Los bancos llevan tiempo sin conocer una sesión que no les traiga sobresaltos. Después del duro descalabro de ayer miércoles, este jueves prueban la tijera de los analistas de Citi. El banco de inversión se suma así a una reciente oledada que en las últimas semanas ha penalizado al sector financiero español.
La rebaja de los de Citi es especialmente sangrante en CaixaBank y Sabadell, que cotizan a mínimos históricos. Sin embargo, en ambos casos los nuevos precios objetivos que otorga se sitúan por encima de su actual y depreciadísima cotización. En el caso del primero, el techo para su gráfica lo ubica en los 2,15 euros frente a los 2,60 por acción que hasta ahora marcaba, con lo que el potencial alcista se le recorta al 7%.
En el caso del banco vallesano, que ya cotiza muy lejos de la cota del euro por acción que le sacaría de la denostada categoría de las ‘penny stocks’, el recorte ha sido de los 0,93 hasta los 0,80 euros por acción. A tenor de sus últimos desplomes, el comandado por Josep Oliu cuenta con cancha para un rebote a medio plazo del 11%.
Para Bankia, que se sigue distanciando del precio al que el Estado conseguiría cierto beneficio por la venta de parte del capital que aún conserva en cartera, los de Citi fijan el precio objetivo en los 1,8 euros por acción. Una bajada más que sensible desde los 2,10 euros por título que hasta este jueves marcaban para la nacionalizada, cuyo potencial se ve recortado al 14%.
El golpe ya se anticipó a la sesión de ayer miércoles para Liberbank, cuando se conoció que la entidad estadounidense había decidido degradar de los 0,56 hasta los 0,51 euros por acción el precio objetivo del banco español. En este caso, el profundo recorte que este último sufre desde que empezó el año se traduce en un potencial del 60% hasta alcanzar esta cota.
Con este tijeretazo, Citi se suma a otras muchas casas de análisis que en las últimas semanas han empeorado su visión sobre el sector financiero español. Las amenazas de recesión global, la continuidad de los tipos de interés en mínimos históricos y el temor al impacto de la guerra de aranceles en el comercio internacional son los principales motivos que uno tras otro -Credit Suisse y Jefferies han sido los últimos- han ido esgrimiendo en sus pesimistas análisis.