Ha sido la tónica de los grandes bancos centrales del mundo en los últimos años. Los programas de estímulo económico han engordado los balances a máximos nunca vistos que, en el caso del Banco Central Europeo (BCE), ya suma 5,55 billones de euros. Un 49% del PIB de la eurozona y con la previsión de que la cifra alcance el 58% a final de año, según datos recopilados por BofA Global Research.
Según los últimos datos del estado financiero consolidado del Eurosistema, correspondientes al 22 de mayo, el balance del BCE acaba de superar esos 5,55 billones de euros. A finales de febrero, justo antes del inicio de la pandemia, la cifra rondaba los 4,6 billones de euros. Es decir, el organismo ha elevado un 18% su balance en estas semanas de crisis en las que, entre otras cosas, anunció un programa ‘extra’ de compras de activos de 120.000 millones de euros y otro paquete de 750.000 millones (PEPP, por sus siglas en inglés) para deuda estatal y corporativa.
Para entender mejor la magnitud de las cifras, hay que tener en cuenta que el balance del BCE era de unos 2,1 billones de euros justo cuando su anterior 'comandante', Mario Draghi, estrenó el programa QE (Quantitative Easing) en marzo de 2015… y apenas superaba los 1,2 billones antes del estallido de la anterior crisis financiera.
Balance sobre PIB
Según recuerdan los expertos de BofA Global Research, esos 5,55 billones de euros equivalen a un 49% del Producto Interior Bruto (PIB) de la eurozona, un dato que se ha disparado desde el 39% que suponía a cierre de 2019, teniendo en cuenta la contracción del 3,8% de la región en el primer trimestre.
La proporción se sitúa en el 38% en el caso de la Fed, con su balance rondando ya los 7 billones de dólares. Y la estimación de los expertos apunta a que la cifra cerrará el año en el 40%, muy por debajo del 58% estimado para el BCE. De hecho, el organismo europeo es el segundo banco central que cerrará el año con un mayor balance sobre PIB, solo por detrás del Banco de Japón. Para el país nipón, la perspectiva es que su balance alcance el 119% del PIB a final de año, frente al 115% actual.
Según explica el Banco de España en un reciente artículo análitico, la ampliación por parte del Consejo de Gobierno del BCE del programa de compras de activos y la activación del PEPP ha impedido una subida de las primas de riesgo de los países más vulnerables.
Algo que, según indican, “ha favorecido que a pesar del súbito deterioro de las cuentas públicas y de la fuerte recesión, los Gobiernos nacionales, que han asumido un esfuerzo presupuestario muy elevado para paliar el impacto de la crisis, puedan seguir financiándose en condiciones de relativa normalidad”.
Retos en la desescalada
Sin embargo, la expansión de balance de los bancos centrales también puede presentar otro tipo de implicaciones, tanto para la estabilidad financiera, ante una expansión excesiva del crédito, o el riesgo de distorsión en los mercados, sobre todo en el momento en el que el organismo decida revertir su política expansiva… o que la ley acabe por obligarle a ello, tal y como ha intentado el Tribunal Constitucional Alemán, con la polémica sentencia en la que pide al BCE justificar los programas de compra de deuda frente al mandato central del organismo, que sería mantener a raya los precios, con un objetivo de inflación por debajo del 2%.
En concreto, la expansión de balance puede alimentar expectativas de una mayor inflación futura, una vez que la inversión y el consumo se reactiven y la política expansiva sea por completo incompatible con el objetivo final de la estabilidad de precios.
De hecho, el pasado año los inversores ya vivieron claros ejemplos de las tensiones que pueden generarse en la 'desescalada' de los bancos centrales, cuando la Fed se vio obligada a recuperar, por primera vez desde 2008, las inyecciones de liquidez a corto plazo para mantener en calma el mercado estadounidense de 'repos', donde los bancos negocian operaciones para funcionar en su día a día.
Pese a todo, la situación macro evidencia que el BCE tardará mucho, mucho tiempo, en reducir su balance a niveles previos al inicio de los programas de compra de deuda. Y con unas cifras tan abultadas, los expertos coinciden en que el organismo debe tener cuidado con qué tipo de activos incluye en su balance.
De momento, el organismo ha optado por protegerse con liquidez y, además de las compras semanales de deuda, los últimos datos del estado financiero consolidado reflejan que, entre otras operaciones, ha aumentado hasta los 509.841 millones de euros sus tenencias de oro, frente a los 470.705 millones registrados a finales de febrero. Del mismo modo, el BCE ha aumentado sus reservas en moneda extranjera, que también ayudan a gestionar su liquidez.