La maquinaria electoral ya está en marcha en Estados Unidos. 2020 será el año en el que los ciudadanos estadounidenses decidirán si otorgan cuatro años más de confianza a Donald Trump o, por el contrario, optan por una alternativa demócrata. Un reto que llega en uno de los momentos más complicados del mandato del 45 presidente de los Estados Unidos.
El inicio de una investigación para comenzar un proceso de impeachment en su contra ha añadido más presión aún a una administración que ve como parte de la base de votantes que le llevó a la presidencia está perdiendo fe en sus mensajes. En este sentido, un grupo sobresale por encima del resto: los profesionales de la agricultura.
Este colectivo, que se erigió como un pilar fundamental de la campaña 2016, se ha convertido en un importante problema para Trump. En lugar de abrazar el "Make the farmers great again" con el que los equipos electorales republicanos pretenden persuadir a los agricultores, las dudas sobre la conveniencia de algunas de las decisiones tomadas por el Gobierno de Estados Unidos están disparadas. Después de cuatro años de tensar las exportaciones de esta industria debido a las guerras comerciales disputadas contra Canadá, México o China, el apoyo del campo a Trump se está desgastando.
La guerra comercial con China ha impactado de forma muy profunda en el sector agrícola estadounidense. A esta circunstancia hay que sumar otro factor de tensión: el biocombustible.
Los líderes de 23 organizaciones de productores de maíz enviaron una carta al presidente Trump el pasado mes de septiembre en la que acusaban a las políticas puestas en marcha por el mandatario de ser las culpables de la reducción de la demanda de sus cultivos. "La frustración en el campo está creciendo", le avisaron.
Esta polémica surgió tras la decisión de otorgar 31 exenciones a pequeñas refinerías, gracias a las que quedaban liberadas de de tener que mezclar biocombustibles como el etanol en su gasolina. Una decisión que tiene un gran impacto sobre este cultivo ya que el 40% del maíz producido en territorio estadounidense se dedica al etanol.
No hay que olvidar que el maíz es el cereal más importante para la agricultura de Estados Unidos con una producción de 350 millones de toneladas anuales y un valor de mercado que supera los 50.000 millones de dólares al año. En su conjunto, el país envió al extranjero más de 139.500 millones de dólares en productos agrícolas en 2018. Una cifra que muy probablemente se verá lastrada este año por las guerras comerciales, según las previsiones de los analistas.
El malestar con las políticas aplicadas al sector primario estadounidense no para de crecer entre el colectivo agrícola. Una circunstancia que puede tener un importante impacto en los resultados de las próximas elecciones. En estados como Iowa, Ohio o Carolina del Norte, que fueron claves en la victoria de Trump de 2016 y tuvieron resultados muy ajustados, el colectivo de profesionales de la agricultura va a tener mucho que decir en los resultados de 2020.
25% de aranceles a los productos agrícolas
En este contexto, la autorización por parte de la Organización Mundial del Comercio (OMC) a que Estados Unidos imponga aranceles valorados en 7.500 millones de dólares a productos europeos llega en un momento inmejorable para los intereses de Trump. El conflicto, que proviene de las ayudas que los gobiernos europeos otorgaron al fabricante de aviones Airbus, tendrá un nuevo capítulo el próximo 18 de octubre.
Ese día, Estados Unidos anunciará la lista definitiva de productos afectados por los nuevos aranceles. A pesar de no conocerse aún el listado completo, representantes del gobierno estadounidense ya han adelantado su intención de aplicar un 10% a las importaciones de aviones comerciales y un 25% a una serie de productos agrícolas.
¿Pero cómo es posible que una disputa industrial termine afectando a la agricultura? La decisión de la OMC otorga un derecho a Estados Unidos pero, la decisión de cómo desarrollarlo, corresponde a al Gobierno. Trump y su equipo tienen libertad total para elegir los productos con los que recuperar los 7.500 millones señalados por la OMC. En la decisión de gravar de forma tan importante a los productos agrícolas europeos pesa más lo electoral que lo económico.
Más cuando la Unión Europea también tiene en marcha otro proceso similar por las ayudas que Estados Unidos otorgó a Boeing que, en este caso, podrían rondar entre los 10.000 y los 12.000 millones de dólares. Una decisión que, como pronto, podría llegar en seis meses.
Trump cuenta con, al menos, medio año de carta blanca para utilizar la decisión de la OMC para dotar de contenido los mensajes con los que el mandatario arrancará su carrera para volver a ocupar el Despacho Oval de la Casa Blanca cuatro años más.
Aunque habrá que esperar hasta el próximo 18 de octubre para conocer la lista definitiva de productos elegidos por Estados Unidos, según los cálculos de la organización agraria COAG el impacto para la economía española puede ser muy importante. Si la decisión final coincide con las dos listas preliminares anunciadas por Estados Unidos hace unos meses, los aranceles podrían impactarán sobre un volumen de exportaciones agrícolas españolas valorado en 970 millones de euros.
Así las cosas, comienzan dos semanas en las que desde la Unión Europea se van a redoblar todos los esfuerzos para que Estados Unidos se siente en la mesa de negociación. Una remota opción que, de no producirse, hará que Bruselas responda a las medidas anunciadas por Washington. Un contexto en el que ambas economías tienen mucho que perder pero con el que Trump quiere poner los cimientos de su victoria electoral en 2020.