Deutsche Bank sigue inmerso en una crisis de nunca acabar. Continúa buscando y rebuscando la fórmula para enderezar un rumbo que se torció en los últimos años previos a la crisis, cuando la diseminación de riesgos a través de derivados, de deuda colateralizada, de productos estructurados y cambiarios, de pura ingeniería financiera, hincharon el negocio y el valor bursátil del banco alemán, pero a cambio de hipotecar su futuro.
Ahora, y prolongando la lucha contra ese pasado y la búsqueda de ese futuro, ha anunciado un nuevo y duro ajuste. Despedirá a 18.000 empleados, uno de cada cinco, hasta 2022, para dejar la plantilla en 74.000, con un coste calculado de 7.400 millones de euros. "Sólo así podemos lograr que Deutsche Bank vuelva a tener una posición de liderazgo", ha defendido el presidente de la entidad, Christian Sewing, en una carta a los empleados. La reestructuración, sostiene, no es otra cosa que un "retorno a las raíces de Deutsche Bank".
De manera sintomática, este regreso a las raíces dejará bajo mínimos a la división de banca de inversión, antigua ‘gallina de los huevos de oro’ para el banco y origen de muchos de los problemas que sigue arrastrando. "Se trata de volver a poner las necesidades de nuestros clientes en el centro de lo que hacemos", explica también Sewing en la misiva.
En paralelo, Deutsche Bank creará un ‘banco malo’ para aparcar activos de alto riesgo, aunque el propio Sewing repudió en su carta la calificación de ‘banco malo’ para un vehículo cuyo cometido será recoger esos activos para recuperar todo lo que pueda con ellos. Estará dotado con activos por valor de 74.000 millones de euros “para ser vendidos durante los próximos años”.
VENIDO A MENOS...
Volver a las raíces para tener futuro, algo que el mercado no ve tan claro. Allá por mayo de 2007, mientras apuraba la fiesta previa al estallido de la crisis, su capitalización llegó a superar los 60.000 millones de euros. Ahora, ya fuera incluso del índice del EuroStoxx 50, solo capitaliza 13.500 millones. O lo que es lo mismo, apenas cotiza a 0,2 veces su valor en libros, la ratio más reducida entre las principales entidades de la Eurozona. Sus comparables, vamos, aunque cada vez le quedan más lejos.
"Deutsche Bank pretende volver a unas raíces que quedaron contaminadas durante la crisis; no lo tiene fácil ni por ese pasado ni por el actual contexto que envuelve a la banca"
Banco Santander vale en bolsa cerca de 70.000 millones de euros; BBVA, 33.500 millones; el francés BNP Paribas, 54.000 millones; el holandés ING, más de 40.000 millones; los italianos Intesa Sanpaolo y Unicredit, 35.000 y 25.000 millones, respectivamente; y solo otro galo, Société Générale, con 18.000 millones, permanece cerca.
Lo mismo ocurre con los múltiplos. De media, las grandes del sector cotizan a 0,5 veces su valor en libros, por debajo de las 0,7 veces en las que, según Refinitiv (antigua Thomson Reuters), se sitúa su media de los cinco últimos años. Société Générale, con 0,3 veces, es la que está más cerca. Unicredit cotiza a 0,45 veces; BNP, a 0,5 veces; Intesa, a 0,65 veces; Santander y BBVA, a 0,7 veces; e ING, a 0,8 veces. Es decir, todas con descuento con respecto a su valor en libros, todo un síntoma de los importantes recelos con los que el mercado ve a la banca, en la que no encuentra la rentabilidad precisa en estos tiempos de tipos bajos o directamente negativos, mayores exigencias de capital y regulatorias, competencia tecnológica e incertidumbre económica y empresarial con parálisis de proyectos y, por tanto, de necesidades de financiación.
...PERO AÚN ES UN COLOSO
Este contexto complica la revitalización de Deutsche Bank, que sin ser lo que era en otros apartados continúa siendo un coloso con un balance de 1,4 billones de euros, cerca de los 1,5 billones de Banco Santander. No son los más de 2 billones a los que su balance ascendía en 2008, pero sí es una cifra que pone de relieve que la entidad alemana continúa siendo un jugador clave en el entramado financiero europeo. Vamos, que encaja con la famosa etiqueta de que 'es demasiado grande para caer'.
Pero tiene los pies de barro. Y ahora lanza esta reestructuración con la intención de fortalecerlos. Por el momento, eso sí, el coste de la reestructuración provocará nuevos ‘números rojos’ en 2019. Tras tres años seguidos de pérdidas, en 2018 el banco ganó 267 millones de euros y en el primer trimestre de 2019 había ganado 178 millones. Para el conjunto del ejercicio el consenso de mercado que recoge Refinitiv preveía un beneficio de 682 millones, cifra que saltará ahora por los aires con los costes del ajuste. Para el segundo trimestre se espera un impacto negativo ya de 2.800 millones.
Entre los expertos, el valor continúa sin convencer. De los 26 analistas que siguen al valor, solo dos aconsejan comprar sus acciones; 10 se inclinan por mantenerlas y 14, por venderlas. En cuanto al precio objetivo, las acciones vuelven a tener potencial... tras las contuntendentes caídas de las dos últimas sesiones. Si el lunes se dejaba más de un 5%, este martes ha perdido un 4,2%, hasta los 6,505 euros, y el consenso de mercado sitúa su valor justo en los 6,77 euros.