La Unión Europea se ha impuesto un objetivo en materia de sostenibilidad de cara a 2050: ser un territorio neutro de emisiones de dióxido de carbono. Una meta a la que este lunes se sumaron 70 países durante la Cumbre de Acción Climática organizada por Naciones Unidas.
Para cumplir esta promesa, los estados deberán realizar un cambio muy profundo en sus políticas energéticas, lo que va a afectar a la utilización de los combustibles fósiles. Una decisión que ya comienza a tomar forma y que podría tener a su primera víctima: las compañías aéreas.
Durante la última legislatura europea, la idea de desincentivar el transporte aéreo de personas y mercancías en favor de otros medios más sostenibles ha ido ganando fuerza en los despachos de Bruselas. El movimiento de protesta Flygskam, que significa "vergüenza de volar", ha sido escuchado en los órganos de decisión comunitarios y ya comienza a convertirse en iniciativas legislativas en algunos países miembros.
Bélgica, Holanda y Francia no solo han sido los países que primero han puesto en marcha tasas a la aviación sino que, además, están haciendo mucha presión para que otros países europeos tomen la misma senda. Un movimiento que cristalizó el pasado mes de junio en una conferencia en La Haya que perseguía poner fin a las exenciones de impuestos sobre el combustible para aviones, como parte de una campaña enmarcada en el objetivo de neutralidad de emisiones de 2050.
Este proceso ha sufrido un importante avance esta misma semana. La primera economía europea ha anunciado su intención de poner en marcha una batería de medidas que persiguen reducir drásticamente la emisión de gases de efecto invernadero. Una decisión que tendría un impacto de 40.000 millones de euros y que señala, especialmente, al sector aéreo.
El gobierno de Angela Merkel va a duplicar los impuestos sobre los vuelos domésticos. Una medida que, en el caso de que las aerolíneas decidan trasladar ese coste a los usuarios, encarecerá los billetes una media de 15 euros.
En el mismo paquete de medidas, el ejecutivo alemán ha decidido reducir del 19% al 7% el IVA de los viajes en tren. Una medida que, sumada a la liberalización ferroviaria que arranca en 2020 en toda Europa, persigue trasladar viajeros del avión y la carretera al ferrocarril.
Impuestos al combustible
Además de los impuestos directos y ecotasas, el transporte aéreo se enfrenta a otro problema: los impuestos a sus carburantes. El combustible de aviación está legalmente exento de impuestos gracias a un acuerdo global que data de 1944. Esta situación podría cambiar a corto plazo, según recoge un informe de la Comisión Europea.
El documento señala que gravar con impuestos al combustible de la aviación reduciría las emisiones de carbono del sector un 11% y tendría un impacto "insignificante" en el empleo y el producto interno bruto en la Unión Europea.
Entre los países que están impulsando con más fuerza esta medida se encuentran Holanda, Suecia y Bélgica. De hecho, el primero de ellos ya contó con una experiencia unilateral en este sentido que tuvo que revertir debido al impacto negativo que ocasionó en su industria.
Pero no han parado ahí. Su experiencia con esta iniciativa está siendo utilizada como base al para promover que la medida sea adoptada por todos los países del territorio europeo en su conjunto. Una circunstancia que está tomando fuerza en Bruselas donde se espera que a lo largo de la actual legislatura se tome alguna medida en este sentido.
En este sentido, el Gobierno español no se plantea tomar ninguna medida de este tipo, por el momento. El pasado verano la Ministra de Economía, Nadia Calviño, se mostró contraria a tomar cualquier tipo de medida en esta dirección. Lo que preocupa en el sector es que, ante un creciente movimiento en otros países europeos, la necesidad de apoyos de partidos con más sensibilidades medioambientales hicieran cambiar de opinión al Gobierno.
El informe de la Comisión Europea publicado el pasado mes de junio, titulado Impuestos en el campo de la aviación y su impacto, señala que la aplicación de una serie de impuestos puede subir del 3% al 19% los precios de los billetes lo que, según el estudio, reduciría la demanda. Gracias a esa reducción del apetito viajero comunitario, el estudio concluye que las emisiones caerían entre un 9% y 11% en todos los estados miembros.
Eficacia incierta según las aerolíneas
¿Y los damnificados? Desde ACETA, asociación que integra Air Europa, Air Nostrum, Binter, Canair, Evelop, Iberia, Iberia Express, Privilege Style y Vueling, consideran que la eficacia de impuestos a la aviación por consumo de combustible es "incierta" para el propósito que se persigue, que es la reducción de emisiones de CO2.
Según su visión, esta medida tendría un efecto muy negativo sobre el sector aéreo, mermaría la actividad de la aviación, la encarecería y le haría perder atractivo. "El turismo, el empleo y la economía se verían directamente afectados, y debe tenerse en cuenta que sector turístico es motor de crecimiento de la economía española, con un peso de casi el 12% en el PIB y con una capacidad de generación de empleo que roza el 13%, según datos del INE de enero de 2019 correspondientes al ejercicio de 2017", indican desde ACETA.
Como alternativa a los impuestos, desde las compañías aéreas se señalan principalmente a dos medidas: los biocombustibloes y el cielo único europeo. Para poner en marcha de forma efectiva la primera opción desde el sector se señala a la necesidad de que los Gobiernos apoyen la investigación e incentiven la utilización de esta alternativa.
El objetivo sería que, gradualmente, los combustibles de origen no fósil fueran formando parte del mix de los carburantes utilizados por las líneas aéreas. El problema de esta alternativa sería la necesaria progresividad a la hora de implementar esta solución. Un plan que necesita tiempo, ya que la industria no puede producir el combustible necesario a precios competitivos. Justo el elemento que, en estos momentos, parece no quedar debido a la urgencia con la que los gobiernos están comenzando a tomar decisiones.
En el caso del Cielo Único Europeo, estados y compañías parecen estar más alineadas. Todas hablan maravillas sobre un proyecto que, pese al gran apoyo que tiene, lleva 15 años acumulando elogios pero sin que nadie se decida a ponerle en marcha.
Además de lo que tiene referencia directa con los combustibles, desde los representantes de las líneas aéreas señalan que existen medidas que afectan a la propia organización de las rutas aéreas que podría tener un impacto inmediato en las emisiones que genera el sector.
El Cielo Único Europeo conseguiría trayectos más directos, más cortos y eficientes. El cambio de las actuales rutas por las que plantea este proyecto eliminarían más de ocho millones de toneladas de emisiones de CO2 cada año. Una reducción cercana al 10% que la Comisión Europea prevé conseguir con la imposición de impuestos.
Pero, si es todo tan perfecto en esta medida, ¿por qué no se pone en marcha? Porque una cosa es la teoría y otra la práctica. Implementar el Cielo Único Europeo supondría que los estados de la Unión cedieran parte de su soberanía sobre el control del tráfico aéreo. Una opción que no parece estar encima de la mesa de ningún gobierno en estos momentos.
En cambio, la idea de encarecer volar para que la gente viaje menos en avión y opte por otros métodos cada vez está más presente en el lenguaje de los políticos. Una idea, la de que para tomar medidas de impacto en el medio ambiente hay que realizar cambios en nuestra forma de vida, que este lunes resonó muchas veces en las Naciones Unidas.
En palabras de Emmanuel Macron, presidente de la República Francesa, "tenemos que cambiar nuestras costumbres para actuar juntos. No podemos tener una agenda comercial que sea contraria a nuestra agenda climática". Un mensaje tan profundo como rotundo. Habrá que ver si se convierten en medidas del mismo calado y a qué velocidad lo hacen. El sector aéreo espera con atención.