Tras un duro 2020 marcado por las provisiones para hacer frente a la crisis, Banco Santander encara el año de la recuperación del beneficio con un firme compromiso con el control de riesgos. Sobre todo en un momento en el que, según su último informe anual, el grupo acumula unos 125.600 millones de euros expuestos a los sectores más vulnerables, un 13% de su cartera de crédito.
El objetivo para los próximos meses, común en todo el sector, es evitar que la ola de impagos o quiebras empresariales esperada dispare la morosidad, echando por tierra el férreo control que la banca ha tenido sobre esta ratio gracias a medidas como las moratorias o los ERTE. De hecho, y según los datos provisionales del Banco de España, la morosidad habría terminado 2020 en el 4,51%, su nivel más bajo desde abril de 2009.
Banco Santander baja la media con una morosidad del 3,21% a cierre de diciembre, aunque en el caso de su negocio en España la cifra se situó en el 6,23%. Pero desde el banco siempre han defendido la prudencia con la que están gestionando este riesgo. Y así se transmite también en esa exposición de 125.600 millones, como grupo, a los sectores más golpeados por la pandemia.
Exposición total
Dentro del cajón de sectores vulnerables, Santander identifica industrias como la automoción, turismo (hoteles, ocio, cruceros y restaurantes), transporte, petróleo y gas, alimentación y construcción (excluye promoción inmobiliaria). Si solo se tienen en cuenta los sectores más afectados a corto plazo (que la entidad centra en turismo, petróleo y gas, alimentación y transporte de pasajeros) la exposición del banco asciende a 66.200 millones de euros.
“Esta identificación ha demostrado ser coherente con análisis similares realizados por el BCE, Banco de España y agencias de rating. Realizamos un seguimiento detallado sobres estos sectores y se reporta periódicamente a los órganos de la alta dirección del grupo”, indica el banco en su último informe anual. De hecho, todas las filiales del Grupo deben informar de forma periódica en comisiones ejecutivas y reuniones sobre la evolución del impacto de la crisis en cartera.
Máximo control
El control es máximo. Sobre todo en un momento en el que los bancos deben ser especialmente cuidadosos a la hora de reclasificar los créditos ante posibles riesgos de impago. En este sentido, y analizando sector por sector, Santander mantiene bajo control dicho riesgo.
Por ejemplo, la exposición total al sector de la automoción asciende a 34.600 millones de euros. De esa cifra, un 92,7% del crédito está clasificado como ‘stage 1’. Es decir, crédito normal, sin riesgo de impago. Un 5,9% se sitúa en ‘stage 2’ (en vigilancia especial, pero que no tiene por qué llegar a ser moroso) y solo un 1,4% está clasificado como ‘stage 3’, donde se sitúan los impagados.
Las cifras son mejores en petróleo y gas, con 20.900 millones de euros, de los que un 97,7% no presenta riesgo, un 1,6% está en vigilancia especial y solo un 0,7% en ‘stage 3’. En transporte de pasajeros, de los 18.300 millones de euros de exposición, un 88,5% no presenta riesgo alguno, frente al 7,3% en vigilancia especial y el 4,2% en ‘stage 3’.
Cifras similares se manejan para el sector de alimentación, mientras que algo más compleja se presenta la situación en los sectores más relacionados con el turismo (hoteles, ocio, cruceros y restaurantes). En total, el grupo cifra su exposición a estas compañías en 17.700 millones de euros. De esa cifra, un 74,4% permanece todavía clasificado como crédito normal, sin riesgo. Pero un 18,3% ya está clasificado en ‘stage 2’ y un 7,3% en moroso.
Confianza en la gestión
Banco Santander, como el resto del sector financiero, confía en que las vacunas y los fondos europeos terminen por ‘desatascar’ la recuperación económica tan necesaria para volver a beneficios previos a la crisis. Por eso, llevan meses solicitando ayudas directas a estos sectores.
Pero por parte de las entidades, el trabajo también está siendo arduo. Además de la lluvia de crédito del pasado año y la aplicación de las moratorias, el sector ha reforzado en los últimos meses sus propios mecanismos internos de control.
En concreto, para Banco Santander la identificación y la cuantificación de pérdidas esperadas, así como la gestión recuperatoria (un proceso completo que arranca antes incluso de que se produzca el impago y que cubre todas las fases del ciclo recuperatorio hasta su resolución), han sido claves para que la entidad sea capaz de gestionar el impacto esperado cuando se retiren las medidas de apoyo.