Todo apunta a que 2019 va a ser un año perdido para el Boeing 737 MAX. Las aerolíneas que contaban con esta aeronave en sus flotas o que esperaban hacerse con él a lo largo del año comienzan a mirar a 2020.
Una situación que va a hacer que el avión, que sufrió dos accidentes mortales a finales del pasado año y comienzos del actual, no pueda ser utilizado por parte de las compañías aéreas durante las Navidades, uno de los periodos clave del año para el negocio de las aerolíneas.
En el sector aún hay confianza en que la aeronave consiga certificarse a lo largo del último trimestre del año. Algunas informaciones señalan a octubre como mes en el que el 737 MAX realizaría los vuelos clave para volver a contar con el visto bueno por parte de las autoridades aéreas para volver a volar.
Una circunstancia que incluso algunas informaciones en prensa estadounidense ponen en duda, aludiendo a supuestos encontronazos entre la dirección de Boeing y los responsable de la FAA. Un supuesto que defiende el Wall Street Journal citando a fuentes del Gobierno y de los sindicatos aéreos estadounidenses.
Hasta en el caso de que esta situación se solucionara y el calendario siguiera los plazos más optimistas, la aeronave tiene muy difícil volver a volar a lo largo de este año. ¿La razón? Una vez certificado el avión, no termina el trabajo.
En el momento que las autoridades de seguridad aérea indulten al avión comenzará un proceso complejo cuyo calendario es muy difícil de predecir. La primera prueba que debería pasar el avión es que el criterio de la FAA fuera compartido por el resto de autoridades aéreas mundiales. Algo que es probable que ocurra pero que, la gravedad de lo ocurrido puede hacer que tanto en Europa como en China puedan pedir pruebas adicionales.
Una vez llegado ese punto comenzará un proceso más operativo que involucrará tanto a las propias aerolíneas como a colectivos profesionales. En lo que tiene que ver con las líneas aéreas, los 737 MAX deberán recibir las actualizaciones necesarias para cumplir con lo dictaminado en la nueva certificación.
Un proceso que no será inmediato
Este proceso puede involucrar desde cuestiones de software a la actualización o cambio de alguno de los sensores de los aviones según ha trascendido. Una vez adaptados los aviones será el momento de volver a hacerlos volar. Los aviones que ya formaban parte de las flotas de las aerolíneas tendrán que pasar un proceso de puesta a punto debido al tiempo que llevan sin operar.
Esta circunstancia provocará que haya que realizar unos trabajos similares a las tareas de mantenimiento que un avión debe cumplir regularmente. Unas tareas, que en este caso serían muy profundas, y que involucran desde los motores del avión a todos los servicios a bordo como los circuitos eléctricos o la ventilación.
En paralelo a este proceso en cada país y casi en cada aerolínea se prevé otro elemento que puede generar fricción: los pilotos y los trabajadores de cabina. Estos colectivos van a tener un papel clave a la hora, no solo de que el avión vuelva a volar, sino en devolver la confianza de puertas a fuera de las aerolíneas.
En la parte teórica, los pilotos reciben importantes procesos de formación para familiarizarse de forma lo más profunda posible con las singularidades de este avión. Aunque parece que no será necesario que los pilotos realicen horas de simulador y vuelo, algo que alargaría aún más los plazos y supondría un coste a las compañías, será tan importante como actualizar los aviones.
En la parte práctica, las agrupaciones de pilotos y trabajadores que operarán estos aviones tendrán una responsabilidad enorme ya que se convertirán en suscriptores y garantes de la seguridad del avión. La enorme capacidad de presión de los pilotos será un factor clave a la hora de que el gran público vuelva a montar en el avión sin reticencias.
Por último, y muy ligado a esto, las aerolíneas deberán realizar una importante labor en materia de comunicación. La crisis del 737 MAX ha sido la primera de la historia aeronáutica en la que las redes sociales han jugado un papel crucial. Durante los días después del segundo de los accidentes mortales sufrido por este avión, miles de usuarios preguntaron en los perfiles en redes sociales de las aerolíneas si su avión era de la misma familia que los accidentados. En su vuelta a los aires las compañías aéreas deberán realizar un ingente trabajo a la hora de transmitir seguridad a sus clientes.
En definitiva, pese a que el 737 MAX encara la recta final de su calvario, las aerolíneas aún están lejos de poder volver a operar esta aeronave. El avión que nació para generar grandes ahorros operativos a sus clientes por el momento les ha costado importantes pérdidas. Una circunstancia que todo indica se mantendrá. Por lo menos, hasta que pasen las próximas Navidades.