Seis errores que cometen los emprendedores principiantes
- Uno de cada dos emprendedores fracasa con su primera 'startup'
- El triunfo de una idea depende del mercado, los clientes y las gestiones empresariales
Para tener éxito con un negocio es necesario algo más que una buena idea. La probabilidad de fracasar con la primera ‘startup’ es del 50%, según datos del Mapa del Emprendimiento 2018 de Spain-Startup South Summit. Hay muchos factores externos que pueden ser decisivos para impulsar o enterrar el proyecto de una empresa. La escuela de negocio OBS recoge en su informe sobre emprendimiento los errores más evidentes que existen tras el fracaso de los emprendedores más novatos:
1. DAR LA VIABILIDAD DE UN NEGOCIO POR SEGURA
La ocurrencia de una gran idea puede hacernos pecar de exceso de confianza. Pero que nosotros nos hayamos enamorado de nuestro producto no quiere decir que les ocurra lo mismo con los posibles clientes. Se puede dar incluso que no sepan de qué se trata o para qué sirve. Es esencial una buena comunicación. No basta con saber hacer el producto, también hay que que saber venderlo.
2. NO CONOCER A LOS CLIENTES
Hay que saber a quién nos dirigimos, qué necesidades tienen y cómo podemos cubrirlas. Estudiar a nuestro público objetivo es necesario para algo tan básico como saber qué precio están dispuestos a pagar por nuestro producto y así saber si es un proyecto viable.
Este fue el caso de Henry Ford, quien antes de triunfar en el sector automovilístico tuvo que superar algunos fracasos como el de Detroit Automobile.Co, cuyos autos fueron considerados de poca calidad y demasiado caros para los clientes. No fue hasta que lanzó el Modelo T, un vehículo que se adecuaba a las necesidades de los clientes y a un precio razonable, cuando consiguió ganarse el reconocimiento de los estadounidenses.
3. FALTA DE DIFERENCIACIÓN
Tan importante como saber quiénes son nuestros posibles clientes es conocer el mercado en el que nos movemos. Es recomendable analizar la competencia tanto para saber qué están haciendo como para saber qué nos diferencia de nuestros competidores.
El mercado se regula a partir de la oferta y la demanda, pero no siempre de forma equilibrada. Puede ocurrir que un producto sea ofrecido en una cantidad mayor a la demandada. En este caso hablamos de una situación de saturación de mercado.
La solución a este problema puede radicar en descubrir algo que la competencia no ha visto, promocionar la característica sobresaliente de tu producto (su calidad, su historia, su precio o sus complementos), personalizar las ventas y, sobre todo, hacer que sea fácil de entender.
4. GESTIONES ADMINSITRATIVAS
Los números pueden ser tediosos y poco creativos, pero son un pilar básico de cualquier negocio. Ocuparse de las facturas y de los pagos ordinarios es algo que debe atenderse para garantizar el buen funcionamiento de la empresa.
En los proyectos escasos de recursos, la falta de formación en gestión empresarial de los emprendedores provoca que proliferen pequeños problemas cotidianos que pueden poner en peligro el futuro de la empresa.
5. DAR POR SEGURA LA INVERSIÓN DE TERCEROS EN TU PROYECTO
La mala planificación de los ingresos y gastos iniciales por un exceso de optimismo desemboca en una falta de liquidez que muchas veces terminan estrangulando el negocio.
Cuando un negocio está despegando suelen coincidir dos situaciones: hay que invertir una cantidad importa de dinero cuando apenas hay ingresos. Si a esto se le suman los imprevistos del mercado, el emprendedor puede verse en una espiral de gastos que terminen por llevarle a la quiebra sin haber apenas empezado.
Pero la falta de liquidez en la empresa puede atajarse si el empresario logra anticiparse y encauzar su situación financiera antes de que sea demasiado tarde. Una forma de conseguirlo es aumentar el capital inicial para no ahogarse con los gastos del comienzo. También es importante cobrar las facturas lo antes posible para poder disponer de ‘cash flow’.
6. CENTRARSE EN LAS GRANDES CIFRAS Y OLVIDARSE DE LOS PEQUEÑOS DETALLES
Para tener buenos resultados hay que saber cómo funciona el negocio e implicarse en todos los niveles. Pequeños detalles como una buena atención al cliente o unos tiempos de entrega eficientes son los factores que marcan la diferencia con la competencia. Olvidar esta visión más próxima al negocio por estar centrado solo en las grandes ideas o los grandes números supone un error peligroso.