El efecto de la coyuntura política en la evolución de la acción de Bankia es una pregunta recurrente a los ejecutivos de la entidad cada vez que presentan resultados. Dos semanas antes del 10-N, su consejero delegado, José Sevilla, descartó a los periodistas que estos comicios fueran a tener un impacto significativo en Bolsa.
Con las encuestas en mano -y la negativa de Pedro Sánchez a formar Gobierno con Podemos, principal enemigo para la privatización del banco-, la cúpula estaba tranquila sobre el futuro a medio plazo de la entidad en los mercados, pese a que el entorno de tipos negativos no ayuda a los bancos.
El bautizado como ‘Pacto del Comedor’ (en referencia a la sala del Congreso en la que se firmó el preacuerdo para la coalición de izquierdas) ha roto esa calma. En tan solo dos días, la entidad ha llegado a desplomarse cerca de un 12%. Caídas que a cierre de este miércoles se reducían a poco más del 8%, pero tras las que ha perdido cerca de 410 millones de euros.
Se trata de una cuantía importante si se tiene en cuenta que, en su último Plan Estratégico, Bankia contempla devolver al Estado, vía dividendos, 1.500 millones de euros en dos años. Es decir, en dos jornadas ha perdido lo equivalente al 30% de lo que pretendía devolver al contribuyente hasta 2020 por la posible llegada al Gobierno de un partido que incluye en su programa convertir Bankia en un banco público y relevar a su presidente, José Ignacio Goirigolzarri, cuya gestión ha sido alabada por todo el sector financiero.
Toda la banca ha sufrido caídas en los últimos dos días por el riesgo de que en el próximo ejercicio pesen sobre su cuenta de resultados los efectos de la llamada ‘Tasa Tobin’ y de una subida del Impuesto de Sociedades superior al del resto de empresas, entre otros posibles tributos que se han ido manejando en los debates abiertos por Podemos y el PSOE en el pasado.
Sin embargo, el hecho de que la mayoría de las acciones de Bankia estén en manos públicas ha convertido a la entidad que preside Goirigolzarri en la más vulnerable ante el posible Gobierno de coalición.
El problema que se plantea es que el impacto de la noticia en la cotización de Bankia podría seguir prolongándose durante días e incluso durante las semanas que duren las negociaciones para formar Gobierno sin que ni la CNMV, ni el Frob, como principal accionista, puedan actuar para atajarlo.
El supervisor de los mercados no puede intervenir cuando una caída bursátil está provocada por noticias que son públicas, según explica un portavoz a este periódico.
Tampoco el Frob puede frenar el pánico. Jaime Ponce, el presidente del organismo independiente que tiene la participación del 61% del Estado en Bankia, concluye su mandato no renovable a finales de este año y corresponderá al próximo Gobierno renovar el cargo con un sucesor en cuya elección puede influir el líder de Podemos, Pablo Iglesias.
Por su parte, la entidad tampoco puede lanzar mensajes tranquilizadores a los inversores porque el pánico no se ha desatado por un problema de gestión o un anuncio de cambio de política cuantificable en su negocio. El miedo, en este caso, va mucho más allá, puesto que afecta al modelo de Bankia como entidad que aspiraba a ser privatizada cuando los tipos de interés permitieran vender el negocio a un precio más ventajoso para los accionistas que, en este caso, son los contribuyentes.
Tan solo Bolsas y Mercados Españoles (BME) puede tratar de detener el exceso de volatilidad ajustando un procedimiento técnico basado en subastas al que se recurre cuando una acción cae por encima de un determinado rango. Una herramienta insuficiente y limitada para una amenaza como la que representa esta incertidumbre en Bolsa.
Más allá de los mercados, si PSOE y Podemos llegan a un acuerdo de Gobierno sin aclarar cuáles serán sus planes para Bankia, el miedo podría extenderse a los depositantes provocando un verdadero problema al banco y al sector financiero. Algo que fuentes de la entidad afirman que en este momento no ocurre, ni se espera.
El papel -y los programas electorales- lo aguantan todo. Pero convertir Bankia en una entidad pública sería más complejo de lo que Podemos explica. Primero porque los técnicos del Frob tendrían que aprobar la operación. Y después porque el Banco Central Europeo (BCE) tiene mucho que decir sobre este asunto y, además, debe autorizar cualquier cambio de consejero o presidente.
Devolución de ayudas
De los 22.424 millones de euros que costó el rescate a Bankia en mayo de 2012, el banco ha devuelto hasta la fecha 3.083 millones de euros, a los que se sumarán otros 1.500 millones de euros, según lo que contempla el Plan Estratégico del banco 2018-2020.
De cómo se cierre la venta del 61,3% que el Estado aún mantiene en el banco a través del Frob dependerá el porcentaje de lo que recuperarán los contribuyentes de ese rescate, que evitó otros gastos al Estado como el también llamad rescate de los depositantes.
Pese a que los gestores del banco han reconocido en lo últimos meses que las dificultades del negocio bancario por los bajos tipos de interés podrían afectar a los beneficios de Bankia prometidos en el Plan Estratégico, el objetivo de pagar ese dividendo se han mantenido.
La situación política de España, en estos últimos cuatro años de parálisis parlamentaria siempre ha sobrevolado a Bankia. Sin embargo, sus efectos en la cotización del banco han sido limitados hasta ahora debido a que los inversores no esperaban una coalición como la negociada en prácticamente 24 horas entre PSOE y Podemos.