Los objetivos son ambiciosos, pero no se conseguirán a tiempo en las ciudades si no se toman medidas diferentes a las ya anunciadas. La transición energética es un reto para todo el país, pero lo es más en los lugares donde se cuentan más de 50.000 habitantes. Por eso, las grandes ciudades están en el foco.
No en vano, los municipios de más de 50.000 habitantes concentran el 70% de la población. En estas ciudades se consume el 40% de la energía final del país y son "directamente responsables" del 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), un porcentaje superior al que genera el sector eléctrico. Además, muchas de ellas sufren relevantes problemas de calidad del aire que "ponen en riesgo la salud de sus ciudadanos".
Para tratar de paliar este problema, los municipios firmantes del Pacto de los Alcaldes, iniciativa impulsada por la Comisión Europea, se comprometen a actuar para reducir las emisiones de CO2 al menos un 40% en 2035, además de afirmar que las ciudades deben estar libres de emisiones en 2050.
Un objetivo ambicioso (superior a la reducción del 30% para las emisiones nacionales) que, para ser logrado, requiere inversiones adicionales y planes diferentes a los que ya se han puesto sobre la mesa. Así, según los cálculos recogidos en el estudio Ciudades energéticamente sostenibles: la transición energética urbana a 2030, elaborado por Monitor Deloitte con la colaboración de Endesa, se trataría de una inversión adicional de entre 1.000 y 4.000 euros por ciudadano hasta 2030, en función de la tipología de ciudad.
En Madrid, por ejemplo, siendo una ciudad de gran tamaño y con clima frío, se necesitarían entre 1.500 y 2.000 euros por habitante; es decir, una inversión situada en una horquilla entre 5.000 y 6.000 millones de euros en total.
De los equipos de calefacción a la flota de vehículos
"Las ciudades cuentan con mayor facilidad para conseguir esta disminución de emisiones, debido a que sus principales sectores emisores disponen ya de tecnologías suficientemente maduras para su despliegue masivo", explica el estudio. En concreto, apuntan los expertos, se compensan las dificultades a las que se enfrentan otros sectores, por ejemplo, la industria, el transporte pesado de mercancías o los sectores no energéticos.
¿Y en qué áreas tienen sentido las inversiones? Sistemas de control y renovación de la flota de vehículos, equipos de calefacción y de iluminación... según los autores del estudio de Monitor Deloitte, estas inversiones generarían, después, un ahorro de hasta 2.000 euros por ciudadano, en función de la ciudad, compensando de este modo el coste invertido. Un ahorro que, en teoría, se obtendrían por unos menores costes de consumo energético permiten compensar las inversiones realizadas.
"La mayoría de equipos y tecnologías necesarios ya están disponibles, como el vehículo eléctrico, el transporte público o la bomba de calor, pero es necesario el impulso de las administraciones para su fomento e implantación antes de 2030", apunta Alberto Amores, socio responsable de la práctica de Energía y Recursos Naturales de Monitor Deloitte.
"La transición energética ocurrirá o no dependiendo del avance de las ciudades", declaró el CEO de Endesa, José Bogas, durante la presentación del informe, donde insistió en la necesidad de desarrollar redes de distribución más eficientes e inteligentes y de invertir con fuerza en digitalización de los procesos y formación de personal.
Todo un reto para las ciudades y sus gobernantes para quienes el reloj ha comenzado a correr: la meta ya está marcada.
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