Los engranajes del ajuste de empleo que la nueva Unicaja va a llevar a cabo tras integrar la plantilla de la antigua Liberbank ya están en funcionamiento. La dirección de la entidad se sentará a hablar este miércoles, 22 de septiembre, por primera vez con los representantes de los trabajadores y estos esperan que la negociación no vaya en la línea de las mantenidas en el antiguo banco asturiano, que han terminado en varias ocasiones en los tribunales.
La pandemia ha alumbrado varios procesos de reestructuración en la gran banca y el de Unicaja llega después de que se hayan anunciado ya recortes de unos 17.000 puestos de trabajo.
El gran perímetro de los ajustes, junto con las condiciones ofrecidas por los bancos, menos atractivas que años atrás, han dinamitado la "paz social" que reinó durante años entre gestores y trabajadores y el sector financiero ha vuelto a presenciar no solo movilizaciones, sino, incluso, huelgas en banca tras treinta años sin ningún parón relevante.
Últimos flecos
De cara a esta primera reunión, los representantes de la plantilla esperan que la negociación no vaya "en la línea de Liberbank", entidad que ha sido escenario de una gran conflictividad laboral en los últimos años, en los que dirección y sindicatos han terminado en los tribunales en varias ocasiones por recortes salariales, ERTE y otras medidas aplicadas por la entidad sin acuerdo con la plantilla.
De hecho, uno de los últimos flecos pendientes con los trabajadores fue resuelto justo antes de la fusión entre Liberbank y Unicaja. Más concretamente, la entidad asturiana se comprometió con sus empleados a abonarles las cantidades que les debía, en torno a 20 millones en conjunto, por un recorte salarial aplicado unilateralmente en los últimos meses sin una causa justificada, según criticaban los sindicatos.
Los representantes de la plantilla judicializaron sus discrepancias y la cuestión terminó en el Tribunal Supremo, si bien el banco, pese a obtener una sentencia desfavorable, no llegó a recurrir y decidió abonar a la plantilla lo debido, como explican fuentes sindicales a este periódico.
"Está todo más o menos al día", añaden estas fuentes, según las cuales lo único que está pendiente de pago son ciertos importes correspondientes al Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) aplicado en 2013 y anulado por la Audiencia Nacional años después.
Con todos estos precedentes, desde la plantilla de Unicaja esperan que no se imponga el "estilo" de la antigua dirección de Liberbank y confían en que la negociación sea más tranquila, aunque reconocen que de momento "todo es nuevo", pues el equipo gestor de la entidad está formado por el anterior presidente de Unicaja, Manuel Azuaga, y el consejero delegado de la que fuera Liberbank, Manuel Menéndez.
"Esperemos que con el cambio de color [corporativo] también llegue la paz social", confiaban los sindicatos de Liberbank una vez se culminó la integración con Unicaja, el pasado 30 de julio.
Recorte de mil empleos
Al iniciar la negociación, será previsiblemente esta semana cuando la dirección de Unicaja dé a conocer a la plantilla el perímetro de afectación del ajuste, es decir, cuántas oficinas prevé cerrar y, en consecuencia, cuántos empleos considera que es necesario recortar.
Los sindicatos estiman que la dirección de la entidad andaluza podría poner sobre la mesa un ajuste de unos mil empleos, lo que supone en torno a una décima parte de la plantilla. La actual Unicaja cuenta con unos 9.700 empleados y unas 1.400 oficinas.
Este primer encuentro se realizará de forma telemática, si bien los representantes de la plantilla esperan en próximas reuniones tener la oportunidad de poder ver las caras a los representantes de la dirección.
Confían, además, en que los responsables no planteen "medidas traumáticas" contra la plantilla y que el proceso se pueda saldar con voluntariedad. Pese a la ruptura de la "paz social" que se ha producido en los últimos meses en la banca, lo cierto es que todos los procesos se están cerrando con acuerdo sindical. No tendría por qué ser diferente en este caso.