No lo pudo evitar. Cuando la rueda de prensa que estaba ofreciendo llegaba a su recta final, y ante una nueva pregunta sobre el impacto que los tipos de interés negativos que el Banco Central Europeo (BCE) establece tienen sobre los bancos, el presidente de la institución, Mario Draghi, no se mordió la lengua. Cansado de las quejas del sector sobre este asunto, le recordó "la sobrecapacidad" que aún presenta. "De personas, de oficinas, de costes", continuó. Sostuvo que el sector bancario europeo "está superpoblado" y que "la necesidad de una consolidación es significativa". Y lo dejó bien claro: el sector debe repensar su modelo de negocio, ser eficiente y apostar por la digitalización.
Poco después terminó la comparecencia que había seguido a una reunión de política monetaria, la tercera del año, en la que el BCE había hecho lo previsto. Esto es, mantener los tipos de interés oficiales en el 0% y los de la facilidad de depósito en el -0,40%; confirmar que no subirán "al menos hasta el final de 2019"; dejar sin cambios su política de reinvertir el dinero procedente del vencimiento de los bonos que tiene en cartera; avanzar que los detalles de su nuevo programa de financiación bancaria (TLTRO III) serán ofrecidos en una de sus próximas reuniones; constatar que ante la débil situación económica de la Eurozona "un amplio grado de estímulo monetario aún es necesario"; y defender que, pese a todo, el riesgo de recesión "es bajo".
Pero aún le dio tiempo a más. También tendió la mano a la banca. Lo hizo, como de costumbre, a su forma; sin decirlo explícitamente . "Consideraremos si la preservación de las consecuencias favorables de las tasas de interés negativas para la economía requiere la mitigación de sus posibles efectos secundarios, si los hubiera, en la intermediación bancaria".
"Del mismo modo que reclama reformas estructurales a los gobiernos, Draghi también exige a la banca que no solo se queje de los bajos tipos y ataje sus propios problemas"
O dicho de otro modo: primero dejó claro que subir los tipos de la facilidad de depósito, que al estar por debajo del 0% son un 'impuesto' para el sector porque implica que tienen que pagar un interés por el dinero que le sobra -y le sobran casi dos billones de euros al día-, no es una opción porque, a juicio del BCE, la economía todavá precisa este tipo de estímulos; y luego concedió que tomará medidas que alivien el daño que los tipos negativos provocan en el negocio bancario. Con una condición: que el BCE detecte esos daños. "Estamos en proceso de analizar los efectos de los tipos de depósito negativos en la banca", aseguró Draghi. Para ello someterán las rentabildades del sector europeo al contraste de otros países para saber si, en efecto, la actual política monetaria del BCE castiga al sector.
De ser así, supondrá un respiro para la banca, que al día paga ahora más de 20 millones de euros por los intereses negativos, suma que al cabo de un año se acerca a los 8.000 millones. Teniendo en cuenta que los tipos de la facilidad de depósito llevan en negativo desde junio de 2014, la factura total ronda ya los 19.000 millones de euros. Para rebajar este 'impuesto', todo indica que el BCE segmentará el exceso de liquidex existente para que los bancos no paguen el mismo interés por todo el dinero que les sobra.
"Los tipos negativos cuestan al sistema bancario de la Eurozona unos 8 000 millones de euros al año y, al utilizar un tipo de depósito escalonado, estos costes se reducirían sin duda alguna y beneficiarían la solidez de los bancos. Creemos que estos tipos diferenciados se harán realidad y que al final serán positivos para los bancos del Espacio Europeo", valora Mondher Bettaieb, director de crédito corporativo de Vontobel AM.
SUS PROPIOS DEBERES
Ahora bien, que el BCE abriera la puerta este miércoles a esa opción, respaldando así los comentarios que Draghi ya había anticipado a finales de marzo, no implica que la institución comulgue por completo con las quejas de la banca sobre los tipos. De ahí el remate del banquero central italiano.
"Las entidades con unos costes superiores al 80% de los ingresos no deberían quejarse de los tipos negativos", dijo amargamente para subrayar que los bancos también deben hacer su propio trabajo. Por eso insistió en la necesidad de una consolidación que ajuste los costes y la capacidad y refuerce la rentabilidad del sector sin necesidad de esperar a unas subidas de los tipos que no están en su mano y que dependen de otras variables, principalmente la marcha de la inflación.
Las objeciones mostradas por Draghi, similares a las que lanza a los gobiernos cuando reivindica que acometan las reformas estructurales que hagan sostenible la recuperación económica, se producen cuando el baile corporativo en la banca europea ya está en marcha. Los alemanes Deutsche Bank y Commerzbank están negociando fusión, con el italiano UniCredit al fondo por su posible interés en el segundo. En España, Unicaja y Liberbank siguen trabajando en su unión y las quinielas ya contemplan una futura operación con Banco Sabadell y con Bankia o BBVA como posibles 'parejas'.