Se la juega. Bankia presenta este lunes sus resultados trimestrales con el reto de convencer a los inversores de su capacidad para sobrevivir al entorno de tipos de interés en mínimos que tan mal ha sentado a su cotización en los últimos meses. La entidad presidida por José Ignacio Goirigolzarri es el peor banco en bolsa en lo que va de año, con caídas superiores al 31% y con sus títulos lejos de los 2 euros que no ha vuelto a recuperar desde que los perdió a mediados de julio.
El consenso de analistas recogido pot Thomson Reuters limita su precio objetivo a 2,08 euros, cifra que han ido recortando sin piedad desde los 3,8 euros en los que valoraban a la entidad hace justo un año.
Es cierto que las medidas de apoyo que el Banco Central Europeo (BCE) anunció en septiembre –con el sistema de tramos para compensar la tasa de depósito en negativo- se han traducido en una remontada de su cotización en bolsa del 18%. Sin embargo, los analistas advierten de que los resultados de este lunes pueden suponer un freno más que un impulso para continuar con la remontada.
CAUTELA EN LAS PREVISIONES
Teniendo en cuenta que los resultados del tercer trimestre suelen ser débiles por motivos estacionales, los analistas anticipan un beneficio de 179 millones de euros para el banco en el tercer trimestre del año, un 21% menos que en el mismo periodo del año anterior. De enero a septiembre el consenso espera un beneficio de 579 millones, un 22% inferior a los 744 millones de euros registrados un año antes.
Si se cumplen las previsiones, la entidad debería cerrar el cuarto trimestre con unas ganancias de 71 millones de euros para alcanzar el beneficio de 650,15 millones que el consenso anticipa para el conjunto del año.
Aun así, los analistas han ido rebajando sus previsiones de beneficio para la entidad en los últimos meses, al mismo tiempo que la propia Bankia reconocía que, en el escenario actual de tipos, no logrará el objetivo de su plan estratégico de alcanzar un beneficio neto atribuido de 1.300 millones de euros el año que viene. El banco sí ha mantenido, sin embargo, su promesa de repartir 2.500 millones de euros en dividendo.
El consenso confía en que Bankia generará el capital necesario para cumplir este compromiso. Pero llaman a la prudencia después de que entidades como Banco Santander o Banco Sabadell hayan tenido que apostar por el dividendo en acciones para hacer frente al pago a sus accionistas en el tramo final del año.
OJO CON LOS INGRESOS
Los expertos advierten de la posibilidad de que el banco se vea obligado a rebajar los objetivos de crecimiento de ingresos después de un tercer trimestre que, según indican, se caracterizará por un margen de intereses más débil de lo habitual. “A la estacionalidad típica del trimestre se le sumará el impacto negativo del exceso de liquidez, con 10.300 millones de euros depositados en el BCE, y la menor contribución de la cartera de bonos”, explica Nuria Álvarez desde Renta 4 Banco. La firma espera una caída del margen de intereses del 2% trimestral, y del 3% respecto al año anterior.
Por lo que respecta a los resultados por operaciones financieras estiman unos 96 millones de euros, en línea con el trimestre anterior (102 millones de euros), “una vez que la entidad ha aprovechado el tercer trimestre para materializar las plusvalías latentes con la venta de cartera de renta fija”. “De confirmarse la evolución prevista, estaremos atentos a lo que puedan adelantar en la conferencia de resultados sobre el objetivo de crecimiento del 5% interanual de los ingresos principales”, explican desde la firma, insistiendo en que “la debilidad del margen de intereses esperada para el tercer trimestre podría poner en duda el cumplimiento de la guía que apunta a un margen de intereses en 2019 plano”:
En el medio plazo, los expertos temen el impacto de una sentencia desfavorable por el IRPH, recordando que Bankia es uno de los bancos más expuestos a este ‘conflicto' con unos 1.600 millones de euros. Por no hablar de la incertidumbre sobre la posición vendedora del Estado y de la posibilidad de una operación de fusión con otra entidad para salir adelante frente al entorno de tipos negativos que, entre otras cosas, ha obligado a la entidad a empezar a cobrar a por los depósitos a parte de sus clientes de banca privada, como ya hacía con empresas e institucionales.