La crisis financiera iniciada en 2007 fue el pistoletazo de salida para la concentración del sector financiero europeo. Un proceso que se vio animado por las políticas monetarias aplicadas por el Banco Central Europeo. Los bajos tipos presionaron a la baja los márgenes y la rentabilidad, obligando a la disminución del número de grupos bancarios, con la creación de ‘grandes campeones’ nacionales que, teóricamente, son lo suficientemente robustos como para pasar las dificultades por sí solos.
Pero la economía no acaba de mejorar, las ratios de rentabilidad siguen siendo bajas y los bancos se ven cada vez más presionados. ¿Esto qué supone? Que la banca siga mirando con buenos ojos la posibilidad de seguir con las fusiones. Incluso, como es el gran deseo del BCE para disparar de una vez por todas la unión bancaria, a explorar la posibilidad de una fusión transnacional entre dos bancos de la Unión Europea.
Por ahora no hay planes de boda, tan sólo algún rumor, pero el runrún sigue estando encima de la mesa. De momento habrá que esperar a que Deutsche Bank y Commerzbank (los dos mayores bancos de Alemania) decidan si se piden matrimonio o no. Sin embargo, cada vez son más las voces que dudan de la idoneidad de apostar por esos grandes campeones europeos. ¿La última en hacerlo? La agencia Scope Ratings, que ha puesto encima de la mesa seis razones para ser escépticos ante ese tipo de operaciones corporativas.
Venta digital
La agencia recuerda que uno de los principales problemas que tienen ahora mismo los bancos es su adaptación a la era digital. “En lugar de fusionar su modelo de distribución, deberían invertir en su capacidad digital” comprando fintech o construyendo su propio ecosistema.
A su juicio, un proceso de fusión -sobre todo cuando el comprador es extranjero- puede ser “traumático” para la capacidad nacional del adquirido. E insiste en que, actualmente, se pueden acceder a nuevos clientes y nuevos segmentos de negocio “gracias a plataformas digitales de distribución”.
También recuerdan desde Scope que la distribución de los productos también se puede hacer vía digital, algo que cada vez es más aceptado por los clientes. Por tanto, la apuesta por “las oficinas” debe ser cada vez menor.
Otro factor para ser escépticos ante este tipo de fusiones está en la supervisión. Es cierto que se ha avanzado mucho en la regulación europea. También que tanto el BCE como el Mecanismo Único de Supervisión tienen una extensa y compleja red de protección para el sistema financiero. Sin embargo, tanto los banqueros como los políticos desconfían del tratamiento que se dará a sus entidades cuando aparezcan problemas.
Ataques cibernéticos
Para la agencia el problema está, sobre todo, en que aparezcan dificultades en un país y no en otro. Esto hace que los políticos opten por el proteccionismo nacional y no por Europa, por lo que esto hará que se retrase todavía más un proceso de consolidación a nivel de los 27.
El cuarto factor para que la banca española desconfíe de este tipo de fusiones transeuropeas radica en la forma de calibrar los riesgos y los costes que pueden entrañar. La agencia sostiene que la parte financiera es relativamente sencilla de calcular, pero hay otros mucho más complejos. ¿Por ejemplo? La posibilidad de ataques cibernéticos o problemas de mala co nducta por parte de los gobiernos corporativos (antes y después) de la fusión.
Dos motivos que deberían ser “razones crecientes para descarrilar en el futuro” cualquier tipo de matrimonio, ya sea a nivel nacional o transfronterizo, sostiene el informe elaborado por Scope Ratings.
Una de las razones que lleva a la creación de gigantes financieros es que les permitirá reducir el exceso de capacidad de la red. Sin embargo, el informe emitido pone como ejemplo el caso de Francia en donde hay sólo cinco o seis grandes grupos de servicios financieros. Sin embargo, allí sigue existiendo una amplia red de sucursales y, además, “tienen una relación de coste-ingreso por debajo de la media europea”.
Por último, la banca debería poner en cuarentena este tipo de fusiones porque aunque en grandes procesos de fusión podría ayudar a mejorar la rentabilidad de la banca de inversión, no aportaría grandes sinergias a la banca minorista. Sin embargo, sí se ha comprobado que durante la crisis fue la banca retail la que pasó mejor las dificultades frente a aquellas que se dedica a la parte más financiera.
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