Pesquera, una de las bodegas más icónicas de España vuelve a la actualidad por el enfrentamiento entre su fundador y su familia. En esta ocasión porque Alejandro Fernández, el 'patriarca', ha visto cómo la justicia ha archivado la demanda contra su mujer y dos de sus hijas por falsificación de documentos.
En concreto, el fundador de Pesquera había demandado a Esperanza Rivera y sus dos hijas, Lucía y Olga Fernández, por haber falsificado un contrato de arrendamiento de los viñedos. Un documento firmado en 2018 y por el que se atribuía el uso a Bodegas Condado de Haza y a Bodegas Tinto Pesquera, la sociedad que controla la familia.
Después de que Esperanza Rivera y sus dos hijas, Lucía Fernández y Olga Fernández -con más del 50% del capital- prestaran declaración, el juzgado ha sobreseído la causa y archivarla, porque considera que los contratos que Alejandro Fernández considera falsos, en realidad sí eran conocidos por él: que las fincas sobre las que se firmaron los documentos, y que son copropiedad del propio Fernández y de su todavía mujer.
Según indica el auto de sobreseimiento, estos contratos son la constatación por escrito de una relación de arrendamiento previa y duradera en el tiempo, conocida y sostenida por el matrimonio constituido entre Alejandro Fernández y Esperanza Rivera.
Dos visiones de la empresa
Estamos ante un nuevo episodio de la batalla judicial entre dos facciones de la familia: la que enfrenta al fundador Alejandro Fernández, con el apoyo de una de sus hijas, contra Esperanza Rivera, su mujer, y otras tres hijas del matrimonio. Una verdadero Falcon Crest, que al igual que la serie de televisión, relata la historia de una familia exitosa, armónica, pero que se rompió y con ello dio paso a un enfrentamiento intestino entre padres y hermanas a partes iguales.
Todo por el control de un grupo Pesquera, que factura anualmente 18 millones de euros, cuenta con un beneficio de 4,5 millones y con bodegas, viñedos e incluso un hotel. Un vino que ha alcanzado fama mundial y que ha logrado convencer a los más selectos sumillers del mundo. Tanto es así que uno de los críticos más influyentes define el Pesquera como uno de los cinco mejores del mundo.
La compañía nació allá por 1972, a la que Alejandro Fernández dio entrada al 50% a su mujer Emilia Rivera. Ella fue durante cuatro décadas su compañera, su amiga, su socia… Todo iba viento en popa, incluso sus cuatro hijas fueron ocupando un lugar distinto en la compañía, por lo que el bodeguero optó por dar un 0,14% de la empresa a cada una de ellas.
Pero todo se rompió hace dos años. En concreto, en el momento en el que el matrimonio formado por Alejandro y Emilia decide separarse, creando un cisma familiar alrededor de él. Dos visiones distintas de entender el negocio: la del bodeguero, partidario -junto a su hija Eva- de seguir con el modelo tradicional de hacer vino; y la de su mujer y sus otras tres hijas (Olga, Lucía y Mari Cruz), partidarias de acelerar el ritmo y modernizar la compañía para adaptarla a los nuevos tiempos.
La guerra continúa
Riñas, disputas, enfrentamientos que terminaron en la salida de Eva, la enóloga del grupo. Precisamente este despido fue lo que motivó la ruptura definitiva de Alejandro Fernández con su mujer y sus otras tres hijas. Eso fue allá por septiembre de 2018. Desde entonces las denuncias vuelan en una y otra dirección: el divorcio, administración desleal, laborales, penales, vulneración de la propiedad intelectual, intento de apropiación indebida de las marcas…
Y ahora el juzgado de instrucción de Valladolid ha archivado la denuncia impuesta por el fundador de Bodegas Pesquera contra dos de sus hijas y su mujer, a las que acusaba de de falsificar un contrato de arrendamiento de los viñedos. Una sentencia que no es firme y que puede ser recurrible, pero que, pase lo que pase no pondrá fin a la guerra familiar que tiene muchas otras causas pendientes. Como dicen fuentes del entorno de las dos partes, la guerra no ha hecho más que empezar.
En juego un conglomerado compuesto por cinco empresas: el buque insignia Tinto Pesquera y Condado de Haza, bodegas ubicadas en Ribera del Duero; Dehesa de la Granja, en Vadillo de Guareña (Zamora) que se dedica a la comercialización del vino, pero también de garbanzos, queso y aceite de oliva extra; la bodega El Vínculo, en Campo de Criptana (Ciudad Real) y el hotel AF Pesquera, en Peñafiel (Valladolid).