A perro flaco todo son pulgas. Es lo que deben pensar en el Partido Popular, donde el equipo de Pablo Casado tendrá que hacer frente en las próximas semanas a otro problema más allá de la debacle electoral: la caída de los ingresos, fruto de la caída de escaños en el Congreso de los Diputados.
Una situación que va a complicar al PP su futuro y que obligará a los responsables de sus finanzas a lograr el ‘milagro económico’ en su propia casa si quieren evitar problemas económicos. Y es que los 77 escaños obtenidos en las elecciones del domingo complicarán cuadrar unas cuentas que en 2017, las últimas disponibles, registraban pérdidas por 3,4 millones de euros.
En concreto, el Partido Popular obtuvo ese año unos ingresos de origen público algo más de 37,3 millones de euros. De ellos, 18,9 millones provienen de las subvenciones de gastos de funcionamiento que otorga el Ministerio de Presidencia en función de los escaños obtenidos en las elecciones generales.
A esa cantidad hay que sumarle otros 17,5 millones de los distintos grupos institucionales (grupos parlamentarios autonómicos -que en función de lo que ocurra en mayo también podrían reducirse-) y otros 938.000 euros en subvenciones por seguridad.
A falta de conocer qué ocurrirá el 26 de mayo en las autonómicas y municipales que podrían rebajar aún más los ingresos, basta con fijarse en las subvenciones por gastos de funcionamiento. A partir de ahora, el PP percibirá por este concepto unos 10,4 millones de euros, casi la mitad de lo que percibe en este momento.
Los ingresos de origen público son la principal fuente de financiación de los grupos políticos. En el caso del PP superan con creces a los ingresos de origen privado, que alcanzan los 6,6 millones de euros y que también sufrirán un mordisco con los resultados electorales. ¿Por qué? Porque de esa cifra, 4,1 millones proceden de cuotas de afiliados, pero el resto (1,5 millones) son aportaciones de los cargos públicos que, si se reducen, abonarán menos a las arcas del partido.
Con este difícil panorama, el PP de Pablo Casado tendrá que hacer frente al pago de los gastos. Sólo en nóminas, los populares tienen que hacer frente cada año a 21 millones de euros que perciben las 451 personas que están contratadas directamente por el partido.
Deudas a largo y a corto plazo
Pero es que a esa cifra hay que sumarle las deudas de la formación, que alcanzan los 24,8 millones de euros. Una cifra que -aunque abultada- es sensiblemente inferior a la de un año antes, cuando alcanzó los 38,2 millones de euros.
De los 24,8 millones que el PP tenía en deudas con los bancos en 2017, 21,6 millones de euros lo eran a largo plazo. Corresponden, en su mayoría, con créditos hipotecarios. El Santander es la entidad a la que más dinero debe la formación de Casado, fruto en buena medida de las hipotecas heredadas de Banesto y Banco Popular.
El crédito más elevado corresponde a un hipotecario con Banesto de 37 millones, de los que restan por pagar algo más de 13,4 millones de euros. Vence en 2036 y tiene un tipo de interés de euribor +0,8% y que tiene como ‘prenda’ la sede de Génova. En créditos concedidos por el propio Banco Popular tiene pendientes poco más de 59.500 euros, fruto de un préstamo de 900.000 euros que vence en 2020.
Otras entidades como Caixabank, el BBVA, Caja Duero o Abanca también tienen créditos hipotecarios con el Partido Popular a largo plazo.
Lo más complejo es hacer frente a las deudas a corto plazo. Alcanzan, según las cuentas de 2017, los 3,1 millones de euros. Aquí se mezclan vencimientos de préstamos hipotecarios con algunas pólizas de préstamos y créditos. También un préstamo del Popular para las elecciones autonómicas de Cataluña, en 2017, por 430.000 euros.
¿Cómo cuadrará las cuentas el PP? Ésa será la segunda derivada a la que tenga que hacer frente Casado tras estas elecciones. Afortunadamente tiene un patrimonio inmobiliario lo suficientemente extenso como para tratar de paliar los efectos de la pérdida de escaños.
¿Veremos el cartel de ‘Se Vende’ en Génova? El tiempo lo dirá, pero algunos críticos del PP con la etapa de Rajoy ya se mostraron partidarios en su momento de buscar un nuevo edificio para dejar atrás las humedades de la corrupción. Ésta, quizá, sea una oportunidad para hacer borrón y cuenta nueva y lograr, en otra casa, otro ‘milagro económico del PP’.
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