Inauguramos la semana con la economía en "estado de hibernación", en palabras de la portavoz del Gobierno, María Jesús Montero. Un momento clave para analizar con el presidente del Círculo de Empresarios, John de Zulueta (1947) la situación en la que se encuentra el mundo de la empresa.
Una entrevista que hacemos por videoconferencia, en una charla que 'divierte' a Zulueta, quien reconoce que tiene su gracia tener de fondo 'la música' de un niño jugando o de un perro ladrando al detectar movimientos no previstos en la casa. Sin embargo, la gravedad de la situación y las decisiones del Gobierno nos obligan a hablar desde el viernes en tres ocasiones para intentar actualizar las respuestas iniciales.
Primero fue la prohibición de los despidos por parte del Gobierno; y después la aprobación del permiso retribuido con el que el Ejecutivo busca que los trabajadores se queden en casa para reducir los contagios por coronavirus.
Una entrevista por fascículos en la que el presidente del Círculo de Empresarios ya avisa de que la recuperación no va a ser tan sencilla como la pintan algunos economistas.
Empezamos la semana con medio país parado y con miles de empresas sometidas al permiso retribuido, ¿qué le ha parecido la medida 'sorpresa' adoptada por el Gobierno este fin de semana?
Se trata de un permiso especial retribuido por las empresas y no por el Gobierno que está pasando el coste de la situación a las empresas sin ningún tipo de ayudas.
Lo hace así a diferencia de otros países que, como Dinamarca, sí confían en sus empresas y que están trasladando esas ayudas a estas para que las apliquen.
La idea, dice el Gobierno, es que la economía entre en fase de "hibernación".
La hibernación de la economía supondrá que la recuperación no va a ser en forma de V sino de U. Con cada medida nueva que toman está claro que la parte baja de la U se va alargando. Así no se podrá recuperar la economía en este ejercicio. Después de los ERTE vendrán los ERE.
Precisamente para intentar frenar la destrucción de empleo se ha decidido prohibir el despido. Dice el Gobierno que hay quien está abusando.
Es inadmisible que la ultraizquierda, aprovechándose del estado de alarma, intente controlar a las empresas poniendo restricciones a su libertad para contratar o despedir cuando así lo necesiten.
Lo hacen, además, criminalizando a los empresarios con una terminología que demuestra una absoluta falta de confianza hacia nosotros. Se trata de populismo puro: son medidas que suenan muy bien en primera instancia porque aparentemente impiden los despidos, pero que pueden llevar a las empresas a un tsunami de quiebras.
En una economía moderna de libre mercado, resultan totalmente inaceptables estas maniobras intervencionistas en plena pandemia.
¿Está el Gobierno poniéndose en contra de las empresas?
Lo que no está es contando para nada con las empresas. El Gobierno está dando palos de ciego. Cada día se les ocurre una cosa nueva, lo que demuestra que la situación se les está yendo de las manos, porque no tienen ninguna confianza en haberla controlado. Si esto fuera así, todo sería innecesario.
¿Cuál va a ser el impacto para la economía de las medidas que se están tomando para frenar el impacto del coronavirus?
Nadie lo tiene calculado. Tengo los datos de Goldman Sachs e IESE que rondan una caída del PIB del 10%.
Por otro lado, ¿debería aprobarse una renta básica?
Es algo que no tenemos muy analizado, pero los experimentos que he visto en países nórdicos me dicen que no es aconsejable por ahora. Las pruebas no han resultado beneficiosas y los países que lo han probado lo han cancelado porque la gente pierde interés en volver al trabajo.
La iniciativa privada y del emprendedor se pierde totalmente con esto. Ahora bien, sí es posible que durante esa crisis haya que repartir un dinero a la gente, pero hablamos de algo puntual. No de una renta universal para todo el mundo.
Eso sería una ayuda para los ciudadanos, pero las empresas ya se han puesto en marcha algunas, ¿son suficientes?
Por lo que me dicen los empresarios la respuesta es lenta y burocrática. Es cierto que las grandes empresas tienen algo más de músculo para aguantar, pero las pymes y los autónomos necesitan ayuda.
El pago de impuestos no debería exigirse ahora; además, los ERTE en empresas de menos de diez trabajadores deberían ser automáticos.
La lentitud y la burocracia también se pueden ver en el tema de los avales de 100.000 millones del Gobierno. Se han activado 20.000 millones, que está muy bien. Pero, ¿por qué no poner en marcha 40.000 millones? Las empresas necesitamos liquidez inmediata. Hay promesas, pero hay que cumplirlas rápidamente y no parece que la velocidad sea la deseable.
Se suma usted a las voces que reclaman el aplazamiento de todos los impuestos a las empresas, ¿se lo puede permitir el Gobierno?
El Estado tiene acceso a las líneas de crédito normal, que no están cerradas. Puede ir al mercado y pedir más dinero prestado sin problemas. Por encima de esto están los 750.000 millones del Banco Central Europeo. Liquidez no le va a faltar aunque necesite mucho más a corto plazo.
Creo que estamos hablando de un trimestre o como mucho dos. No hablamos a largo plazo, y con los mercados abiertos no cuesta mucho. La prima de riesgo está en los 100 puntos.
En cualquier caso, Sánchez pide que Europa se movilice, ¿debería Europa emitir coronabonos?
La verdad es que sería una buena idea. Aprovechar la guerra contra un enemigo invisible para que el conjunto de los países europeos estén unidos.
Europa a la larga necesita unidad fiscal y unidad bancaria, entre otras. Debemos empezar a unificar los criterios y esta crisis nos da una oportunidad.
El problema es que los países del norte insisten en que hemos vivido unos años de bonanza y no hemos hecho los deberes pese a todo.
Ahora el norte no tiene que pagar la factura. Estamos hablando de mutulizarla, de pagarla entre todos. La idea es que todos juntos podamos dividir la inversión que vamos a tener que realizar para recuperar el sector productivo, que está parado.
Es una situación diferente a la de 2008. Esta vez no es que España, Portugal, Italia o Grecia tengan problemas graves. Esto va por curvas, vamos a ver qué ocurre en Alemania o Francia. Esperemos a ver cuántos casos por habitante hay en cada país.
Además, ahora España está mucho mejor preparada. La banca está capitalizada, no hay burbuja inmobiliaria… El problema que tenemos es que la deuda es muy elevada, pero nada más.
¿Cómo deben afrontar el día después del confinamiento las empresas?
Tenemos el ejemplo de China y Corea. Esto es abrir las fábricas y volver a producir. El país tiene una fuerza enorme en cuanto a toda la industria del automóvil, que es de las primeras que hay que poner en marcha. Con eso y la fabricación de sus componentes, estamos entre los primeros cinco países del mundo. Es un sector vital.
El confinamiento se levantará antes de julio y agosto, así que el turismo será importante. Será un turista nacional, pero no podemos desperdiciarlo. Es importantísimo.
La construcción está aguantando ahora mismo bastante bien, así que habrá que apoyarse en ella.
El turismo no lo va a tener tan fácil, ¿no le parece?
Aquí tenemos un doble problema. Por un lado, tenemos un turismo que está muy volcado al turista extranjero, algo que tardará mucho tiempo en volver.
Por el otro, siempre digo que la taza de café que no tomas hoy en el bar no se recupera. Pues eso es lo que le va a pasar: lo que pierda el hotel o el restaurante hoy está perdido para siempre. Lo mismo ocurre con los asientos de los aviones.
Todo esto nos lleva a pensar que será un sector en el que la salida se producirá en una U todavía más pronunciada que en otros sectores.
¿Qué política ayudaría a dinamizar la economía durante la recuperación? Dice Podemos que habrá que buscar nuevos impuestos para pagar la factura. Habla, por ejemplo, de un impuesto de solidaridad para grandes fortunas.
Las empresas españolas pagan un 37% de la recaudación total de impuestos, según Eurostat. En Alemania está en un 26%. Es decir, estamos 11 puntos por encima. Todo lo que sea penalizar con más impuestos, con la tasa Tobin o la tasa Google es negativo para la reconstrucción. Lo que necesita el país en este momento es ayudar a la empresa. Es justo lo contrario de lo que se plantea.
Para recaudar en este país sólo hay dos impuestos: IVA e IRPF. Después de una recesión que va a ser profunda, lo que tienes que hacer es poner dinero en el bolsillo de la gente. La idea de Trump de meter 2 billones en la economía, incluyendo 1.000 dólares a las familias, es buena.
Ahora se necesita liquidez y repartir dinero, no recaudar y sacar dinero de los ricos. En España los ricos son pocos y no hay donde rascar. Eso para la galería queda muy bien, pero no te da dinero contante y sonante.
El único impuesto en el que se podría rascar algo es el IVA. En algunas partidas se podría hacer algo para subirlo. Sin embargo, no es el momento de ir exprimiendo a las personas y a las empresas. Estamos en una fase en la que hay que dar facilidades para que la gente gaste más y las empresas puedan invertir y contratar más.
¿Qué hacemos con la Reforma Laboral?
Continuar reformando. La contrarreforma es un error. Se ha visto ahora. Afortunadamente a raíz de la reforma de Báñez se ha podido dotar a los ERTE de la flexibilidad necesaria para que las empresas se ajustaran.
De lo que se trata también es de facilitar la contratación. Nosotros hablamos de tres contratos: fijo, temporal y otro para jóvenes que están en formación dual con las empresas.
En los tres casos el despido debe ser de 20 días. Basta mirar cómo Alemania, Holanda o Reino Unido (con menos del 5% de paro) tienen contratación flexible. Aquí todavía es inflexible y se ha hecho más difícil con el aumento del Salario Mínimo Interprofesional (SMI). Han agravado la situación, lo hemos visto en el sector agrícola y en el textil.
Usted ha estado muchos años en el sector sanitario, ¿qué le parece la respuesta que se está dando a la crisis del coronavirus?
Primero, unas cifras: el 25% del gasto sanitario en España es privado, y está ayudando a que la sanidad pública no esté todavía más colapsada. Creo, sin embargo, que no se están aprovechando todas las posibilidades del sector privado. Mire lo ocurrido con los test de detección rápida del coronavirus.
Cuando yo entré en el sector sanitario la compra se hacía centralizada en el Ministerio. Eso en una pandemia es el sistema ideal porque compras para todo el país. Es lo que ocurre en Francia o Reino Unido, por ejemplo. Aquí, en cambio, son las Comunidades las que llevan ya varios años comprando su propio material.
Es decir, que el Ministerio ya no tiene la experiencia en hacer esas compras. No tiene sentido que intente hacerlas porque la gente que conocía cómo hacerlo ya no está allí.
En definitiva, que hemos visto una chapuza en la mejor sanidad del mundo.
¿Y cómo aprovechar mejor los recursos privados?
Hay empresas que tienen oficinas y gente en China que están acostumbrados a tratar con proveedores. Sanidad debería contactar con ellos para que le ayuden a comprar el material que sea necesario.
Por cierto, que cuando hablan de los recortes en Sanidad conviene recordar que empezaron con Zapatero. Después de él vinieron otros dos años de caídas con Rajoy y luego se recupera. En 2009 el gasto en sanidad era de 1.510 euros por habitante en el sector público, en 2018 eran 1.617. Si deflactamos estamos casi igual que en 2009. No ha habido recortes.