La diversificación internacional ha sido el salvavidas de los dos grandes bancos españoles, Santander y BBVA, frente al mayor castigo de analistas e inversores a la banca doméstica en los últimos años de tipos negativos y ante el miedo a una recesión que ahora, con la crisis del coronavirus, está más cerca que nunca.
El problema es que esa recesión se prevé a escala global, anulando casi por completo los beneficios de esa diversificación en las cuentas de las entidades. Así lo ha reconocido ya Banco Santander que, en un comunicado remitido a la CNMV mexicana, ha advertido del parón de su negocio en EEUU y México, donde el grupo generó el 16% de su beneficio neto el pasado año.
La entidad comandada por Ana Botín, que en su última junta de accionistas ya advirtió de que revisará los objetivos de su plan estratégico tras la crisis sanitaria, indica que aún es pronto para detallar su impacto en cuentas, pero reconoce que sí será negativo en México tanto en los resultados de 2020 como en los de la primera mitad de 2021.
No se cumplirán objetivos
"No esperamos poder lograr los resultados financieros de 2020 que se fijaron como objetivo en la guía de enero", indica Santander en el comunicado, recordando que la magnitud del impacto en cuentas dependerá del tiempo que permanezca en vigor la cuarentena.
Todas las miradas se dirigen ahora hacia BBVA, que en los últimos años ha visto incrementar el peso de su negocio mexicano sobre su resultado global. En concreto, la región azteca aportó un 44,8% al resultado atribuido del Grupo en 2019, tras ganar 2.699 millones de euros en un país en el que los tipos de interés se sitúan todavía en el 6,5%.
Aunque la cifra ha bajado desde el 8,25% que regía a finales de 2018, el nivel sigue permitiendo una mayor facilidad de ingresos que, por ejemplo, en el negocio europeo, donde las entidades deben luchar contra el entorno de tipos de depósitos negativos y tipos de interés en mínimos.
La influencia de México en el resultado de BBVA es más notable si se compara con el 23% que pesa España, el 12% de América del Sur, el 9,8% de EEUU o el 8,4% de Turquía.
Economía a la baja
Según el servicio de estudios de la entidad, el PIB mexicano sufrirá una caída profunda “seguida de una lenta recuperación” como escenario más probable frente a la pandemia. “Reconociendo que la incertidumbre es mayor a la usual, anticipamos una contracción económica de 4,5% en 2020 con fuerte sesgo a la baja si se siguen postergando las medidas para frenar el contagio”, indicaban los expertos de BBVA Research en un informe publicado a finales de marzo.
Desde la firma anticipan que el desplome de la demanda en EEUU, “aunado a las disrupciones en las cadenas de valor por el “cierre” económico en muchas regiones”, provocará caídas significativas en la producción manufacturera en México. Una situación que se repetirá sin duda en otros países en los que tanto Santander como BBVA tienen presencia y que, según los analistas, obligará a una revisión en los objetivos a cumplir este año por parte de las entidades.
Banco Santander, por ejemplo, ya ha dejado claro que "el desarrollo futuro del Covid-19 es altamente incierto”, avisando de que si el Gobierno mexicano no implementa ningún programa extraordinario sobre préstamos, desgravaciones fiscales u otras medidas para ayudar al sector privado, las consecuencias serán sobre resultados serán peores.
La entidad presidida por Ana Botín también ha suspendido las previsiones en su negocio en EEUU, sobre todo debido a la caída de su negocio de préstamos para la compra de automóviles. "Esta significativa caída en el volumen puede afectar negativamente a nuestra capacidad de cumplir con las métricas de rentabilidad clave según nuestro acuerdo con FCA, la subsidiaria estadounidense de Fiat Chrysler", ha precisado la entidad.
Además, Banco Santander considera que esta disminución en el volumen puede verse exacerbada porque FCA anunció el pasado mes de marzo la suspensión de la producción de vehículos nuevos en ciertas fábricas en Europa y América del Norte, lo que puede reducir la disponibilidad de vehículos nuevos para los concesionarios una vez se reactive la actividad y aumente la demanda del consumidor.
Igualmente, ha advertido sobre la posibilidad de que endurezcan las condiciones de acceso a la financiación o que aumenten los costes, lo que provocaría un efecto adverso sobre su negocio, condición financiera y resultados de operaciones.