El año 2021 vendrá marcado por la creación de grandes grupos bancarios surgidos de la segunda ola de fusiones en España. CaixaBank y Bankia primero y Unicaja y Liberbank después, serán protagonistas de unos movimientos que marcarán el camino a otras grandes operaciones que se esperan como respuesta al impacto de la pandemia en las cuentas del sector.
Una crisis que ha agravado el grave problema de rentabilidad que desde hace años arrastra el sector por el escenario de tipos de interés negativos que ha llegado para quedarse durante más tiempo de lo esperado.
El año nuevo marcará, así, el fin de una nueva ronda de consolidación en España, que, entre crisis y crisis, ha pasado de contar con 55 entidades en su mapa bancario de 2009 hasta apenas la decena que quedará cuando acabe 2021.
Próximos movimientos
Tras el acuerdo alcanzado entre CaixaBank y Bankia, que creará un gigante bancario con más de 660.000 millones de euros en activos y 20 millones de clientes, los consejos de Unicaja y Liberbank anunciaban este martes el 'ok' definitivo a su fusión. Una operación que ambas entidades esperan cerrar, como tarde, en el tercer trimestre de 2021.
Estos nuevos bancos simbolizan el final definitivo de las antiguas cajas de ahorro, integradas en cada una de las entidades protagonistas del baile de fusiones. Además, nacen cumpliendo el mandato del Banco Central Europeo (BCE) que, al margen de la crisis, lleva reclamando desde hace años una mayor concentración ante el exceso de capacidad del sector, que también debe competir con la entrada de las BigTech en el negocio. Sobre todo porque en la mayoría de los casos llegan de la mano de grandes financieras estadounidenses. Y Europa no puede quedarse atrás.
Nuevo mapa bancario
Es evidente que la creación de las nuevas CaixaBank y Unicaja obliga a todo el sector a mover ficha para seguir compitiendo. Y nadie descarta que otras entidades entren en el juego en los próximos meses, como Sabadell tras la ruptura de sus negociaciones con BBVA.
El camino es inevitable en este sentido ante el desplome de la rentabilidad frente al coste de capital en todo el sector, con lo que estas fusiones se plantean no tanto para ganar cuota de mercado, sino para recortar costes y avanzar en la transformación digital, además de para generar un escudo para hacer frente al repunte de la morosidad derivado de la pandemia.
Ante esta situación, los expertos señalan a las entidades de menor tamaño como las más activas en este nuevo orden bancario y no se descarta que nuevos jugadores, como Abanca, Cajamar o Ibercaja, se unan en un futuro al proyecto de Unicaja y Liberbank.
Tampoco se descarta incluso que Banco Sabadell pueda retomar sus conversaciones con BBVA en un futuro, sobre todo tras la decisión de fichar a César González-Bueno para sustituir a Jaume Guardiola como consejero delegado de la entidad. Un directivo que puede impulsar el plan de ajustes del banco de cara a su posible venta futura.
Además, a BBVA también le interesa ganar cuota en España para recuperar terreno frente a la nueva CaixaBank y dar un mayor peso a los mercados desarrollados tras su decisión de vender su filial en EEUU. Así que la idea de retomar las negociaciones con Sabadell una vez 'saneada' la entidad, no sería descabellada.
Los analistas tampoco cierran la puerta a la posibilidad de que Sabadell busque otras opciones en España. Desde la consultora A&M, por ejemplo, consideran que una fusión entre Sabadell y Banco Santander sería la más rentable y la de menor riesgo en el mercado nacional. Sin embargo, la entidad presidida por Ana Botín, con la integración del Popular aún muy reciente, insiste en que su estrategia de crecimiento seguirá apoya en la compra de plataformas tecnológicas.
Solo la entidad cántabra y Bankinter, con un nicho de mercado suficiente para aguantar en solitario, se han separado por completo de este proceso de consolidación de la banca española. Pero, con los banqueros manejando tipos negativos al menos hasta 2031, ninguna puerta debe cerrarse por completo.
Pionera en Europa
Con estos movimientos que se cerrarán en 2021 España también vuelve a ser pionera para la banca europea, como lo fue en 2017 -en aquel momento, no para bien- con la resolución de Banco Popular.
El nacimiento de CaixaBank también augura próximos proyectos de fusión en otros países del Viejo Continente que, de momento, se quedarán en los mercados domésticos ante la falta de una verdadera unión bancaria y, sobre todo, sin un fondo de garantía de depósitos único.
Las miradas se centran ahora en Italia, donde en los últimos días se especula con la integración de Banca Popolare di Milano (BPM) y BPER. La primera habría intentado contactos con Unicredit sin llegar a un acuerdo, con el Gobierno del país empeñado en una operación entre esta última y Monte dei Paschi.
En otros mercados, la fusión de Credit Suisse y UBS también ha estado sobre la mesa, y no se descarta la participación de Deutsche Bank en esta ola de consolidación, después de que la entidad rompiera sus conversaciones con Commerzbank hace unos meses.
Los analistas de Scope Rating recuerdan, además, que ya se han sucedido otros “acuerdos entre pequeños bancos en Alemania y cajas de ahorro en Noruega”, además de otras operaciones importantes, como la reciente opa de la filial italiana de Credit Agricole por la financiera Credito Valtellinese.
Apoyo (y presión) del BCE
La pandemia no deja lugar a otra salida, acelerando ese proceso de consolidación prácticamente paralizado ante las dificultades del sector para financiar este tipo de operaciones sin dañar el capital.
Pero la flexibilidad que el BCE estableció en verano para favorecer estos movimientos ha sido clave en su despertar. Igual que el boom de la operativa digital durante los meses más duros del confinamiento y que ha llegado para quedarse, incluso entre los clientes de mayor edad. “Este entorno lleva a un mayor coste de unas redes de distribución obsoletas, especialmente en los países con mayor número de sucursales bancarias, como Alemania, Francia, España o Italia”, explican los analistas.
Los expertos insisten en que “la reducción de costes es ahora la principal palanca de gestión para proteger los resultados” frente a la caída de ingresos en la banca española. Y creen que, ante las bajas valoraciones de las entidades cotizados, los banqueros saben que es el momento ideal para desplegar el exceso de capital en crecimiento inorgánico.
Las previsiones para CaixaBank dejan claro los beneficios de estas operaciones: Si se cumplen los objetivos, el beneficio por acción para 2023 de la nueva entidad será un 28% superior al que obtendría CaixaBank de forma independiente y casi un 70% superior al que obtendría Bankia. Y los ahorros de costes se han cifrado en unos 770 millones de euros anuales.
¿Riesgo de oligopolio?
Las operaciones en marcha también han puesto sobre la mesa el riesgo de oligopolio con una cuota de mercado para la nueva CaixaBank que rondará el 25% en crédito, similar a la de depósitos, porcentaje que sube notablemente (en algunos casos alcanza el 50%) en algunas comunidades donde ambas entidades tienen fuerte presencia física, como Murcia, Cataluña, Valencia y Madrid.
El banco también será número uno en gestión de fondos de inversión y planes de pensiones, con una cuota que rondará el 33%. Por no hablar del negocio de seguros, que la nueva entidad ya ha colocado en el centro de su futura estrategia comercial.
Según cálculos de AFI basados en el número de oficinas del sector, los tres principales bancos españoles acumularán tras la creación de la nueva CaixaBank una cuota que supera el 60% en términos de activos y algo más del 50% por red de oficinas.
“Esas cuotas eran del 53% y del 42%, respectivamente, en los momentos previos a la integración, por lo que la fusión incrementa en torno al 15% el grado de concentración”, explican. Sin embargo, insisten en que esa mayor concentración no implica riesgos para la competencia.
Algo en lo que coinciden los organismos supervisores, que apuntan a que la operativa digital evita un problema para los clientes en términos de precios. Según cálculos de CaixaBank, ya existen más de 350 empresas de tecnología financiera o fintech que han entrado a competir en el mercado.
Además, hay que tener en cuenta el duro proceso de recortes al que estará abocada la nueva entidad, que en el momento de su creación contará con 51.500 empleados y unas 6.500 oficinas.
Los primeros análisis de la banca de inversión apuntan a la salida de unos 8.000 trabajadores, con una red comercial que, según Barclays, se solapa en 1.411 sucursales, medidas por el código postal de su ubicación. Para todo el sector, se estima que en 2021 las fusiones y los efectos de la crisis provocarán la pérdida o reubicación de otros 20.000 empleos.
Es cierto que CaixaBank se convertirá en el único banco en 290 municipios de los que tiene presencia. Pero desde el sector insisten en que en las zonas rurales se mantiene la figura de las cooperativas de crédito, además de los bancos procedentes de las antiguas cajas de ahorro, que siguen dando servicio en regiones donde la gran banca se ha replegado ante la inexistencia de clientes rentables para su negocio. De hecho, la banca de proximidad acumula cerca del 30% de las cuotas de mercado, aunque sea en territorios menos poblados.
La pregunta es si esto será suficiente para contribuir a mantener una atención adecuada con los clientes y para mejorar en rentabilidad, en un momento en el que, la mayor concentración no evitará el repunte de la morosidad derivada de los impagos de la crisis. Ese es el gran miedo del sector, que ahora parece ver más claro que nunca que la unión hará la fuerza para enfrentarse al difícil 2021 que se avecina.