La marca italiana de deportivos Ferrari comenzó a cotizar en la Bolsa de Nueva York en octubre de 2015 a un precio de 52 dólares. Casi cuatro años y medio después, su cotización roza los 173 dólares (+232,7%) por título, lo que significa multiplicar más de tres veces el valor de sus acciones en el parqué.
Fiat puso en el mercado el 10% del capital de la firma del cavallino rampante (controlaba el 90%) con un valor aproximado de 10.000 millones de dólares. El tiempo ha dado la razón a los directivos de la compañía que tomaron esta decisión.
En 2019 superó por primera vez en su historia la cifra de 10.000 ventas (10.131 unidades) y la lista de espera supera los 18 meses. Cerró el ejercicio con un beneficio neto de 699 millones de euros, que si bien era una caída del 11% con respecto a 2018, la marca italiana ha mejorado sus previsiones para este año y los inversores mantienen la confianza en ella.
Durante la presentación de resultados, Ferrari destacó un impacto sobre sus resultados vinculado con el mix de producto y también con el incremento de los costes y del gasto en I+D, principalmente por las actividades de innovación para la Fórmula 1 (94 millones de euros) y con el lanzamiento de nuevos modelos.
En casi cuatro años, Ferrari ha duplicado su beneficio al mismo tiempo que la generación de flujo de caja libre también ha conseguido doblar su valor. Algo más floja ha sido su capacidad para generar ingresos, que han crecido a menor ritmo que otras partidas contables.
Los motivos del éxito
El analista de mercados de IG, Diego Morín, explica que “la clave del éxito de la marca de Maranello sigue siendo la demanda del consumidor”. Además, apunta el experto, “las cuentas de resultados de la entidad son sólidas y, sobre todo, en constante crecimiento frente a sus competidores del sector del automóvil de lujo”.
Por su parte, Andrés Aragoneses, analista de Singular Bank, expone que “la principal fortaleza sin ninguna duda sería su marca”. “Conducir un Ferrari es un sueño para muchos, algo percibido como inalcanzable, debido al cuidadoso tratamiento de la marca por el equipo de Marketing y Diseño”, ahonda.
De hecho, el analista de Singular Bank recuerda que es la marca más fuerte del mundo por segundo año consecutivo con una puntuación de 94,8 sobre 100, según Brand Finance. Por ello, afirma Andrés Aragoneses, “los clientes están dispuestos a pagar un sobrecoste cada vez que deciden adquirir un nuevo vehículo, lo que repercute directamente en el beneficio y en los márgenes de la compañía”.
¿Hasta dónde subirá?
La evolución del gráfico de Ferrari es alcista desde su salida a Bolsa, con un receso en el segundo semestre de 2018. “Durante los dos primeros meses de 2020 podemos ver cómo está encontrando resistencia en la zona de los 158,90 euros por título que, de perforar dicha zona, podría tener una extensión hasta los 160,00 euros, dando lugar a un nuevo máximo histórico”, analiza Diego Morín.
Andrés Aragoneses reconoce que “los altos múltiplos a los que cotiza (39x) asustan un poco a simple vista, pero también es verdad que unos márgenes de más del 50% no se observan en todos los valores del sector y más en un contexto en que la industria del automóvil se encuentra en una lucha de precios y fase de concentración”.
Por tanto, el analista de Singular Bank pide prudencia ante un valor que se revalorizó más de un 70% solo en 2019. “El contexto económico de ralentización a nivel global tampoco a invita a ser mucho más optimista, ya que la demanda de coches de lujo podría verse reducida”, expone.
Ferrari no es Tesla
Tesla está un día sí y otro también en los medios. El mes pasado, su cotización (89.000 millones de dólares) superó la suma de Ford (37.000 millones) y General Motors (50.000 millones) juntas. Daniel Lacalle ya analizó esta situación en EL ESPAÑOL. Antes de finalizar enero, ya estaba por encima de los 100.000 millones. Sin embargo, su caso no es comparable con el de Ferrari.
Ferrari, aunque ha subido a la ola de la tecnología, desprende un aroma de artesanía, exclusividad, refinamiento y pasión que Tesla aún no ha calado en la retina de los consumidores.
Diego Morín, analista de mercados de IG, aclara que “la evolución de Ferrari ha sido constante gracias a unos resultados sólidos a lo largo de su trayectoria, por lo que muestra una tendencia alcista sin precedentes, algo que gusta mucho a los inversores de largo plazo”. “En cambio -advierte- la situación de Tesla es muy diferente porque el valor de su cotización dependerá de los proyectos que vaya confirmando la entidad”.
En opinión del analista, “la volatilidad que se da diariamente en Tesla no está hecha para el corazón de todos los inversores, ya que los últimos impulsos de sus acciones vienen dados por el “miedo” de los traders a quedarse fuera de niveles de compras atractivos”. “No sería una sorpresa si el valor entrara en caídas en un futuro”, admite.
Por tanto, para el experto de IG, “invertir en Ferrari o Tesla dependerá de la situación de cada inversor, es decir, si le gusta la tranquilidad (Ferrari) o el riesgo de la incertidumbre (Tesla)”.