El pasado miércoles Guillaume Faury, CEO de Airbus, ofreció una conferencia a un grupo de periodistas de todo el mundo en la que explicó el impacto que la crisis del coronavirus está teniendo en su empresa y una batería de decisiones que la compañía iba a poner en marcha. Pocos sectores como el de los fabricantes de aviones están sufriendo de forma más profunda las consecuencias de la pandemia.
Todos sus clientes tienen la mayor parte de su flota en tierra sine die y los vuelos que operan van, prácticamente vacíos. Algo que no va a cambiar durante los próximos meses.
El ejecutivo francés, que gestiona una compañía que emplea a más de 100.000 empleados de forma directa y que da trabajo a una industria indirecta casi el doble de grande, realizó un análisis de la situación tan crudo como franco. Un relato que ayuda a entender ante qué vicisitudes se están enfrentando los grandes ejecutivos en estos días.
"Estamos ante una crisis sin precedentes. La respuesta para gran parte de sus preguntas es: no lo sé. Tras hablar con nuestros clientes hemos tomado una serie de decisiones de cara al futuro inmediato. No podemos proyectar nada más allá de los próximos dos meses. Nuestra prioridad en estos momentos es garantizar la salud de nuestros empleados y la liquidez de la empresa. A medida que la situación esté más clara iremos tomando decisiones", explicó Faury.
Seguramente la visión del mandatario francés es compartida por un enorme número de gestores durante estos días. En cambio, apenas encontramos titulares en los que gestores, públicos o privados, expliquen que no tienen información suficiente para contestar una pregunta.
Ante una crisis sin parangón en la historia reciente de occidente, los mensajes que han conseguido captar los focos de medios y usuarios de redes sociales han sido aquellos que proponían líneas de acción más claras. Personas que declaran con contundencia que saben lo que hay que hacer para superar esta situación. En tiempos de niveles de incertidumbre y urgencia tan altos, parece lógico abrazar las visiones de aquellos que dicen tener las recetas para salir de ésta.
Es la primera vez que analistas, empresarios, gestores, periodistas y ciudadanos nos enfrentamos a un fenómeno socioeconómico de la talla del provocado por el Covid-19. Hemos conocido dramáticas crisis económicas, conflictos geopolíticos que nos acercaron a ciertos abismos. Pero no tenemos referencias para la situación actual. Caminamos por lo desconocido.
Falta de respuestas no es igual a inacción
No hay que confundir declarar que en estos momentos no se tienen respuestas a algunas preguntas con parálisis. Además de ser capaz de responder "no lo sé", Faury ha puesto en marcha profundos planes con los que su compañía pretende plantar cara a los que seguramente serán los meses más difíciles de la historia de Airbus.
Del mismo modo, si algo hemos visto durante estas semanas es que sociedad, estamentos públicos y privados han conseguido poner en marcha soluciones inimaginables antes de esta tragedia. Proyectos de autoabastecimiento que, en otro contexto, habrían tardado años en organizarse se han puesto en marcha en días.
Pero ni la sociedad, ni los gobiernos, ni las empresas pueden vivir al día. Que no se haya vivido algo no es excusa para no aplicar un método para hacerle frente. Por eso, los estrategas empresariales ya trabajan en dibujar los horizontes de la nueva normalidad post-coronavirus.
Unas proyecciones que, en estos momentos, tienen un porcentaje altísimo de probabilidades de no cumplirse pero que son necesarias para afrontar distintos escenarios a los que sociedad, sector público y privado nos vamos a enfrentar en los próximos meses.
Hay que entender estas guías como puntos de partida que durante las próximas semanas se van a ir redibujando casi a diario. Unos diseños en los que el elemento que más va a impactar no va a tener su origen en ningún factor puramente económico. Toda proyección de la situación va a basarse en el nivel de control al que se consiga someter a la parte sanitaria de la pandemia.
Del mismo modo, la actividad económica va a estar totalmente condicionada a las medidas que se impongan para evitar que las tasas de contagio se vuelvan a disparar. Las medidas de higiene, de distanciamiento social o la utilización de equipos de protección individual (EPI) tanto en el trabajo como en nuestra vida cotidiana van a afectar a los ritmos productivos, a la configuración de las plantillas o de los propias entornos de trabajo, ya sean fábricas u oficinas.
En este contexto, las consultoras van a jugar un papel crucial en el asesoramiento de mandatarios políticos y empresariales. Las visiones externas de estos asesores aportan un conocimiento horizontal frente al expertise sectorial de las compañías. En un momento en el que escasean las certidumbres sobre las que tomar decisiones, la consultoría va a jugar un papel crucial en la toma de decisiones estratégicas de miles de empresas.
Un claro ejemplo de esto lo encontramos en el informe Covid 19 Facts and Insights de Mckinsey & Company. Durante los últimos días la consultora estratégica ha realizado un estudio que va actualizando periódicamente y que detalla las claves económicas provocadas por el coronavirus. En él dibuja diferentes alternativas a la evolución del actual momento y ofrece una serie de guías de acción.
Siendo esta la cantera de un número importante de los primeros espada de las grandes corporaciones, el informe de Mckinsey puede ayuda a entender en qué dirección están enfocando su atención los principales decisores corporativos.
Mayor impacto desde la II Guerra Mundial
El escrito no duda en señalar que la economía mundial va a sufrir el mayor impacto desde la II Guerra Mundial. En este sentido, el estudio dibuja nueve escenarios que nacen de dos ejes. Por un lado, el grado de efectividad de las medidas adoptadas para contener el virus. En el otro, el impacto de estas medidas en la economía.
De todas las posibilidades, la consultora señala dos escenarios como los más probables y sobre los que fija la atención de gran parte del documento: uno de recuperación temprana en el que Asia, Europa y Estados Unidos consiguen reducir a la mínima expresión el virus durante el segundo trimestre de 2020 y otro en el que las principales economías no son capaces de contener la pandemia sin aplicar medidas que afecten al día a día de los ciudadanos y las empresas durante todo el año.
Entre los pronósticos más crudos del informe destaca la horquilla de caída del Producto Interior Bruto (PIB) de Estados Unidos para el segundo trimestre de 2020: entre un 8% y un 11%. Del mismo modo, en todos los escenarios la Eurozona es señalada como el conjunto de estados donde más durará la crisis y donde más tarde se saldrá. El impacto en el PIB entre abril y junio se dispararía entre el 10% y el 13% en el caso de los países europeos.
En lo que tiene que ver con la recuperación, la previsión de Mckinsey es que China recupere los niveles anteriores al coronavirus entre finales de 2020 o mediados de 2021. En el caso de Estados Unidos, el mejor horizonte también marca el final de este año como vuelta a la normalidad. En cambio, la visión más pesimista alargaría hasta mediados de 2024 la vuelta a los niveles de 2019.
El horizonte de la Eurozona más optimista señala a mediados de 2021 como punto de vuelta a los niveles de actividad anteriores al coronavirus. Una fecha que se retrasa hasta finales de 2024 si se cumplen las peores previsiones.
Sectores más afectados
En lo que que respecta al grado de afectación de los sectores económicos, en el apartado de los más dañados destacan el sector aeronáutico, las líneas aéreas y el turismo. Mientras el confinamiento siga siendo el tratamiento más efectivo para frenar los contagios, la actividad de estos sectores en el mejor de los casos podría tener caídas del 70% a medio plazo.
Una circunstancia para la que el largo plazo no pinta mejor ya que, aún superándose la crisis sanitaria actual, es imposible predecir si los usuarios volverán a viajar como antes tanto por motivos profesionales como turísticos. Una circunstancia a la que hay que sumar el tremendo desarrollo que han tenido las actividades no presenciales en estos días.
El impacto en los viajes de negocios no va a venir sólo por cuestiones sanitarias. La telepresencia se está demostrando como una herramienta no sólo útil para reducir el riesgo de contagio, también como reducción drástica de costes. Miles de gestores de todo el mundo han comprobado estos días que gran parte de estos encuentros físicos se pueden realizar de forma virtual con el mismo grado de efectividad. Algo que también va a impactar dramáticamente en el volumen de viajes de trabajo en el corto y el medio plazo.
En este sentido el informe señala a los productores de petróleo y gas como las víctimas colaterales de la situación que va a vivir el sector del transporte en su conjunto. En tanto en cuanto el volumen de viajes no vuelva a niveles de 2019 la demanda de combustible quedará fuertemente dañada para 2020 y con el misma nivel de incertidumbre de cara al medio y largo plazo.
En el lado de los menos afectados aparecen el sector farmacéutico, la distribución -con especial atención a lo que respecta a lo alimentario-, las compañías logísticas y las de suministros médicos. Sectores cuya demanda no sólo ha aumentado en estos momentos iniciales de la crisis sino que, además, se espera que esta tendencia continúe en los horizontes dibujados.
Guía de acción ante la crisis
El informe de Mckinsey, además de este análisis global, ofrece una guía de acción a las compañías para enfrentarse a la situación generada por el Covid-19. En concreto, diferencia cinco fases: un primer análisis de situación tras el golpe inicial en lo que se refiere a empleados, cadena suministro y relación con los clientes.
Después llegaría el turno de la toma de decisiones de emergencia para adaptar la empresa a los momentos de mayor nivel de incertidumbre. Una vez superada esta fase, será el momento de planear el retorno a la actividad. Un punto en el que es clave reimaginar la nueva normalidad a la que se va a enfrentar la empresa.
Por último, el estudio marca un periodo en el que la flexibilidad será fundamental debido a la necesidad de adaptarse al nuevo entorno, tanto regulatorio como competitivo, en los distintos sectores. El tablero y las reglas del juego habrán cambiado, en muchos casos de forma drástica. Adaptarse a ello también será un reto.
Para poner en marcha todas estas líneas de acción, Mckinsey propone a las organizaciones separar sus equipos en cuatro grupos. Entre los que se centran en el corto plazo se encuentran los encargados de mantener el mayor nivel de actividad desde el primer momento y los centrados en garantizar los medios para continuar con esa actividad.
En lo que respecta al medio y largo plazo, el estudio diferencia entre los encargados en entender tanto los nuevos escenarios como las oportunidades resultantes de la situación y los encargados en conceptualizar la nueva organización adaptada a ese nuevo contexto.
Un manual para las próximas décadas
El segundo trimestre de 2020 tiene muchas papeletas para ser recordado como el periodo de tiempo de la era contemporánea en el que más decisiones y de mayor peso se tomaron en los órganos directivos de las principales organizaciones mundiales. Lo acontecido durante estos meses será la base de gran parte del pensamiento que marcará la gestión corporativa de la próxima era empresarial.
Una etapa que inevitablemente quedará marcada por la pandemia sufrida por la humanidad. Del mismo modo, un periodo en el que, al enfrentarnos a algo nunca antes conocido, se están poniendo en práctica decisiones inimaginables en otro contexto.
Además, de decisiones que salvarán o costarán millones de euros y de puestos de trabajo, en estos días se escribe un manual que perdurará durante décadas. En el futuro habrá nuevos retos empresariales, pero lo aprendido para combatir al Covid-19 otorgará una nueva base a los directivos de las compañías del mañana para hacer frente a los desafíos a los que tengan que enfrentarse.
Nadie puede predecir como será el mundo post-coronavirus. Lo que sí sabemos es que las decisiones que se tomen hoy marcarán un antes y un después en nuestros modelos sociales y económicos.