La transformación tecnológica que vive la industria automotriz española está llevando a que el empleado mayor de 60 años se convierta en una especie en extinción dentro de las principales plantas productoras del país.
Líneas de producción cada vez más informatizadas, robots que se manejan con tablets y fábricas sin una gota de aceite en el suelo. Los fabricantes que apostaron por nuestro país en el siglo pasado han invertido muchos millones de euros para llevar estas plantas a la primera línea tecnológica.
Sin embargo, esta evolución está dejando en el camino la mano de obra que durante décadas permitió a esta industria convertirse en el 12% del PIB nacional y situar a España en el mapa mundial de la producción automovilística.
Los primeros en caer de las plantillas de los fabricantes son los mayores de 60 años. En el conjunto del sector del automóvil en España -contabilizando la fabricación, venta y reparación de vehículos-, el empleo experimentó un retroceso del 1,5% en 2019, con 566.400 personas ocupadas el año pasado en comparación con las 575.500 registradas en 2018, según la última Encuesta de Población Activa (EPA).
Es ley de vida. Los mayores deben dejar paso a las nuevas generaciones. El paro juvenil en España es una de las mayores lacras de este país. Lo malo es que la salida de los más veteranos, en algunas ocasiones no se cubre con la incorporación de nuevos empleados.
Con el futuro de las pensiones en el aire, el peor dato de paro en un mes de enero desde 2014, la cada vez mayor esperanza de vida en España y la edad de jubilación en debate, cabe preguntarse si sería posible la recolocación de los empleados más veteranos.
Con una gran experiencia, pueden convertirse en tutores y embajadores de la cultura corporativa para los que entran en la empresa. Del mismo modo, existe la opción de que ejerzan como profesores en la cada vez más exitosa Formación Dual que tanto demanda la industria.
Ninguna marca se salva
El último ejemplo de la salida de personal sénior en una plan de automoción española ha sido la de PSA en Figueruelas. Por segundo ejercicio, ha planteado un Expediente de Regulación de Empleo (ERE). En esta ocasión, se verán afectados 461 empleados que han cumplido o cumplen 61 años en 2020.
Sin embargo, este ERE tiene una gran diferencia con respecto al presentado en 2019. PSA no contempla los contratos de relevo para cubrir esos puestos, aunque los sindicatos sí lo han solicitado.
En mayo de 2019, la dirección de Nissan Motor Ibérica y los sindicatos firmaron un acuerdo para recortar 600 empleos en la planta de Zona Franca de Barcelona mediante un expediente de regulación de empleo (ERE) con 500 prejubilaciones y 100 bajas voluntarias.
Ahora, la situación de la fábrica del fabricante japonés se encuentra en un mar de dudas por su futuro. Su capacidad productiva está por debajo del 30% y los sindicatos tiemblan ante las noticias que llegan desde las oficinas centrales en Tokio.
En Valencia también pueden hablar de los paros y salidas en el sector de la automoción. La planta de Ford en Almussafes vivió un ERE temporal en diciembre de 2019. En enero de 2020, los 5.800 empleados afectados han vuelto a la línea de producción, aunque con el retrovisor muy atento a las noticias que llegan de Dearborn (Estados Unidos).
Aún está por conocer cuándo decidirá acometer el plan de prejubilaciones en los puestos administrativos para reducir su plantilla. No supondrá un gran número, pero en la diana estarán de nuevo los más veteranos.
Pese a los buenos momentos que vive la planta de Seat en Martorell, no hay que olvidar que en 2013 aprobó un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) para 3.800 trabajadores. El aumento de demanda en 2014 lo paralizó y las aguas han vuelto a su cauce.