CaixaBank cerró 2019 con un beneficio atribuido de 1.705 millones de euros. Se trata de una cifra un 14,1% inferior a la de un año antes, pero se explica por el coste del Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que la entidad ejecutó en ese ejercicio con un gasto bruto de 978 millones de euros. Sin ese efecto, el grupo habría ganado 2.390 millones de euros y habría incrementado su beneficio un 20,4% frente a 2018.
En cualquier caso, los resultados que ha presentado este viernes la entidad superan al consenso de analistas de Bloomberg, que esperaban una caída de las ganancias atribuidas mayor.
Con estos resultados, el banco se dispone a distribuir un dividendo en efectivo de 0,15 euros brutos por acción con cargo a los beneficios de 2019. Se abonará en abril y con ese pago, la remuneración al accionista del pasado año será equivalente al 52,6% del beneficio consolidado.
Llevará a cabo esa distribución de sus ganancias, tras cerrar el año con un ratio de capital Common Equity Tier 1 (CET1) del 12% a 31 de diciembre.
Buena evolución del negocio
Los datos que reflejan la evolución de su negocio bancario han sido positivos. El margen de intereses ascendió a 4.951 millones de euros (+0,9% respecto a 2018) gracias al aumento de los ingresos de crédito por su volumen de negocio, así como por la mayor aportación del negocio asegurador y el ahorro en la financiación minorista e institucional.
También los ingresos por comisiones registraron datos positivos, al crecer un 0,6% en el año, hasta 2.598 millones de euros, gracias sobre todo al impulso de los datos del tercer trimestre del año.
El banco ha destacado su buena evolución comercial, con un volumen de negocio (crédito más recursos) de 611.692 millones de euros, lo que supone un 4,7% más que un año antes y una cuota de mercado en el ahorro a largo plazo del 22,5% del mercado español.
Según ha explicado a la CNMV, la entidad está avanzando más rápido de lo previsto en su plan estratégico en la transformación de sus sucursales y apertura de nuevas oficinas Store, de las que prevé tener abiertas 600 en junio de 2020.
Además, ha destacado que dentro de esta estrategia está cuidando la inclusión financiera, con una presencia en más de 2.000 municipios en España, mientras avanza en la digitalización con su modelo inTouch.
Dentro también de su evolución comercial, el crédito bruto a la clientela se situó en 227.406 millones de euros (+1,2% de variación anual) y su cartera sana aumentó un 2,4% en 2019.
Mientras, el negocio hipotecario se resintió, como consecuencia del desapalancamiento de las familias españolas de los últimos años, con un descenso del 3,5%.
Este dato contrasta con el aumento de el crédito a particulares -otras finalidades-, que aumentó un 1,3% y el crédito al consumo que creció un 13,8%.
Con todo esto, la tasa de mora del banco cerró el año en el 3,6%.
Portugal y participadas
Por negocios, destaca la aportación del banco portugués BPI al resultado del grupo con 323 millones de euros. La penetración del banco en Portugal ya alcanza el 13% en clientes particulares.
En la partida de ingresos por dividendos, el banco ha reportado a la CNMV el recibido de Telefónica por valor de 104 millones de euros, el de BFA por otros 46 millones de euros. Mientras, ha recordado que en el último trimestre de 2018 incluía un dividendo de 23 millones de euros por su participación remanente en Repsol en ese momento.
Todo esto se contrarresta con su aportación al Fondo de Garantía de Depósitos
por 242 millones de euros (228 millones de euros en 2018) y de otros 103 millones de euros al Fondo Único de Resolución.
Con todo esto, el margen bruto alcanzó los 8.605 millones de euros en 2019, cifra un 1,8% inferior a la de un año antes. La entidad ha destacado que en esta caída ha pesado la desinversión de Repsol en 2018 y el cambio de clasificación contable de su participación en BFA.