La banca española quiere adelantar su agenda de venta de activos tóxicos. Frente a las previsiones que apuntaban a que 2022 marcaría el inicio de una nueva ola de operaciones, una vez asumida la morosidad derivada de la crisis y con el proceso de fusiones ya consolidado, todo apunta a que será en 2021 cuando regresen ‘fuertes’ los movimientos de carteras.
Así lo estiman desde varias firmas especializadas consultadas por Invertia, que aseguran estar trabajando ya con algunas entidades en este sentido. La pandemia ha acelerado un proceso que el sector esperaba retomar más adelante, una vez que puedan valorar el impacto real de medidas como las moratorias o los préstamos avalados por el ICO en los balances.
Sin embargo, las fuentes consultadas explican que ante el previsible repunte de impagos, especialmente por parte de pequeñas empresas que no podrán sobrevivir pese a las ayudas, el sector “ha empezado a poner ya el lazo” a algunas carteras. Aunque no sean de gran volumen, servirán para ir soltando lastre y mejorar así la foto final cuando se provisionen los próximos impagos.
Objetivo: soltar lastre
Los reguladores y la propia banca mantienen en el horizonte un escenario macro que dificultará, y mucho, la reducción de la mora a partir de la segunda mitad de 2021. La agencia de rating S&P estima, de hecho, que la banca española sufrirá un incremento del 10% en sus activos tóxicos en 2021.
Hay que empezar a soltar lastre y las entidades se encuentran inmersas en un profundo análisis de calidad de balance para identificar de forma inmediata los posibles impagos. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha sido el último en presionar en este sentido, al calificar como “esencial” el reconocimiento temprano de los activos problemáticos. “Cuando los costes del sector sean asumibles, serían acertados los esfuerzos para continuar desprendiéndose de activos heredados”, insistían ayer desde el organismo.
Pese al enorme esfuerzo realizado en los últimos años, la banca española sigue acumulando un volumen de dudosos y adjudicados que está obligado a reducir para seguir navegando en un entorno de tipos de interés negativos que dificulta, y mucho, la generación de rentabilidad.
Según datos de la consultora de negocio Axis Corporate, el sector arrastraba a cierre de 2019 un stock de activos tóxicos valorados en 85.259 millones de euros. Una cifra que ahora sitúan en unos 180.000 millones como consecuencia de la crisis. José Masip, socio de Servicios Financieros y Real Estate de la firma, explica que, ante este escenario, se irán generando nuevas carteras para poner a la venta en los próximos meses.
De hecho, la firma ya está trabajando con algunas entidades en este sentido, consciente de que a la necesidad de la banca para vender, se suma un momento de liquidez en el mercado “que genera oportunidades”. Según explica Masip, ya hay grupos de inversores que han manifestado su interés en este tipo de carteras, pues su ciclo anterior de inversión se estaba agotando.
Una muestra de este incipiente apetito es, según indican desde la firma, los acuerdos que siguen produciéndose en operaciones de menor tamaño, de entre 5 y 15 millones, protagonizadas por perfiles como family office, socimis o empresas que directamente levantan fondos de esas cantidades en gestión de deuda.
Análisis del balance
Otra consultora nacional, que prefiere mantener el anonimato, coincide en que “la banca sabe que debe preparar carteras para su venta y tienen equipos trabajando intensamente en su composición”. “Hay un análisis sobre la viabilidad de las distintas empresas y se están clasificando según su recuperabilidad”, añaden desde Axis Corporate.
Los expertos consideran que habrá que esperar algo más de tiempo para ver grandes operaciones. “Quizá la primera llegue tras la fusión de CaixaBank y Bankia, que tendrá que deshacerse de buena parte de dudosos y adjudicados”, indican. Si se suman las cifras que ambas entidades presentaron en sus respectivas cuentas semestrales, la cifra supera los 18.000 millones de euros.
Banco Sabadell, una de las entidades que más se ha esforzado estos años por eliminar el ladrillo de su balance, también aparece en todas las quinielas para avanzar en la venta de dudosos, especialmente por su exposición a pymes que pueden verse impactadas de forma más grave por la crisis.
El propio Jaume Guardiola, consejero delegado de la entidad, reconocía en la presentación de cuentas del primer semestre que dar salida a las carteras ha sido complicado durante el parón de la economía. Sin embargo, aseguraba que ya habían puesto la máquina a trabajar explorando el mercado "para colocar carteras". "Estamos viendo mucho apetito sin que se hayan reducido significativamente los precios", indicaban desde la entidad.