Al tiempo que sigue atento a la evolución de las consecuencias de la pandemia sobre la banca, el Banco Central Europeo (BCE) va a estar en los próximos meses muy vigilante de la gestión que realicen las entidades financieras sobre dos particulares riesgos que ya acechaban al sistema antes de la llegada de la Covid-19: el climático y el cibernético.
Más concretamente, el supervisor de los bancos de la zona euro quiere intensificar sus inspecciones in situ, es decir, sus visitas a las sedes de las entidades, para verificar que estas están llevando a cabo una adecuada gestión de estas dos amenazas.
La primera de ellas es el riesgo cibernético que acecha a los bancos y a su transformación digital, un proceso que no solamente ha cambiado la forma en que los clientes se relacionan con sus entidades financieras, sino también la manera en la que estas se organizan. El uso de la nube (cloud) y de otro tipo de tecnologías innovadoras para todo tipo de procesos, incluidos los más críticos, es una cuestión que preocupa a los supervisores y desde el Banco de España ya han alertado en varias ocasiones de que es necesario que los bancos tengan mucho cuidado en este sentido.
"Estos riesgos y las vulnerabilidades que hacen que los bancos sean susceptibles a los mismos justifican un enfoque supervisor más fuerte. Entre esas vulnerabilidades, los supervisores hemos observado deficiencias en la gestión de los bancos de sus acuerdos de subcontratación de tecnologías de la información, al igual que un incremento de la dependencia de terceros, como proveedores de servicios en la nube", apuntan Andrea Enria, jefe de Supervisión del BCE, y Mario Quagliariello, director de Estrategia de Supervisión y Riesgos del instituto emisor, en una publicación al hilo del anuncio de la estrategia supervisora del BCE para el próximo año.
De hecho, en 2020 se registró un aumento del 54% de los ciberincidentes en comparación con el año anterior, un dato que preocupa y mucho al supervisor. Es por eso que el departamento que lidera Enria "realizará revisiones e inspecciones in situ para comprobar la ciberresiliencia y los acuerdos de subcontratación de tecnologías de la información y un seguimiento de las deficiencias detectadas".
Riesgo climático
Por otra parte, preocupa especialmente al BCE el riesgo climático, sobre el que pondrá el foco en 2022, especialmente a través de los primeros test de estrés climáticos que tendrá que pasar el sector bancario europeo.
"El riesgo climático estaba en nuestro radar en años previos, pero como un riesgo de combustión más lenta. Sin embargo, debemos movernos más rápido en este frente y no ignorar las señales de atención que exigen una acción inmediata", apuntan los jefes de la supervisión del BCE.
Y es que desde el supervisor de la banca de la zona euro saben que los riesgos del clima y de la crisis medioambiental "serán profundos para los bancos", razón por la cual el BCE ha "incrementado significativamente sus esfuerzos para integrar sistemáticamente las consideraciones climáticas y ambientales en todas sus actividades".
Si bien los bancos han dado "un gran paso adelante" para adaptar sus prácticas al riesgo climático, por el momento ninguno ha "alineado completamente su actividad con las expectativas del supervisor", lamentan Enria y Quagliariello.
El próximo ejercicio, el BCE tendrá la oportunidad de probar la resiliencia de los bancos al riesgo climático en los test de estrés especializados en esta materia que llevará a cabo. Sin embargo, al margen de los mismos, "los supervisores dirigirán inspecciones in situ, colaborarán con las entidades con deficiencias materiales en la gestión del riesgo climático y medioambiental para asegurar que implementan a tiempo sólidos planes de acción correctivos y monitorizarán el cumplimiento de los próximos requerimientos regulatorios", como explica el BCE en su estrategia supervisora para 2022.
Poner coto al riesgo climático y al cibernético son dos metas que el BCE tiene muy claras. No en vano, el supervisor de la banca de la zona euro ha preferido centrarse ahora en objetivos claros y específicos, como apuntan Enria y Quagliariello: "La experiencia de la pandemia nos ha enseñado que concentrando nuestro trabajo supervisor en menos prioridades y más claras podríamos ser más efectivos en nuestra comunicación hacia los bancos y hacer más buenos progresos en la consecución de nuestros objetivos".
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