La guerra de opas que hace dos meses se descontaba inminente es ahora una opción remota para buena parte del mercado. Los últimos en advertir de que la esperada contraoferta por BME podría no llegar nunca han sido los expertos de Jefferies, pero son cada vez más los analistas y gestores que con sus informes y movimientos vienen apuntando en esta dirección.
En los casos de mayor optimismo, lo que se descuenta es que la guerra efectiva por el control de BME no llegará hasta dentro de meses. Si bien en un primer momento el comunicado de Euronext reafirmando su interés por la sociedad rectora de las bolsas españolas hacía prever una rápida réplica, ahora la tesis mayoritaria es que no habrá contraoferta incluso hasta bien entrado el plazo de aceptación de la puja que los suizos de Six Group dejaron en noviembre en los mostradores de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
Los analistas que defienden esta posibilidad -y que son cada vez más- apuntan que la estrategia de los posibles competidores de Six no estaría tanto en dilatar los plazos sino en poder contar con los detalles de un folleto que ya tendría los vistos buenos del supervisor y del recién formado Gobierno de España. De este modo, la redacción de la contraoferta tendría un camino más despejado hacia su aprobación y la contienda quedaría establecida incluso con más celeridad que si se remitiese un documento de puja que luego hubiera que ir parcheando, como es habitual en estos procedimientos. Eso sí, habría que esperar, como poco, hasta abril, según los calendarios que se manejan.
Y mientras, el consenso del mercado es claro en la línea de ‘esperar y ver’. De los 11 analistas que siguen de cerca la evolución de BME, cinco se decantan por mantener posiciones frente a tres que aconsejan comprar y otros tantos que animan a las ventas. Además, el precio objetivo que marcan para sus acciones está en los 29,93 euros por acción, sensiblemente por debajo de los 33,4 euros ofrecidos por Six -una vez descontado el último reparto de dividendo de la cotizada- y que cualquier opa competidora tendría que mejorar.
Los posibles rivales de Six podrían esperar a su folleto definitivo para guiarse de un documento que ya contaría con el visto bueno del supervisor y la administración
Hasta la cota señalada, la sociedad rectora de las bolsas españolas cuenta con un potencial bajista del 13% desde su actual cotización. Sin embargo, se nota que “la oferta de Six provee un soporte” para la compañía, como señalaba un reciente informe de la firma estadounidense Auerbach Investments, ya que actualmente ni son tantos los que recomiendan vender ni el precio objetivo es tan bajo como antes de que llegara la oferta de los suizos, según datos recopilados por Refinitiv. Desde los máximos de 36 euros alcanzados el pasado 27 de noviembre, la caída acumulada es del 3,6%.
Un día antes de que los helvéticos confirmasen su inesperado interés en la española, hasta siete analistas recomendaban vender las acciones de BME. Además, el consenso de mercado les otorgaba un recorrido bajista superior al 27%, hasta los 25,54 euros por acción en los que fijaban techo para la compañía. Eso era cuando seguía siendo la eterna novia del sector, aunque sin pretendiente en firme. Un día después, un informe de CaixaBank alertaba: “¡Sube la temperatura!”. Casi dos meses después, algo de calor se ha ido perdiendo.
MÁS OPORTUNISTAS VENDEDORES QUE COMPRADORES
Un indicativo más del soporte que ofrece la puja de Six está en los cortos. A pesar de que desde su actual cotización hasta el precio ofertado por los suizos hay una brecha del 4%, desde que se anunció la oferta nadie ha tomado posiciones bajistas relevantes en el valor. De hecho, los gestores de Eminence Capital, que llegaron a tener un 2,39% del capital apostado a la baja, desaparecieron el mismo 18 de noviembre en el que se hizo pública la oferta y desde entonces no han vuelto. Ni se los espera.
Sin embargo, no son los bajistas los únicos que han comedido su apuesta por la compañía. En los últimos meses son varios los fondos que han aprovechado los recientes picos de cotización para deshacer posiciones, lo que es síntoma de que sus responsables no tenían todas consigo sobre una eventual contraoferta que facilitase precios de salida como los que la euforia del mercado ha proporcionado semanas atrás. Entre los seguidores de esta estrategia, la gestora británica Schroeders, la firma DWS del grupo Deutsche Bank y el banco de inversión japonés Nomura.
Mientras tanto, los fondos que más recientemente han desvelado sus participaciones en el capital de BME no son precisamente oportunistas. Aunque su presencia se ha conocido en los últimos días a consecuencia de la obligación que la normativa española fija para valores sobre los que está pendiente de resolución una oferta pública de adquisición (opa), en realidad sus participaciones son antiguas.
Este es el caso del fondo de pensiones de la siderúrgica holandesa Hoogovens, que ha desvelado que desde el 21 de junio de 2019 tiene un 1,02% de la cotizada española. La gestora estadounidense Blackrock apenas ha engordado su cartera en un 0,43% del capital de BME desde la posición que estrenó solo dos días después de que Six lanzase su oferta. La única apuesta más oportunista que ha llegado en este tiempo ha sido la de Sand Grove Opportunities, habitual de opas y posiciones cortas, que ha tomado un 1,1% de la rectora de las bolsas españolas.
CAE LA CONTRATACIÓN
Con todo, los volúmenes de negociación de BME han caído con fuerza en las últimas semanas. Actualmente, la media diaria del valor ronda las 150.000 acciones, pero en los días previos a la oficialización de la opa de Six cambiaban de manos por el doble de esa marca. En los días posteriores al anuncio, entre oportunistas y vendedores apresurados, se batió en más de una sesión el millón de títulos, según datos recopilados por Infobolsa.
Los argumentos que ya desde el mismo momento de la opa de Six ponían en entredicho la posibilidad de una réplica inminente por parte de un tercero encuentran cada vez más defensores. Entonces ya se señaló a la “generosidad” de una oferta que planteaba una prima cercana al 40% para las acciones de BME y al compromiso que el consejo de administración de la compañía había adquirido con los suizos para asumir una penalización de unos 14 millones de euros si su puja no resultaba finalmente triunfadora.