Victoria para el sector bancario en una de sus reclamaciones históricas. La Autoridad Bancaria Europea (EBA) acaba de hacer público el borrador definitivo que establece los estándares técnicos para que la inversión en tecnología y software de la banca deje de penalizar el capital. Según los cálculos iniciales, la norma podría dar un empujón de hasta 20.000 millones de euros en 2021 a la solvencia del sector.
El problema hasta ahora era que ese tipo de inversiones eran consideradas como un activo intangible y no como una inversión, con lo que, al final, se exigía su deducción íntegra. Es decir, si un banco compraba un determinado software, debía deducir el valor de ese activo por completo en su capital.
Esta situación es completamente distinta a la que se vive en otros países como EE. UU. donde, por ejemplo, esas compras de software se han considerado siempre una inversión y no un activo intangible o un ‘gasto’, por lo que allí no consumen capital y pueden amortizarse.
Ahora, a través de estas Normas Técnicas Regulatorias (RTS, por sus siglas en inglés), la EBA deja claro que la banca tendrá la opción de amortizar el valor total de este tipo de activos por un periodo de tres años. Y esto es lo que debería ayudar a impulsar el capital de las 64 entidades analizadas en unos 20.000 millones de euros en 2021, según los cálculos del organismo. Para este 2020, el cálculo asciende a unos 20.200 millones de euros.
La EBA ya había presentado las conclusiones de su análisis hace unos meses. Pero con el documento conocido esta semana, la institución detalla las opciones que tienen los bancos para actuar en términos regulatorios y da el último paso para que la Comisión Europea dé luz verde definitiva, previsiblemente, antes de que termine el año.
Una reclamación histórica
La reclamación para que las inversiones tecnológicas no penalizasen en términos de capital viene de muchos años atrás. Pero la presión se ha acelerado en los últimos tiempos, ante la evidencia de que estos activos son clave para sobrevivir ante la entrada de nuevos competidores fintech y en un entorno de bajos tipos de interés que han dejado bajo cero la rentabilidad del negocio bancario tradicional.
A todo eso se suma ahora el impacto de la crisis del coronavirus, que ha dejado en evidencia que el presente de la banca pasa por la transformación digital y la ciberseguridad. Y para eso hacen falta inversiones… pero que no penalicen en capital. Por eso, estos meses han servido para que Europa se ponga las pilas y saque la norma adelante.
Desde la EBA consideran que las condiciones establecidas en el borrador han logrado un “equilibrio adecuado entre el tratamiento de los ‘activos software’ como intangibles y su relevancia desde un punto de vista negocio y una perspectiva económica”.
De hecho, la máxima deducibilidad posible será un tema específico de cada entidad y del momento en el que la realice.
Incentivo para el cambio
En un reciente informe, los expertos de PwC consideran que el impacto de esta decisión en la banca europea será doble. Por un lado, “incentiva la inversión en desarrollo tecnológico, en un momento en el que la transformación digital es clave para la conformación de nuevos modelos de negocio y para reforzar la seguridad cibernética”.
Por otro, recuerdan que las entidades europeas jugarán, ahora sí, en igualdad de condiciones regulatorias frente a sus rivales. “Es el caso, por ejemplo, de las Fintech o de otras empresas tecnológicas, que no están sometidas a las mismas obligaciones o incluso de los bancos de otras jurisdicciones, como EE. UU., que tampoco tienen que deducirse la inversión en software del capital de mayor calidad”, insisten.
La medida supone un respiro para un sector que lleva meses protegiendo capital gracias a la flexibilidad de los reguladores… pero también a base de vetos sobre los dividendos y bonus en el sector. Todas ellas medidas encaminadas a que las entidades destinen todos sus recursos a financiar la economía y evitar el impacto del previsible incremento de los impagos en la tasa de morosidad.
Por eso, además de las medidas ya aplicadas, cualquier alivio adicional como el de las inversiones tecnológicas será bien recibido por el sector. Sobre todo en un momento en el que el Fondo Monetario Internacional (FMI) ya ha advertido de que, en el peor de los escenarios, las insuficiencias de capital de la banca con relación a los amplios requisitos regulatorios podrían alcanzar los 220.000 millones de dólares a escala global si la crisis empeora.