El 737 MAX enfila los últimos pasos para volver a tener permiso para realizar vuelos comerciales. Tras más de un año de confinamiento aeronáutico, el avión estrella de la firma estadounidense ha completado esta semana una serie de vuelos de certificación que le acercan a la vuelta a la operación. La Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA) tomará como referencia para levantar el veto a la familia de aviones que a finales de 2018 y principios de 2019 sufrió dos accidentes mortales.
Pese a la importancia de estos vuelos, a los MAX aún les queda un largo camino hasta poder volver a surcar los cielos llenos de pasajeros. La FAA ha recalcado todas las veces que ha tenido ocasión que pretende realizar un trabajo minucioso y exhaustivo hasta volver a dar permiso para operar a los aviones de Boeing.
Los tres días de vuelos se traducirán en meses de estudio y análisis para la FAA. Primero en lo que tiene que ver con los datos recabados durante las pruebas. Después se deberá analizar toda la documentación aportada por Boeing sobre los cambios realizados tanto en el sistema operativo como en los componentes que lo nutren. Por último, el organismo estadounidense junto con otros reguladores aéreos deberán alinear sus criterios en lo que tiene que ver con la formación de los pilotos.
Al concluir todo este proceso, la FAA publicará tanto los cambios que deben realizarse en las aeronaves que ya estaban en servicio como en lo relativo a los planes que deberán realizar los encargados en pilotar los aviones. Un punto que presentará importantes problemas para Boeing.
Formar pilotos es caro y uno de los elementos clave para que las aerolíneas optaran por este modelo fue, precisamente, que su plantilla no debería pasar horas de simulador certificándose. Boeing y sus clientes deberán decidir quién paga en el caso en el que se confirme la necesidad de realizar esta puesta a punto, también de los pilotos.
Pretemporada para los aviones
El trabajo en los aviones no terminará con la introducción de las modificaciones. Una vez se realicen será el momento de volver a hacerlos volar. Las aeronaves que ya formaban parte de las flotas de las aerolíneas tendrán que pasar un proceso de puesta a punto debido al tiempo que llevan sin operar.
Esta circunstancia provocará que haya que realizar unos trabajos similares a las tareas de mantenimiento que un avión debe cumplir regularmente. En este caso serán muy profundas ya que involucrarán desde los motores del avión a todos los servicios a bordo como los circuitos eléctricos o la ventilación.
En paralelo a este proceso en cada país, y casi en cada aerolínea, se prevé otro elemento que puede generar fricción: los pilotos y los trabajadores de cabina. Estos colectivos van a tener un papel clave a la hora no solo de que el avión vuelva a volar, sino en devolver la confianza de puertas a fuera de las aerolíneas.
En la parte práctica, las agrupaciones de pilotos y trabajadores que operarán estos aviones tendrán una responsabilidad enorme ya que se convertirán en prescriptores y garantes de la seguridad del avión. La enorme capacidad de presión de los pilotos será un factor clave a la hora de que el gran público vuelva a montar en el avión sin reticencias.
Por último, y muy ligado a esto, las aerolíneas deberán realizar una importante labor en materia de comunicación. La crisis del 737 MAX ha sido la primera de la historia aeronáutica en la que las redes sociales han jugado un papel crucial. Durante los días después del segundo de los accidentes mortales sufrido por este avión, miles de usuarios preguntaron en los perfiles en redes sociales de las aerolíneas si su avión era de la misma familia que los accidentados. En su vuelta a los aires, las compañías aéreas deberán realizar un ingente trabajo a la hora de transmitir seguridad a sus clientes.
Situación económica crítica
Aun con todas estas complejidades, Boeing necesita que se cumplan los mejores pronósticos durante los próximos meses. Sólo entre enero y marzo, la compañía perdió 641 millones de dólares frente a unas ganancias de 2.149 millones en el mismo periodo del año anterior. A medida que la pandemia continúa paralizando gran parte del tráfico de pasajeros de las aerolíneas, Boeing está sufriendo por la significativa reducción en la demanda de nuevos aviones. Las aerolíneas retrasan las compras de nuevos aviones, ralentizan los horarios de entrega y difieren el mantenimiento electivo de sus flotas.
Para alinear el negocio con la nueva realidad del mercado, Boeing tomó una serie de medidas que incluyeron la reducción de las tasas de producción de aviones comerciales. La compañía también anunció una reestructuración organizacional y de liderazgo para racionalizar los roles y responsabilidades, y planea realizar recortes de personal comenzando por bajas voluntarias.
Con estas medidas el gigante aeronáutico está intentando asegurar la liquidez a corto plazo. Entre las decisiones adoptadas destacan la apertura de una línea de crédito, la reducción de costes operativos, la cancelación de sus planes de recompra de acciones y el suspenso de dividendos hasta nuevo aviso.
El papel del 737 MAX
Y es que, el 737 MAX es un programa clave en el presente y el futuro de Boeing. Se trata de la evolución de la familia 737 conceptualizada con un objetivo fundamental: la eficiencia en el consumo de combustible. Desde su lanzamiento comercial el 737 MAX estaba siendo un éxito de ventas. Llego a acumular 5.100 pedidos, de los que 4.699 estaban pendientes de entregar en el momento que se ordenó que aterrizaran todos los modelos de esta familia.
Los pedidos pendientes de esta aeronave suponen una gran parte del trabajo futuro de la división de aviones comerciales de Boeing. Además, el segmento de este tipo de aeronaves es el que más ingresos futuros va a generar en el sector aeronáutico. Según las previsiones de Boeing, entre 2018 y 2037 las aerolíneas de todo el mundo van a necesitar más de 31.000 aviones de estas características. Una cifra que la crisis del coronavirus hará menguar. Pese a ello, el 737 MAX seguirá siendo la familia clave para el fabricante estadounidense.
Las acciones de Boeing han valorado de forma positiva el proceso de certificación de la aeronave con una subida del 6% de su valor en Bolsa durante los días que duró el proceso. Y es que, la compañía necesitaba esta noticia ya que atraviesa el momento más complicado de toda su historia. Los resultados económicos del primer trimestre del año fueron un fiel reflejo de esta situación.
El proceso de certificación del 737 MAX llega en un momento en el que todas las alarmas estaban encendidas para Boeing y sus clientes. Tanto el fabricante aeronáutico como las aerolíneas que cuentan con esta familia en su flota cruzan los dedos para que la FAA dé luz verde definitiva a la vuelta a la actividad de la aeronave. Una decisión que marcará, irremediablemente, la historia del sector aeronáutico.