La banca española ha salido de los últimos años de crisis con un balance más saneado tras una notable reducción de activos tóxicos en cartera. Sin embargo, el rescate financiero, las cláusulas abusivas, los desahucios o las preferentes siguen muy presentes en la percepción de la sociedad sobre el sector.
Aunque con poca autocrítica, las entidades son conscientes de que las malas prácticas del pasado han supuesto un duro golpe para la reputación de la industria financiera, que necesita más que nunca la confianza del cliente para seguir alimentando su negocio y nutriendo su rentabilidad. “La reputación de los bancos sigue siendo mala, y así es difícil mantener la rentabilidad”, reconocía Gonzalo Gortázar, consejero delegado de CaixaBank, el pasado año.
Sin embargo, el esfuerzo del sector para limpiar su imagen desde hace años se puede esfumar en un segundo ante el goteo de sorprendentes noticias que ni mucho menos ayuda a que los clientes ‘quieran’ un poco más a los banqueros. El riesgo reputacional del sector, que parecía disipado tras haber dejado atrás los años más duros de la crisis, ha vuelto con fuerza en los últimos meses. Primero, por una polémica que la banca no desató, como fue el lío hipotecario abierto en octubre sobre el impuesto de actos jurídicos documentados (AJD). Alegando que las entidades siempre habían cumplido la legislación vigente y conscientes del daño que su imagen volvía a sufrir, los bancos mostraron su malestar por volver a quedar como los 'malos' con frases como “nadie defiende a la banca” o “no obligamos a los clientes a contratar hipotecas y no tenemos que estar pidiendo perdón todos los días”.
Ahora, y a las puertas de la presentación de resultados anuales, la crisis reputacional del sector ha resurgido con fuerza, y esta vez por 'méritos' propios. El escándalo por el que, supuestamente, BBVA contrató en 2004 a una empresa del ex comisario Villarejo, el Grupo Cenyt, para espiar a políticos, periodistas y empresarios durante el asalto de Sacyr a la entidad está causando un considerable coste de imagen.
La noticia ha sentado como un auténtico ‘tiro’ en el sector, que considera que “aunque no sea cierta, la sospecha ya ha provocado un daño gravísimo a nuestra reputación”, indican desde una entidad financiera nacional. El nuevo presidente del BBVA, Carlos Torres, ha reconocido en una carta remitida a la plantilla del banco que se contrató a Villarejo en aquella época, pero asegura que no se han descubierto indicios de espionaje. Eso sí, anunció que “tomará las medidas internas que procedan”, en alusión a la figura de Francisco González, que actualmente ocupa la presidencia de honor del banco.
EL FICHAJE CAÓTICO
La reputación del sector también se ha visto mermada en las últimas semanas con el inicio del juicio por la salida a bolsa de Bankia y, más recientemente, la marcha atrás del Santander en el fichaje de Andrea Orcel como nuevo consejero delegado. “Han hecho el ridículo y pocos se creen la versión oficial sobre que la entidad desconocía los detalles del coste del directivo”, critica un gestor de fondos nacional.
A esta ‘operación fallida’ se suma ahora la decisión de la Audiencia Nacional de imputar al banco presido por Ana Botín en el proceso que estudia las posibles irregularidades cometidas por el Popular durante la etapa de Ángel Ron y de Emilio Saracho. Una decisión que la entidad cántabra ya ha anunciado que recurrirá.
"La reputación importa. Y mucho. Y el gobernador del Banco de España ya ha pedido medidas que mitiguen el riesgo de incurrir en conductas inapropiadas"
Estos últimos acontecimientos no han tenido, de momento, respuesta por parte de la Asociación Española de Banca (AEB) que, consultada por este medio, ha preferido no hacer valoraciones a pesar de que el presidente de la asociación, José María Roldán, sí se ha pronunciado en varias ocasiones sobre el riesgo reputacional de la banca, aunque siempre matizando que “no se puede generalizar”.
Quien sí empieza a ser más claro en sus advertencias sobre la importancia de recuperar el prestigio en el sector es el Banco de España. El gobernador Pablo Hernández de Cos ha aprovechado esta semana su intervención en el IX Spain Investors Day para asegurar que la banca debe realizar “un particular esfuerzo para mejorar su reputación e introducir medidas que mitiguen el riesgo de comisión de conductas inapropiadas". Un mensaje que el organismo iguala ya al de la necesidad de acelerar la reducción de activos tóxicos, así como fortalecer el capital, mejorar la rentabilidad o encarar el proceso de digitalización.
Todos estos frentes abiertos se suman al hastío de los clientes por el ahorro poco remunerado. O las pérdidas generalizadas que el pasado año se dieron en los productos, supuestamente, de menor riesgo.
Consciente de la importancia de la industria para la economía, el Gobierno tampoco ha querido quedarse al margen del debate. La ministra de Economía, Nadia Calviño, ha advertido esta semana del serio riesgo que supone el caso concreto de BBVA para la imagen de todo el sector, solicitando a todas las entidades que trabajen para mejorar su reputación. Solo así conseguirán mejorar, también, su rentabilidad.