El coronavirus parece no dar tregua a la economía global. Las bolsas están en niveles de 2016 y, aunque todavía es pronto para hacer números, las primeras estimaciones no son nada halagüeñas.
La OCDE alerta de que la eurozona podría caer en recesión si no se toman las medidas adecuadas. En España, por ahora, el Gobierno prefiere ser prudente y espera acontecimientos. Sin embargo, sectores como el turismo ya se han visto afectados ante la avalancha de cancelaciones.
La posibilidad de que, poco a poco, la enfermedad se vaya transmitiendo al resto de sectores es algo que preocupa al presidente de la patronal madrileña, CEIM, y vicepresidente de CEOE, Miguel Garrido.
Garrido recibe a Invertia en las oficinas de la patronal tras un encuentro con el alcalde de Madrid, José Luis Martínez de Almeida, al que le ha transmitido la necesidad de que adopten medidas para apoyar a las empresas.
¿Empiezan a notarse los efectos del coronavirus en la economía?
Empiezan a notarse. Sobre todo en la demanda de servicios relacionados con el turismo. Tanto de transporte como de alojamiento, intermediación, etcétera. En primer lugar fueron anulaciones, ahora ya es la paralización casi absoluta de la venta.
A ello hay que sumarle la falta de suministros para las cadenas de montaje. Es cierto que todavía no se han detectado grandes problemas, pero en dos o tres semanas podría haberlos si no han logrado abastecerse.
De hecho, ya hay empresas que buscan alternativas. Por ejemplo, la industria textil está contratando proveedores más allá de Asia.
¿Y en el consumo? Una posibilidad es que el temor a una ralentización económica o a una crisis frene las intenciones de compra de la gente.
Esa puede ser la consecuencia posterior. Hasta ahora lo que vemos es un descenso de ventas fruto de la caída de la movilidad. Porque la gente y las empresas no quieren viajar.
También en algún sector como el de los espectáculos o el teatro se detecta un parón. Es difícil evaluar el impacto real que tiene, pero sí puede verse que en las salas donde hay concentraciones de gente hay un cierto parón.
Nuestro temor es que esto se pueda acelerar y se produzca una caída del consumo grande y tenga consecuencias graves. Es difícil aún cuantificar el impacto, pero hay que empezar a tomar medidas.
¿Y cuáles son?
Lo más importante es ser ágiles. Adoptar mecanismos que permitan afrontar la situación con rapidez. Las normas habituales no están preparadas para situaciones de este calado y de esta inmediatez. Hablamos de caídas de facturación que están en el entorno del 50%. En esos casos el colapso es inmediato.
Ahora mismo los resortes para activar suspensiones temporales de empleo o reducciones de jornada no están preparados para ponerse en marcha de forma inmediata.
La gravedad de la situación requiere estudiar medidas nuevas, que permitan flexibilizar recursos de forma rápida vinculados a las caídas de facturación y demanda. Que sean temporales, porque no creemos que esta crisis se vaya a extender en el tiempo.
Es necesario que haya mecanismos para que las empresas puedan sobrevivir a esta crisis y que, en cuanto pase, se recupere la actividad normal.
En las salas donde hay concentraciones de gente hay un cierto parón.
¿Qué tipo de medidas?
Flexibilizar los mecanismos para suspensiones de empleo temporales. Aunque se puede ir más allá.
Al ser algo coyuntural que no se va a alargar, sería conveniente articular medidas que permitieran a las empresas reducir la jornada. Ese tiempo en el que los trabajadores afectados no estén en la empresa podrían acceder a formación en un programa que les permita ser remunerados.
Creo que esto es algo en lo que patronal y sindicatos estaremos de acuerdo, porque de lo que se trata es de permitir que las empresas españolas sigan siendo competitivas y garantizar puestos de trabajo.
¿Por qué patronal y sindicatos han sido tan críticos con la guía del Ministerio de Trabajo sobre el coronavirus?
A pesar de que habíamos demandado reunirnos para hablar de este tema, sin previo aviso, nos encontramos con que se publica una guía con instrucciones a seguir que no han hecho nada más que añadir alarma y confusión.
Estamos sorprendidos y decepcionados en ese sentido. Además, la mayor parte de las recomendaciones están en el ámbito sanitario, y eso corresponde a Sanidad. Lo menos conviene es que otros se metan en la tarea o las competencias de Sanidad.
Más allá del coronavirus, tenemos que hablar también de los Presupuestos y de la reforma fiscal del Gobierno. El objetivo es lograr una armonización fiscal y acabar con los ‘oasis fiscales’ del PP, con Madrid como máximo exponente.
Desde el principio de la legislatura se vio que PSOE y Unidas Podemos irían por una senda que, pese a la debilidad que había en el crecimiento, llevaría a una mayor presión fiscal. También a una eliminación de la flexibilidad en las relaciones laborales. Lo contrario de lo que debe hacerse.
En el terreno fiscal se junta con la obsesión por perseguir un modelo que ha llevado a algunas comunidades a aplicar una política de eficiencia de gestión del gasto público con resultados que son exitosos.
Lo que se dice ahora es que hay que acabar con esos oasis. Nos parece grave ir en este camino. Si se analiza la economía madrileña, se ve cómo la liberalización económica ha permitido que haya ido creciendo.
Esto no sólo es cosa de la capitalidad, porque durante años ha crecido por debajo de la media nacional. Todas las autonomías pueden hacer lo que ha hecho Madrid, la competencia es sana, y eso ayuda a mejorar y ser más eficiente.
Durante los próximos meses hay que abordar también el diálogo social con el objetivo de llevar a cabo cambios en la reforma laboral de Rajoy.
Lo importante es que se debata en la negociación colectiva, que ha dado frutos en el pasado. Las medidas que deben adoptarse no deben suponer que se eliminen herramientas de flexibilidad para las empresas.
Los clientes exigen flexibilidad y tú tienes que adaptarte a las necesidades del mercado. Si lo que se pretende es eliminar esos elementos estaríamos ante algo muy perjudicial. Lo que pedimos al Gobierno es que el principal problema que tenemos -que es el desempleo- debe ser prioritario.
Todas las autonomías pueden hacer lo que ha hecho Madrid, la competencia es sana, y eso ayuda a mejorar y ser más eficiente.
Y cómo afrontamos entonces ese nuevo Estatuto de los Trabajadores que se quiere poner en marcha.
La realidad económica ha ido por delante de la regulación. Es importante que nos sentemos todos de forma seria y sólida para buscar soluciones a los nuevos problemas. Es imposible solventar los problemas actuales con medidas del siglo XX, sobre todo para realidades que acaban de nacer y que han cambiado todo.
Hay que afrontarlas para que los actores de este nuevo mundo tengan también las mismas protecciones que tienen el resto. No debemos cerrarnos a las nuevas fórmulas, porque son una realidad. Debemos adaptar la regulación para que se contemplen estas actividades y para que lo que esté excesivamente regulado se pueda adaptar para competir con esas nuevas formas.
¿Realmente creen ustedes que habrá mucho margen para la negociación? Da la impresión de que el Ejecutivo lo tiene claro.
Creemos que sí y somos optimistas. Cuando se hacen las cosas sin negociar se ven rápidamente los efectos negativos sobre la economía.
En el momento en el que se vea que si no se cuenta con la participación y el consenso de las partes las medidas no funcionan, los gobernantes se darían cuenta de las ventajas de concertar las medidas.
¿Están dispuestos a aportar más a las pensiones mediante la puesta en marcha de planes de empresa?
Estamos dispuestos a sentarnos a hablar de todo. Son cuestiones técnicas que hay que enfocar. Lo que no podemos hacer es que las empresas pierdan competitividad. Hay que lograr tener más empresas, más grandes y más competitivas.
Miremos los esfuerzos entre todos y a ver qué se puede hacer. Somos conscientes de que hay que hacer un esfuerzo, y hay que resolver los problemas que tenemos con la sociedad. Es importante ver una fotografía general para ver todo movimiento y las jugadas posteriores que puede desencadenar.