La vergüenza a volar para no contribuir a la contaminación del medio ambiente es uno de los asuntos que más está afectando al turismo español y que preocupa al sector, según la Mesa del Turismo. Esa tendencia y el impacto de los aviones en la contaminación ha llevado a algunos países, como Francia, a imponer una ecotasas a las compañías aéreas. España, de momento, ha renunciado a aplicar este impuesto, pero en caso de que se impusiese afectaría enormemente a las aerolíneas, principalmente las de bajo coste, como Ryanair.
La aplicación de este impuesto "afectaría negativamente a los resultados de las compañías aéreas, sobre todo a las de bandera local”, explica Luis Buzzi, socio responsable de Turismo de KPMG en España, y también a las de bajo coste.
Buzzi afirma que “en principio, una ecotasa no debería frenar las ganas de los turistas de viajar” pero sí que generará un impacto porque “encarecerá el viaje”. Y es que la demanda de los viajes sí se notará en aquellas empresas muy orientadas a precio. Es decir, las low cost.
El encarecimiento de los viajes provocará “una distorsión en el factor competitivo y obligará a las empresas a tomar decisiones que en ningún caso irán a favor de la generación de riqueza colectiva”, añade.
Se refiere a la creación de un posible entorno de competencia desigual en precios ya que las aerolíneas menos afectadas no tendrían tanta necesidad de repercutirla y podrían mantenerla respecto a las demás.
Contaminación de los aviones
Esta ecotasa nace con el objetivo de financiar infraestructuras de transporte. Sin embargo, este experto no le encuentra sentido. El transporte aéreo es responsable de entre un 2% y un 5% de la emisión de contaminantes a la atmósfera y “está muy lejos de los gases contaminantes que desprende la industria u otros medios de transporte, como el automóvil”.
Además, la industria de la aviación lleva años invirtiendo en técnicas para ser más eficientes y este impuesto puede provocar el efecto contrario al buscado.
Las mejoras en materia medioambiental llevada a cabo por las empresas les ha permitido reducir los costes y, por lo tanto, los precios. Entonces, explica que para compensar estos costes adicionales, las empresas pueden reducir sus inversiones en eficiencia medioambiental ya que el ser más limpias no les aporta ningún beneficio económico a mayores.
Generación de riqueza
Buzzi considera que aplicar esta tasa va en contra de la generación de riqueza. Las tasas finalistas, para que tengan sentido, deben revertir en programas específicos destinados a corregir la disfunción generada por el concepto de la propia tasa.
En este caso, señala el socio de KPMG, “tendría sentido que la ecotasa se aplicara a la investigación y desarrollo de medidas orientadas a disminuir la contaminación de los aviones y a apoyar las iniciativas privadas que se están llevando a cabo para acelerar la eficiencia en este sector".
Si no es así, esta tasa iría en contra del futuro, que es cada vez más global, y perjudicar al modelo “democratizado” del transporte aéreo. Esto llevaría a las personas con menos poder adquisitivo a privarse de este servicio.
Además, si la recaudación se utiliza para mejorar las conexiones de otros medios de transporte, como el ferrocarril, podría no tener el efecto deseado sobre el medio ambiente ya que, como explica Buzzi, “el ferrocarril contamina y la energía necesaria para su funcionamiento no siempre proviene de fuentes limpias".
De esta forma, el socio de KPMG recomienda buscar medidas de diferente índole y más adecuadas que una ecotasa, que puedan acelerarse para conseguir reducir los efectos contaminantes. Para ello, considera que es fundamental que haya colaboración entre las instituciones públicas y privadas.