Luis de Guindos se ha convertido en el pepito grillo de las entidades financieras en España. Desde su posición de vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE) tiene como misión vigilar la estabilidad del sistema bancario desde el punto de vista macroeconómico. Es decir, alertar a los bancos sobre los riesgos de posibles burbujas, potenciales excesos en la concesión de créditos, etc.
Las tareas de Guindos vienen heredadas de su antecesor, Vítor Constâncio, quien como vicepresidente del Banco Central Europeo dejó un listón muy alto a la hora de ejercer como banquero central: discreción, escasas valoraciones y, por supuesto, evitando referencias explícitas o implícitas a entidades financieras concretas. Un papel que, sin embargo, no parece haber heredado Luis de Guindos.
En el sector financiero español existe cierto malestar con la actitud que ha tomado el vicepresidente del BCE. Hay consenso en que Guindos está lanzando advertencias que van más allá de lo general y que, unas veces de forma explícita y otras implícita, acaba refiriéndose a entidades en concreto. Normalmente españolas, se quejan. “Nunca habla de bancos extranjeros”, se quejan desde una de las entidades financieras.
Los test de estrés
Recuerdan, por ejemplo, cuando nada más aterrizar en Fráncfort, analizó los resultados de los stress test del sector financiero. ¿Qué hizo? Dividir en tres grupos a las entidades. Así que sin mencionar a ninguna, colocaba en el disparadero a algunas de ellas. Por ejemplo, puso entre la espada y la pared a Santander y Caixabank. Se encontraban dentro del segundo grupo de bancos en el examen de Bruselas. Aquellos que, aun teniendo buenos niveles, tenían “trabajo por hacer”. Peor suerte corría el último grupo, en el que estaban BBVA y Sabadell, quienes “deberían aumentar su solidez y serán monitorizados” por el BCE, dijo.
Sus palabras provocaron un gran revuelo. Tanto que Sabadell y BBVA expresaron su malestar al Banco Central Europeo al sentirse ‘señalados’ por Guindos. Incluso, algunas informaciones de prensa, señalan que el organismo tuvo que salir a explicar ante analistas e inversores que el vicepresidente hablaba desde un punto de vista ‘macro’ y no desde el punto de vista de supervisión.
Y es que las funciones de supervisión recaen en el Mecanismo Único de Supervisión (MUS), en donde Guindos no tiene competencia alguna. Ese terreno está en manos de Andrea Enria, que es su presidente. En su consejo hay un miembro del consejo del Banco Central Europeo que, en este caso, es Yves Mersch.
Prisas al BBVA
Este malestar con De Guindos se ha visto acrecentado en las últimas semanas con el caso BBVA. No se termina de entender que el exministro se pronuncie de forma pública y explícita sobre este asunto. Por ejemplo, en los últimos cursos de verano de Santander organizados por la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE) cuando instaba al banco que preside Carlos Torres a investigar rápido y a fondo el caso Villarejo.
El runrún se volvía a poner en marcha en el sector financiero, insistiendo en que el vicepresidente del Banco Central Europeo debería permanecer neutral y no pronunciarse sobre aspectos que responden, exclusivamente, a temas de supervisión. Es decir, al Mecanismo Único de Supervisión y cuya relación con el banco se produce a través de los equipos desplazados hasta la entidad financiera.
La pregunta que se hacen todos en el mundillo es el por qué Guindos no sigue el ejemplo del resto de miembros del consejo. O el de su antecesor, Vítor Constâncio, que pocas veces se pronunció sobre entidades concretas y, mucho menos, cuando afectaban a temas de supervisión.
Incluso, hay quien habla ya de que la propia Ministra de Economía, Nadia Calviño, o el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, deberían pedir a Mario Draghi que ponga orden en el seno del consejo, y haga que De Guindos se comporte de forma neutral.
El carácter
Los mentideros madrileños, que son muy malos, achacan a varios motivos el comportamiento de De Guindos. El primero, a su carácter: dicen que todavía no se habría amoldado a su nuevo papel -alejado del de ministro y, por ende, político-. El segundo, a su obsesión con la fortaleza del sistema financiero, algo que ya dejó claro durante su etapa al frente del Ministerio de Economía.
Por último, hay quien habla también de la necesidad de “trascendencia” que tiene el exministro, más ahora que se ha quedado fuera de cualquier cuota de ‘poder’ en materia de supervisión financiera. El MUS es presidido por Andrea Enria, y el representante del BCE es Yves Mersch.
Además, Pablo Hernández Cos presidirá la nueva Junta Europea de Riesgos Sistémicos, cuyo objetivo es alertar de posibles burbujas y problemas económicos que puedan surgir en Europa. Por si fuera poco, José Manuel Campa, exsecretario de Estado de Economía con Elena Salgado, se ocupará de presidir la Autoridad Bancaria Europea.
No son los únicos motivos. Desde el sector financiero se habla también de “inquina” hacia el BBVA, fruto de los desplantes hechos por Francisco González durante la crisis: rechazar incorporarse a la Sareb, o no haber contribuido en el rescate a Bankia. Hitos de los que el expresidente del BBVA se enorgullece pero que han quedado guardados en la memoria de De Guindos.
Esa “inquina”, dicen algunas fuentes consultadas por EL ESPAÑOL, provoca que sus críticas acaben arrastrando al resto del sistema financiero. ¿Puede haber algo más fondo? Según con quién se hable dirán una cosa u otra. Desde aquellos que hablan de su interés en expulsar a Torres para colocar a Jaime Caruana, a quienes creen que no hay ningún oscuro interés por su parte, más allá de pasar la factura pendiente.
Sea cual sea la motivación de De Guindos, los banqueros no entienden que el número dos del Banco Central Europeo no se comporte como un banquero central. Algo esencial para mantener la neutralidad del regulador, pero también las tareas de supervisión del Mecanismo Único de Supervisión, en cuya misión se inmiscuye cuando se salta la parte ‘macro’ de su puesto.