Fue la Barcelona de los años 90 la que acogió la primera tienda de Rosa Clará. La diseñadora, que llamó a la marca con su propio nombre, decidió abrir una tienda en la Ciudad Condal en 1995, tras haberse iniciado ya en el sector de la moda nupcial.
Con esa apertura, Rosa Clará iniciaba, sin saberlo, la andadura de la que es hoy una de las compañías más reconocidas en el mundo de los vestidos de novia.
Su idea, explican desde la empresa, pasaba por incorporar las últimas tendencias en estos vestidos y ofrecer diseños innovadores que llamaran la atención respecto a lo que ya había en el mercado.
Una vez expandida la marca con España, Rosa Clará tuvo claro que tenía que dar el salto al mercado internacional. No obstante, no lo hizo sola. La marca dio sus primeros pasos fuera a través del canal multimarca.
Después, llegaron los contratos de exclusividad con grandes firmas de alta costura como Christian Lacroix, Karl Lagerfeld y Zuhair Murad, para fabricar y distribuir sus colecciones de novia a nivel mundial.
Segundas marcas
No obstante, Rosa Clará no ha querido vincularse solo al lujo. A partir de 2004, la compañía ya apostó por crear segundas marcas, como Aire Barcelona o Alma, para poder ofrecer diseños a precios más asequibles.
Y, de ahí, a los vestidos de invitadas. De las colecciones de vestidos de fiesta a los complementos, con los que la marca pretende competir en todas las áreas. Toda una apuesta para tratar de competir de tú a tú con Pronovias, la histórica marca también barcelonesa de vestidos de novia.
Una estrategia que, 25 años después de su nacimiento, ha hecho que Rosa Clará tenga hoy más de 4.000 puntos de venta distribuidos en 80 países.