La lógica invita a pensar que las fintech serían uno de los pocos sectores beneficiados de la crisis del coronavirus, con la operativa online disparada como consecuencia del confinamiento. Pero nada más lejos de la realidad. Fuentes de la británica Revolut confirman a Invertia el despido de al menos 62 empleados en las últimas semanas, dos de ellos de su equipo en España, donde la compañía acaba de lanzar su nueva App Revolut Junior.
El movimiento sorprende en un momento de enorme expansión en el sector de los neobancos y los challenger banks como la propia Revolut, N-26, Ferratum, Monzo, Bnext o Monese en el segmento de banca móvil. Las rondas de financiación son constantes y exitosas y el número de clientes ha crecido imparable en apenas un lustro de vida de estas firmas, con una estrategia basada en una mejor experiencia con el usuario a través de servicios que suelen presentar mejores condiciones en términos de comisiones y vinculación que los que se pueden encontrar en la banca tradicional.
Sin embargo, los problemas de la crisis también han tocado al sector, donde algunas voces empiezan a advertir de ciertos síntomas de ‘burbuja’ que ahora podrían hacerse más visibles. Ramón Blanco, CEO y co-fundador Bewater Funds y co-fundador y consejero Indexa Capital, es uno de ellos. “En mi opinión, sí hay una burbuja de dinero entrando en los neobancos como sector, lo que está llevando a valoraciones optimistas para los mismos”.
Obstáculos para ser rentable
El experto en fintech matiza que “con esta afirmación no quiero decir que ningún neobanco vaya a ganar dinero ni que ninguno vaya a ser un éxito, pero es muy posible que la media del sector destruya valor para sus accionistas”. “El éxito de uno o unos pocos no empaña lo difícil que es montar un neobanco con un retorno adecuado para el capital invertido”, insiste.
Un portavoz de Revolut explica a Invertia que “como en muchas empresas, el Covid-19 ha requerido de una reducción de costes en nuestro negocio y, en última instancia, realizamos 62 despidos a nivel mundial, lo que representa menos del 3% de nuestro personal, con más de 2.000 empleados en 20 mercados”.
El problema es que, según publican medios especializados, esa cifra no incluye las supuestas ‘bajas voluntarias’ que se habrían llevado a cabo durante la pandemia mediante pactos entre empresa y empleados.
Según recoge la revista especializada Wired, algunos trabajadores de Revolut se vieron sorprendidos al tener que elegir entre dos documentos para su salida de la compañía. El primero, un despido objetivo por baja productividad y, el segundo, una baja voluntaria con una “pequeña indemnización”, que es a lo que se ha acogido la mayoría.
Desde la compañía no confirman este último punto, pero sí reconocen que “cuando los empleados abandonan la empresa como consecuencia de las duplicidades o el bajo rendimiento, nuestro objetivo es que esto sea lo menos doloroso posible y, en todos los casos, cumplimos plenamente con los requisitos de la legislación laboral local”.
Estos despidos ‘forzosos’, considerados como bajas voluntarias al aceptar el trabajador una salida con indemnización, son los que habrían afectado a los dos empleados del equipo de Revolut en España incluidos en el proceso. De momento, el equipo de Portugal centralizará esos puestos de trabajo, aunque desde la compañía indican que “contrataremos personas para el equipo español a su debido tiempo”.
Ronda de ajustes fintech
Los empleados de Revolut siguen denunciando presiones en el proceso de salidas. Pero esta fintech no es la única que ha optado por la reducción del personal en plena pandemia. A principios de abril, el neobanco británico Monzo cerró su oficina en Las Vegas despidiendo a 165 empleados y, según publica Reuters, ya ha comunicado a la plantilla su intención de despedir al 8% de la fuerza laboral como consecuencia de la recesión económica derivada de la crisis sanitaria.
El alemán N26 también ha recortado el número de trabajadores en Nueva York y ha ofrecido a un centenar de empleados en Alemania seguir operando bajo el llamado ‘Kurzarbeit’, una especie de jornada reducida en la que el Estado paga, de forma temporal y por la crisis del coronavirus, hasta dos tercios del salario para impedir despidos masivos.
Los expertos consultados indican que el problema con estas compañías es que solo se conocen cifras de las rondas de financiación, pero no del beneficio neto o ingresos que generan, si es que lo hacen. Ramón Blanco ha elaborado, en este sentido, un minucioso cálculo con distintos escenarios para calcular los ingresos y los costes medios de un neobanco, suponiendo que cuenta con 50.000 clientes (que no usuarios) el primer año de vida y un millón en el quinto.
Entre las principales conclusiones de esta hipótesis, que analiza costes fijos e ingresos por cliente, destaca cómo el primer año se pierden 7 millones de euros y en el quinto 15 millones. “Lo más sorprendente es que el beneficio medio por cliente marginal, sin incluir el coste de marketing, es aún negativo en el año cinco, -3,2 euros por cliente, lo que quiere decir que, para hacerlo rentable, o bien el cliente medio es mejor (invierte más, pide mayor crédito y paga más con su tarjeta) o bien se necesita un mayor volumen de clientes”, concluye el experto.