La industria del automóvil lleva años padeciendo las consecuencias del órdago independentista de forma silenciosa. Pero su advertencia de que puede abandonar Cataluña ante una deriva institucional que afecta ya a su producción ha incluido a este sector en la agenda de Pedro Sánchez para negociar con el secesionismo. Un movimiento que llega justo cuando BBVA Research ha constatado que el daño económico del independentismo es hoy mayor que cuando se celebró la consulta ilegal de 2017.
Tras el referéndum del 1-O, sectores, como el financiero, con CaixaBank, Sabadell y Catalana Occidente al frente tuvieron que tomar medidas drásticas y sacar su sede social de Cataluña por su dependencia de la liquidez de los mercados y del BCE. Sin embargo, en el caso de la automoción la complicación de deslocalizar la producción ha hecho que las grandes empresas, Seat y Nissan, mantengan un perfil más plano ante la deriva de la Generalitat.
En este contexto, ha bastado que hace dos semanas el presidente de Seat, Luca de Meo, recordara lo obvio -que el grupo Volkswagen cuenta con más plantas en Europa si las protestas independentistas se convierten en un lastre para su producción- para que tanto el Gobierno central, como los partidos independentistas, metan esta semana al sector del automóvil en su agenda política para las negociaciones entre PSOE y ERC para la investidura de Sánchez.
Solo una empresa como Seat representa el 4% de la economía catalana con 14.700 empleados directos de alto valor añadido y el 3% de las exportaciones del conjunto de España, según datos de la compañía.
Si se suma a su rival, Nissan, y a otras empresas de tamaño mediano que trabajan para el automóvil en Cataluña, el peso de esta industria en el PIB catalán se dispara hasta el 10%. Es decir, uno de cada 10 euros que produce Cataluña vienen directamente de este sector. Si, además, se suma la riqueza indirecta que su actividad genera, la cuantía sería muy superior.
Seat no quiere hablar de política, sino poder seguir desarrollando su producción. La empresa afirma que las palabras de su presidente, Luca de Meo, no eran una amenaza, sólo el recordatorio de una realidad.
Sin embargo, esas declaraciones han servido como revulsivo para el independentismo, al que hasta ahora no había importado poner en juego la actividad económica del último trimestre del año tras conocer la sentencia del procés.
Cortes de las carreteras
Como consecuencia de los cortes de carretera, vistos con buenos ojos por la Generalitat, contra la sentencia del Tribunal Supremo, Seat tuvo que parar la actividad de su planta de Martorell durante un día.
Por cada día que esa planta de la empresa del grupo Volkswagen cierra, se dejan de producir nada menos que 2.200 coches.
A ello se suma la actividad de su otra planta en Barcelona, en El Prat de Llobregat, donde Seat cuenta con otra en la que se fabrican todas las cajas de cambio para la propia marca de origen español, así como para otras del grupo, como Volkswagen, Audi y Skoda.
Esta planta genera unos 1.000 empleos directos e indirectos y es una de las más especializadas del grupo por la complejidad de la fabricación de las cajas de cambio.
Aunque el grupo no ofrece cifras oficiales sobre el impacto económico que tiene parar un día la producción, el incendio de Faurencia, uno de sus proveedores, ha puesto de relieve las consecuencias que tiene para la industria los cortes de suministro. De hecho, Seat ve complicado a día de hoy poder cerrar el año con la producción prevista, si bien en este caso, la aseguradora de la planta de Faurencia será la que tenga que responder por esos percances.
Nissan se repliega
Los trabajadores catalanes que dependen de la automoción tampoco están tranquilos con Nissan. Los representantes sindicales en Cataluña del fabricante japonés llevan tiempo alertando de la situación crítica de la planta de Barcelona.
En los últimos dos años, el grupo nipón ha evitado incorporar nuevos modelos a esa línea de producción y el pasado mayo pactó un ERE que afectaba a unos 600 trabajadores. Tras ese episodio, la fábrica ha vuelto a enviar trabajadores a su casa en días puntuales por falta de producción.
En el caso de Nissan, el contexto de incertidumbre que afecta al sector del automóvil por la transición en la que está inmerso es importante para entender el problema. Sin embargo, el añadido de la incertidumbre política en Cataluña no ayuda a su planta barcelonesa.
'Sorpasso' de Madrid
El daño que el independentismo está haciendo a la automoción es el colofón de los efectos que la situación política de Cataluña está teniendo en el resto de la economía regional, con el consiguiente arrastre para el resto del país.
Según las previsiones de BBVA Research, el sorpasso de Madrid a Cataluña "podría ser inminente" y adelantarse a este año tras los efectos en la economía catalana de las protestas por el procés.
Una vez que se produzca esa conquista por parte de Madrid de la posición como comunidad autónoma que más aporta al PIB español, las distancias con Cataluña seguirán agudizándose si nada cambia.
De acuerdo con el servicio de estudios de BBVA, que ha actualizado sus previsiones esta semana, Madrid será la única comunidad autónoma que crecerá por encima del 2% en 2020, con un avance del PIB regional del 2,6%, frente al 1,6% que crecerá Cataluña el próximo año -crecimiento, este último, que está en línea con el avance del PIB español en su conjunto-.
Según el economista jefe para España de BBVA Research, Miguel Cardoso, esa buena evolución de Madrid podría deberse, entre otros factores, a la captación de puestos de trabajo de empresas que salen de Cataluña o permanecen allí, pero abren también oficina en la capital española para blindarse de un empeoramiento de la situación.
Además, ha caído el gasto con tarjeta en Cataluña tras las protestas por la sentencia del Supremo, dato que se suma a otros que hacen concluir a BBVA Research que el daño económico del secesionismo es hoy mayor de lo que fue tras el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017.
El independentismo ha puesto a la economía entre las cuerdas al priorizar su objetivo político a la estabilidad de los trabajadores. Pero ahora que las consecuencias de ese desafío pueden ser irreparables, la industria se ha 'colado' entre sus puntos de encuentro con el resto de España.