El aceite de girasol escaseará este año en España como consecuencia de la guerra en Ucrania. Las empresas del sector prevén desabastecimiento a partir de mayo, pero puede haber efecto sustitución tanto en los hogares como en la industria y, además, se está a tiempo de impulsar su cultivo para la próxima campaña.
Más optimista en su previsión ha sido la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). Considera que no será hasta verano cuando escasee este bien y cree que la restricción de venta del aceite de girasol en algunos supermercados favorece "la alarma" y "su subida de precio".
El desabastecimiento de aceite se puede paliar importando girasol de países como Argentina si la Unión Europea (UE) flexibiliza la legislación en cuanto a fitosanitarios empleados. Otra solución es que se impulsen los cultivos rápidos o de ciclos cortos.
Cultivar girasol
Justo es en los meses de primavera cuando se empiezan a cultivar en el sur de España las semillas de girasol, que se recogen a partir del mes de octubre. Algunas variedades de ciclos cortos -cultivos que se dan en menos meses y con menor rentabilidad- incluso podrían llegar a cosecharse para verano.
"Se trata de un cultivo que, a diferencia de los cereales como el trigo o el maíz, sí podría sembrarse en zonas como Castilla y León porque no tiene un uso intensivo del agua", explica a EL ESPAÑOL-Invertia Jorge de Saja, el presidente de la Asociación nacional de empresas para el fomento de las oleaginosas y su extracción (Afoex).
Las hectáreas de girasol en España se han venido reduciendo desde hace años por ser un cultivo "poco rentable" y que, además, "no estaba favorecido en la PAC". En concreto, España produjo 878.000 toneladas de semilla de girasol e importó 228.000 toneladas en 2020, según datos de la Federación Europea de Aceites y Oleaginosas (Fediol). En cuanto a los litros de este aceite, España produjo 507.000 toneladas e importó 606.000 toneladas.
La industria del dulce, las conserveras y otros productos como las salsas van a ser los principales perjudicados por el encarecimiento de este líquido. La industria ha reclamado "flexibilidad" en el etiquetado para que se puedan emplear otras grasas vegetales.
Reformulando sus productos
"Depende de cada empresa, pero no hay stock y es complicado conseguirlo en otros orígenes", explica a este medio el secretario general de Produlce, Rubén Moreno. Las empresas del dulce están "probando alternativas" y "reformulando" sus productos con otros aceites.
La petición del sector es que se pueda flexibilizar el etiquetado para no tener que desechar los envases existentes y que se pueda precisar el tipo de aceite empleado de otro modo. "Sin esa flexibilidad, algunos lineales se quedarán medio vacíos", lamentan desde Produlce.
Para ellos, la solución pasa por emplear aceites con sabor neutro como el de soja, palma, colza u orujos de oliva. "Emplear el de oliva sería facilísimo en España, pero necesitamos aceites con sabor neutro", precisa Moreno.
Las conserveras ya empiezan a acusar las dificultades para abastecerse de este líquido. “Las distribuidoras nos dicen que hay escasez y estamos intentando conseguir el aceite de donde se puede”, explican a este periódico desde el Consejo Regulador de la caballa y la melva de Andalucía.
El consumo en el hogar
España es un país con marcada preferencia por el aceite de oliva, pero aún así uno de cada tres litros empleados en el hogar es de girasol. En concreto, el 30% de los litros del aceite consumido en los hogares españoles es de girasol, frente al 67% que se corresponde con aceite de oliva.
La alarma en torno al aceite de girasol ha disparado el precio del de oliva un 10% en las últimas dos semanas. La variedad lampante, la de menor calidad, ha sido la que más ha acusado esta subida: en solo dos semanas se ha encarecido un 13% y cuesta un 45% más si se compara con marzo de 2021, según los precios consultados en el sistema de información de precios en origen del aceite de oliva Poolred.
El consumo en España de otras variedades como el aceite de soja, de palma, de orujo de oliva o de colza son prácticamente residuales, mientras que en otros países del norte de Europa sí que existe tradición de emplear en los hogares estos aceites.
Precisamente en España somos especialmente reticentes a este último aceite por el catastrófico episodio registrado en 1981 cuando cientos de personas fallecieron tras la comercialización de un aceite de colza que estaba desnaturalizado y que contenía una sustancia tóxica. Se le conoce como el mayor envenenamiento de la historia de España, ya que afectó a unas 20.000 personas.