La gran banca estadounidense se enfrenta este jueves a sus test de estrés que, entre otras cosas, servirán para que la Reserva Federal (Fed) delimite los requisitos de capital de cara a un año marcado por el impacto de la crisis del coronavirus en las entidades.
Los analistas creen que, a partir de los datos, el organismo comandado por Jerome Powell podría verse obligado a lanzar una recomendación formal sobre un posible ‘veto’ al pago de dividendos, como ya ha hecho en Europa el Banco Central Europeo (BCE). Sin embargo, la Fed ha dejado claro en diversas ocasiones que en ningún caso impondrían una prohibición común para todo el sector, sino solo para aquellos bancos que verdaderamente necesiten aplicar la suspensión del dividendo para proteger su capital.
Eso es precisamente lo que desde la banca española llevan pidiendo semanas al BCE: que el veto a los dividendos no sea común a todo el sector bancario, pues esta es una fórmula que, además, presiona aún más la maltrecha cotización de las entidades. “No nos gusta el café para todos. Manejan toda la información y pueden decidir quién puede pagar y quién no”, aseguraba el presidente de la Asociación Bancaria Española (AEB) en una reciente intervención pública.
División en el seno de la Fed
Ya se sabe que algunos miembros de la Fed han abogado por llevar a cabo esta advertencia sobre la banca estadounidense. Pero no la mayoría. Sin embargo, la situación ante la pandemia podría hacer cambiar de opinión a quienes defienden que la retribución al accionista debe estar al margen de la crisis, siempre que se cuente con el capital suficiente para llevarla a cabo.
Es más, prácticamente todos los grandes bancos estadounidenses han suspendido sus programas de recompra de acciones para frenar el impacto de la crisis. Y aquí, el sector juega con ventaja respecto a las entidades europeas.
La mayor parte de la actividad de distribución de capital en los bancos de EEUU se realiza en forma de recompras. Según datos recopilados por Fitch, en 2019 los dividendos pagados por estas entidades totalizaron unos 48.000 millones de dólares, frente a los 135.000 millones en programas de recompras.
Por lo tanto, sus planes de retribución consumen mucho menos capital, lo que, según explican los analistas, sería positivo para que puedan mantener los dividendos actuales.
La clave, en los test de estrés
La clave para el futuro de los pagos estará en los test de estrés y en los requerimientos de capital que la Fed fije para cada entidad a partir de los datos que se conocerán este jueves.
En concreto, el organismo realiza dos tipos de prueba a las entidades: el llamado Dodd Frank Act Stress Test (DFAST) y el Comprehensive Capital Analysis and Review (CCAR). Ambos se complementan, pero en los segundos las ratios regulatorias que se calculan en distintos escenarios incluyen también el impacto de la estimación del reparto de dividendo sobre el capital.
En este sentido, una entidad puede aprobar el DFAST, pero caer por debajo de los requisitos en el CCAR, lo que indicaría que los planes para retribuir al accionista habrían sido demasiado optimistas ante la crisis que ya tenemos encima.
Aún así, la posible ‘criba’ se realizaría entidad por entidad y nunca con una recomendación generalizada como en el caso europeo. O al menos eso es lo que consideran los analistas y lo que han manifestado algunos miembros de la Fed.
Riesgo macro
Lo cierto es que el sector lo tiene complicado para cumplir sus metas. Según datos de la Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC), el beneficio de la banca estadounidense se hundió un 70% en el primer trimestre del año tras provisionar más de 42.200 millones de dólares contra el Covid.
El reparto de dividendos fue de casi el doble del beneficio obtenido durante el periodo. Y todo en un momento en el que la industria empieza a sentir, además, la presión de los bajos tipos de interés que lleva años amenazando la rentabilidad de sus competidores europeos.
El análisis que este jueves se conoce sobre el sector incorpora, además, un mayor grado de estrés en la economía que el que contemplaban los supuestos originales publicados el pasado febrero, después de que la crisis sanitaria haya obligado a organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) a situar la contracción en el 8% para este año.
A partir de los resultados de las pruebas, los bancos tendrán que decidir sus planes de capital, incluido el futuro de sus dividendos. En una reciente intervención pública, el vicepresidente de supervisión de la Fed, Randal Quarles, ya aseguró que “el análisis ayudará a la Junta a evaluar si se recomiendan medidas adicionales para determinados bancos y operativas futuras”.