En menos de cinco años, tu coche sabrá que eres tú quien acaba de subirse. En cuanto cierres la puerta y te pongas el cinturón empezará a sonar tu lista de Spotify Verano 2024 y el navegador no sólo te dirá qué atajo coger, si no que también te avisará de que más vale que lleves una rebequita porque cuando llegues a tu destino, va a refrescar.
Los coches ya están conectados y Seat ya incorpora Alexa en algunos de sus modelos. Los clientes de la compañía con sede en Martorell (Barcelona) son los más jóvenes del grupo Volkswagen y el 73% de ellos da una gran importancia a la conectividad del vehículo. Por eso, la marca está centrada en dos aspectos clave para el coche del futuro: la conectividad y los servicios de movilidad.
Fabian Simmer, digital officer de Seat, explica en una entrevista en EL ESPAÑOL que aunque “dentro de la digitalización hay cuatro pilares -conectividad, conducción autónoma, servicios de movilidad y electrificación (CASE, por sus siglas en inglés)- Seat es bastante realista”. “Hemos decidido focalizarnos en dos puntos donde queremos marcar la diferencia”, señala Simmer.
En el sector de la automoción se están produciendo dos revoluciones a la vez: por una parte, la movilidad como servicio le está robando el aparcamiento al coche privado; por el otro, el coche ha dejado de ser únicamente un modo de transporte para convertirse en un robot.
¿Un robot? “Yo creo que sí”, afirma Madeline Gannon. Esta diseñadora, artista, programadora y arquitecta de formación diseña en un laboratorio del Mid-West norteamericano -la cuna de la producción mecanizada- formas de comunicación entre robots y personas. Según su definición, un robot es cualquier cosa que tiene una mente y unos músculos mecánicos, por lo que para Gannon, el coche del futuro o incluso del presente, “es un robot, aunque no tenga total autonomía”.
Gannon habla con este periódico después de dar una clase magistral en el Sónar+D el congreso sobre innovación, diseño y tecnología que se celebra cada año en Barcelona en el marco del festival de música. Centra su trabajo en “conseguir que los robots salgan de las fábricas y formen parte de nuestras vidas”, algo, en lo que en definitiva, el coche conectado también está colaborando.
Aunque los robots han formado parte de la industria automovilística desde los años 60, el responsable de la estrategia digital de Seat reconoce que “siempre ha sido un sector muy cerrado, cuando ha habido una solución en el mercado, en lugar de usarla e integrarla nos hemos puesto a desarrollar la nuestra”. Sin embargo, las cosas han cambiado. La compañía acaba de inaugurar el digital lab, un laboratorio de pruebas con simuladores donde se prueban las recetas digitales para el coche del futuro.
Una extensión de nuestro cuerpo
Para Gannon los robots se clasifican en varios grupos: pueden ser criaturas por sí solas, pueden ser colaboradores, pueden ser extensiones de nuestro cuerpo o pueden ser ambientes dinámicos. La diseñadora opina que el coche conectado es una extensión de nuestro cuerpo: “solo puedes recorrer una distancia en ese tiempo si es con un coche”, justifica.
Sin embargo, el coche que imagina Fabian Simmer va más hacia el de un colaborador del conductor. “Los vehículos que saldrán al mercado en los próximos meses tendrán su propia unidad de conectividad, su propia tarjeta sim para habilitar servicios digitales dentro del vehículo”, describe el portavoz de Seat. Los coches que salgan al mercado permitirán al cliente incorporar servicios a la carta gracias a la integración de smartphones.
“El coche ya no es sólo un método de transporte si no que es una experiencia arquitectónica que se parece más a tu casa o a tu oficina y que además se mueve”, explica la programadora.
Movilidad como servicio
Durante su clase en el Sónar+D, Madeline Gannon reta al público a imaginar un robot en su mente: ¿Robotina?, ¿R2D2? El objetivo es demostrar que la televisión y el cine han contribuido al imaginario colectivo de la robótica. Sin embargo, más de un tercio de los asistentes asegura tener una Roomba en casa. Hay algo que el cine y la televisión no habían imaginado “la movilidad como servicio o de última milla”.
La diseñadora cree que “es interesante que nuestra visión de futuro tenga 50 o 60 años y que algo que no pensásemos que iba a existir, como la última milla en la movilidad, es algo que está pasando”. De hecho, se trata de otra de las líneas de trabajo de Seat.
“No vemos la movilidad como servicio como una preocupación, si no como una oportunidad”, asegura Simmer. “La mayoría de nuestros clientes viven en un área urbana y cuando analizan el uso del vehículo, entre el 93 y el 95% del tiempo está parado”, añade. Por eso la marca no quiere “sólo vender coches” y ha creado Xmova, una empresa que se centra en ofrecer esos servicios de movilidad.
Además, en Madrid Seat ha adquirido Respiro para entrar en el sector del carsharing. “También hemos lanzado el patinete eléctrico en colaboración con Segway y hemos cerrado un acuerdo con UFO para que nuestros patinetes se integren en una plataforma de movilidad”, explica como ejemplo el responsable de la estrategia digital de Seat. Minimó es otra de las apuestas, el modelo que presentó la compañía durante el Mobile World Congress dirigido a las empresas de carsharing.
“Estamos creando un centro de micromovilidad para todo el grupo Volkswagen y estamos muy orgullosos de tener una función clara para todo el grupo”, concluye.
Seat ha pisado el acelerador para dejar de ser una compañía que vende coches para convertirse en una marca de movilidad. La conectividad y los servicios son sus grandes apuestas para conseguir que el coche sea un robot que nos hace la vida más fácil.