también de ecodiseño, empezó a poner en valor el modelo de la venta de servicios en lugar de productos. “En Países Bajos ya hay modelos en los de pago por uso de la lavadora”, señaló. El modelo de ofrecer servicios en lugar de productos hace que las empresas prefieran que los dispositivos duren todo lo posible y sean más reparables. Cuando HP te cobra un precio mensual por página en lugar de cartuchos, le interesa que la impresora te dure todo lo posible. Cuando Zity, emov, Wible o Car2Go ponen coches en las calles para que los usuarios los compartan, quieren sacarles el mayor partido posible y cambiarlos cada mucho tiempo.
Medir la circularidad
Elena Ruiz, responsable y coordinadora del grupo de acción en Economía Circular de Forética, puso foco en que “lo que no se mide no se puede gestionar, por lo que es necesario ayudar a que las empresas puedan medir su circularidad interna”.
“Hemos generado tanto residuos que hay que hacer algo con ellos. Ahora la empresa quiere empezar desde el principio para hacer un uso eficiente de la materia prima desde que entra para poder generar menos residuos y tener menos complicaciones en el ciclo de vida del producto”, destacó.
Alicia García-Franco, directora general de la Federación Española de la Recuperación y el Reciclaje, lamentó que los ciudadanos no llegamos al 30% de reciclaje de resíduos domésticos, muy por debajo del entorno industrial.
“Se intenta llegar al residuo cero por responsabilidad o porque nos obligan. El futuro es que cada vez haya menos vertederos y eliminación de residuos. El problema es que las empresas tienen un doble handicap: llegamos a valorizaciones de coches del 95%, pero hay una parte residual que no se puede tratar”, destacó.
Manuel Domínguez, director general de Repacar, la Asociación Española de Recicladores Recuperadores de Papel y Cartón, puso la piel de gallina al público al mencionar una de las trabas burocráticas de su sector: ”En febrero de 2019 las empresas tienen que hacer una memoria de gestión en formato txt, que hay que imprimir en papel y que se envía en papel o en cederrón a la comunidad autónoma correspondiente. La predicción a través de big data de nuestros residuos es fundamental. Se puede conocer con exactitud. Y ese es el futuro. Pero no tiene sentido hablar de blockchain y big data si tenemos que comunicarnos con la administración en un formato txt”.
Domínguez admitió que, justo cuando en su industria pensaban que la caída de los periódicos provocaría una caída en el volumen a reciclar, llegaron las cajas del comercio electrónico. En este sentido, reconoció que “es un reto en cuanto a la gestión del residuo del material de embalaje”, aunque hoy afortunadamente en papel y cartón “se logra reciclar el 100% y reintroducirlo en la cadena de valor”. Eso sí, destacó que hay mucho todavía por mejorar, como el tipo de vehículos y contenedores a utilizar.