Hace tres semanas que España empezó a cerrar su economía para combatir al coronavirus y en un tiempo récord muchas empresas han conseguido reinventar su modelo productivo para adaptarlo a una economía de guerra.
Inditex y su red de proveedores han centrado su producción en el diseño de batas para hospitales, mientras la red logística del gigante textil ha dejado de portar ropa para traer a España desde China material sanitario.
Del mismo modo, Seat ha dejado de fabricar coches para trabajar en un nuevo modelo de respiradores que -pese a las limitaciones que tienen por el momento- ayude a paliar las carencias de los hospitales, el grupo Puig ha dejado los perfumes para fabricar hidrogeles y Repsol también ha enfocado su negocio hacia los hidrogeles, habilitando refinerías enteras para nutrir al sistema sanitario de estos desinfectantes. Negocio en cursiva porque en estos momentos las empresas no venden, sino que donan.
La caída de la demanda de sus productos a cero en cuestión de días ha colocado a las empresas en la tesitura de decidir qué hacer con sus negocios: cerrar sus plantas o aprovechar la oportunidad y reinventarse, en este caso, para hacer una contribución social.
"Lo primero que debemos resaltar es que para poder hacer este cambio, hay una cuestión de tesorería. Hay que diferenciar entre empresas que pueden hacerlo y otras que no porque no tienen para comer. Pero es el momento de que las empresas que puedan, pongan a disposición de la sociedad el activo que tienen", señala a Invertia, Miquel Lladó, lecturer del departamento de Dirección Estratégica de IESE Business School.
Pymes poco digitalizadas
En ese sentido, España ha tenido que afrontar el cisne negro del Covid-19 en una situación de vulnerabilidad mayor que otras economías debido no solo a los desequilibrios de su sector público, también al menor tamaño de sus empresas. Una asignatura pendiente que ya en la última crisis de 2008, se puso de manifiesto que habría que abordar, pero quedó olvidada con la llegada de la recuperación.
Dejando de un lado los problemas de liquidez, en esta primera fase de la cuarentena, esa atomización de las empresas se ha notado mucho en el sector de la logística, donde la fuerte presencia de autónomos que trabajan con entre uno y tres camiones ha hecho que sea imposible hacer frente con más eficacia a los cambios experimentados por el consumo en estas semanas.
"En España hay unas 160.000 empresas que se dedican al transporte y el 70% de ellas son empresas con menos de tres camiones. Cuando tienen el camión lleno, no pueden absorber más volumen. Esto no ocurriría si fueran empresas más grandes, con algún camión de reserva que les permitiera aumentar capacidad para adaptarse a la demanda", explica a este periódico Miquel Serracanta, director master de Supply Chain en EAE Business School.
En su opinión, tras este shock económico, la logística será uno de los sectores que se reestructurará para poder competir con más eficiencia.
Otro de los hándicaps para adaptar el negocio a la demanda ha sido el retraso en la digitalización de algunos negocios. Un ejemplo claro ha sido el de la alimentación, con el colapso de las plataformas de compra online de los supermercados.
"No estaba previsto que la gente dejara de ir a las tiendas y la compra online no tiene la capacidad de absorber toda esta demanda. Las cadenas de supermercados se han visto superadas por el extraordinario aumento de demanda de las compras por Internet", explica Serracanta, que apunta a que el cuello de botella no ha sido la falta de camiones para transportar, sino la falta de medios para preparar los pedidos.
Esta situación no ha afectado a Amazon, que incluso ha tenido que reforzar su plantilla. En el caso del gigante estadounidense, esa adaptación ha sido posible porque tenía diseñado su negocio en España y sus centros logísticos para hacer frente a las necesidades que ha previsto para los próximos años en los que el comercio digital será cada vez más importante.
Nuevas prioridades productivas
El esfuerzo de muchas empresas por adaptar su modelo productivo a lo que el Gobierno califica de "guerra" contra el Covid-19 ha sido incluso resaltado por la vicepresidenta Económica, Nadia Calviño, que el pasado martes aprovechó su intervención en el Consejo de Ministros para destacar que muchas empresas españolas y sus trabajadores han "rediseñado su tejido productivo" en menos de un mes.
Pese a que en la mayoría de los casos han sido adaptaciones temporales, lo cierto es que España tendrá que aprender una lección de esta crisis y reorientar su actividad para ganar peso en el abastecimiento de material sanitario.
Según explica Luis Gil Palacios, secretario general de ASEPAL (Asociación de Empresas de Equipos de Protección Individual), a Invertia, la falta de industria propia en la fabricación de cosas imprescindibles para la Sanidad, como son las mascarillas, ha restado capacidad de acción frente al coronavirus.
Pese a que este sector factura entorno a 900 millones de euros anuales, está muy centrado en distribuidoras que trabajan con firmas extranjeras, cuando se ha demostrado estas semanas que es vital contar con más fabricantes nacionales.
En este contexto, Gil Palacios considera que cuando pase la emergencia sanitaria, será momento de abrir un debate sobre cómo España debe reforzar su producción propia, bien en solitario, bien en el contexto de la Unión Europea, para poder afrontar mejor cualquier tipo de epidemia en el futuro.
Serán muchas las reflexiones que se abrirán en los próximos meses, cuando la sociedad sea capaz de digerir los efectos letales de esta crisis sanitaria en el terreno personal y económico. Pero, como afirma Lladó, ya es momento de empezar a pensar en "el mundo que viene".
"Para todos nosotros esto ha sido una señal de alarma, una bandera roja. Pero tenemos que avanzar hacia una sociedad más sana. Este debe ser uno de los aprendizajes de esta crisis y para ello, será fundamental el papel de los líderes empresariales", concluye el profesor del IESE.