“Antes muerto en una cuneta que volver a pedir a Bruselas una nueva extensión del brexit”. Así de rotundo se expresaba esta semana el primer ministro británico, Boris Johnson, tras haber perdido cuatro votaciones en el Parlamento para intentar sacar adelante su posición en torno a la salida de Europa del Reino Unido: sin acuerdo y el 31 de octubre.
Su objetivo ahora es ir a elecciones el próximo 15 de octubre, pero para conseguirlo necesitará el apoyo de los parlamentarios. ¿Y qué le exigen? Que llame a Bruselas y pida un aplazamiento del adiós a Europa para ganar tiempo y volver a negociar. Así que, a la espera de lo que suceda en los próximos días, ya se puede echar cuentas de la ‘patada’ que el ‘loco’ brexit de Johnson le puede costar a España.
Un adiós del Reino Unido a Europa sin acuerdo tendrá un efecto inmediato sobre la economía española, que es “difícil de prever”, dice la representante de CEOE en Bruselas, Patricia Cirez. En cualquier caso, afectará a su bolsillo y en el mío. Así, para empezar, 70.000 puestos de trabajo están en juego, según los cálculos de un estudio realizado por la Universidad Católica de Leuven. ¿El motivo? La afección que tendrá a las relaciones comerciales entre ambos países, lo que ocasionará que varios sectores se vean afectados.
El primero, y más evidente, el turismo, dado que Reino Unido es el principal mercado emisor. Los últimos datos indican que la llegada de turistas británicos (en julio) ha caído un 2,17% respecto al año anterior, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Pero es que en lo que llevamos de año ya se han perdido cerca de 120.000 turistas británicos. La propia patronal del sector, Exceltur, hizo un estudio el pasado mes de abril en el que cifró en 1.500 millones de euros el impacto que podría tener un brexit ‘por bemoles’.
No solo la cuantía económica es importante, también el número de turistas: cerca de dos millones menos de personas llegarían a nuestro país. Ese adiós vendrá motivado por la caída en el precio de la libra. Hasta el momento la moneda inglesa ha caído un 7% desde máximos con la mera idea de que la salida fuera abrupta, así que las estimaciones de los economistas dicen que de producirse en realidad la caída será todavía mayor. Por tanto, a los visitantes ingleses se les encarecerá venir a España a tomarse unas cañas durante las vacaciones o el hecho de venir a vivir a la playa tras la jubilación.
Esto tiene otra consecuencia inmediata. El sector de la vivienda. Muchos británicos tienen casa o compran casa en nuestro país para pasar sus vacaciones o quedarse a vivir. El Colegio de Registradores asegura que el porcentaje de ciudadanos del Reino Unido que compran viviendas en nuestro país ha descendido cerca del 13,8%. En cualquier caso, siguen siendo los principales compradores extranjeros de casas en nuestras costas.
Otros sectores
Los cálculos del economista José María Rotellar estiman que la producción de casas podría contraerse en un 1%, con un impacto negativo de unos 600 millones de euros y afectar a algo más de 12.000 puestos de trabajo.
Si Johnson (o un futuro Primer Ministro) decide ejecutar un brexit sin acuerdo, habrá serios problemas también para las empresas. Un informe de la Cámara de Comercio de España en Londres cifra que las empresas españolas se juegan 77.000 millones de euros. Es la cantidad que tienen invertida en este momento en el país, y generan más de 120.000 puestos de trabajo. No sólo por los problemas que se generarán en Reino Unido fruto del caos que ocasionará un brexit sin acuerdo; también porque el país quedará fuera de los acuerdos con Europa y bajo el paraguas de los tratados de la Organización Mundial del Comercio con todo lo que ello supone.
En el momento en el que se produzca el adiós se establecerán aranceles a los productos que se importen desde el Reino Unido. Una situación nada beneficiosa si se tiene en cuenta que los británicos nos compran unos 38.746 millones de euros, según datos del Icex. El Banco de España va un paso más allá y, en su informe Brexit: balance de situación y perspectivas, refleja que “aproximadamente un 70% del efecto total tendría en el comercio bilateral”, el mayor impacto.
Las estimaciones del regulador indican que una salida desordenada tendrá un efecto sobre el PIB de un 0,82% en cinco años; es decir, unos 10.000 millones de euros. El consumo caería un 0,4%, mientras que las exportaciones descenderían un 2,65% (cálculos de Crédito y Caución destacan que las exportaciones de España a Reino Unido tendrían un arancel del 4,3%) fruto del encarecimiento que tendría para los británicos adquirir productos en moneda europea. No así en el caso de las importaciones, que caerían sólo un 1,78%.
Si se analiza por sectores, el agroalimentario y la automoción serán los más afectados, según el Banco de España ya que suponen el 50% de las exportaciones. En el caso de los automóviles durante 2018, y con datos de la Secretaría de Estado de Comercio, se vendieron 3.100 millones entre coches y motos. Es decir, unos 300.000 vehículos. Las estimaciones de KPMG dicen que a los británicos importar todos esos coches desde España le podría costar unos 300 millones de euros más, ya que el arancel que se aplicaría podría rondar el 10%.
Fijándonos en el agroalimentario, se trata de un sector que verá cómo las exportaciones de carne de vacuno, cordero, ave y otros productos cárnicos serán gravadas con aranceles. Lo mismo sucede con los productos lácteos y los huevos; e incluso, según cálculos de KPMG, los exportadores de jamón verán cómo sus ventas se encarecen en unos 10 euros por cada 100 kilos de producto.
El sector pesquero también sufrirá las consecuencias ya que se perderá el acceso a las aguas británicas. Aproximadamente las flotas europeas perderán cerca de un tercio de las capturas, y se perderán a nivel europeo unos 6.000 puestos de trabajo, según Javier Garat, secretario General de Cepesca. Ahora bien, es cierto que en este caso los españoles seríamos de los países menos afectados.
Aunque todavía es pronto para saber qué ocurrirá, el Gobierno ya ha puesto en marcha un grupo de coordinación con las autonomías. ¿El objetivo? Revisar los planes de contingencia que se hicieron en su momento. Eso es esencial, según Cirez, ya que “es la única manera de evitar disrupciones” en las fronteras.
En cualquier caso, la representante de la patronal confía en que se llegue a una solución negociada, aunque también cree que hay una preocupación más: conocer “qué clase de acuerdo es el que quiere tener el Reino Unido a futuro”. Pero eso ya será otro capítulo, y sólo Boris Johnson tiene la capacidad de llegar a él.