Norteamérica está cogiendo cada vez más peso en el negocio de Santander. La entidad está apostando fuerte por su filial en Estados Unidos, un país con el que su presidenta, Ana Botín, mantiene una relación muy especial y que se ha convertido ya en el mercado que más aporta al negocio del grupo, sobrepasando así por la mínima a Brasil.
Estados Unidos es un país clave en la estrategia de Santander desde hace años y lo es también, a nivel personal, para su presidenta, que viaja con asiduidad al país en el que cursó sus estudios universitarios años antes de coger el timón de la entidad. Botín se licenció en Ciencias Económicas en el Bryn Mawr College, en Pennsylvania, y fue también en este país donde comenzó su carrera profesional. Lo hizo en Nueva York en la sede de JP Morgan, donde trabajó entre 1980 y 1988. Fue justo después de esta experiencia cuando se incorporó a Santander para liderar la expansión del grupo en Latinoamérica (hasta 1998).
Desde que tomó los mandos del banco, en el otoño de 2014, la banquera es visitante frecuente del país, tanto para cumplir con los deberes de la presidencia de la entidad como para otro tipo de actividades, como participar en seminarios y conferencias. Así fue hace cuatro años, cuando intervino en uno organizado por la Universidad de Georgetown, en el que pronunció un discurso sobre la inclusión financiera. Su relación con la universidad no comenzó ahí, sino que unos años antes, en 2015, el banco había firmado con el centro un protocolo para apoyar su iniciativa de economía social.
Apuesta de Botín
El banco puso en marcha hace unos meses un plan para reorientar sus operaciones en el país norteamericano y centrarse en su franquicia de financiación al consumo y los negocios basados en comisiones, que aportan mayor valor al grupo.
"La simplificación de nuestros negocios en Estados Unidos, basada en una disciplinada de costes y asignación de capital, nos está llevando a discontinuar las operaciones de nuestro negocio de préstamo para la vivienda y a la revisión de algunos segmentos de C&I", expone el banco en sus cuentas.
Una apuesta que ya está dando sus frutos. Al cierre del ejercicio 2021, Estados Unidos desbancó por la mínima a Brasil como mayor aportador al beneficio del grupo. Mientras que el primero registró un beneficio ordinario atribuido de 2.326 millones, Brasil se quedó justo por debajo, en 2.325 millones.
Esta circunstancia ha elevado el peso que el negocio norteamericano tiene sobre el total del grupo. Al cierre de 2021 era del 29% del total, frente al 31% de Sudamérica. Un año antes, sin embargo, los mercados de Norteamérica aportaban el 21% y los de Sudamérica, el 42%. El cambio es notable.
Y es que el beneficio de la entidad en Estados Unidos creció significativamente a lo largo de 2021, concretamente un 230% respecto a 2020. Detrás de esta mejora se encuentra un impulso del 11% de los ingresos (el margen de intereses creció un 5% y las comisiones un 6%), pero también una importante mejora de las provisiones.
No en vano, el banco redujo un 85% sus dotaciones por insolvencias, algo que la entidad achaca a los menores cargos netos, una mejora del escenario macro y "la solidez de los precios de vehículos usados".
De cara al futuro, la apuesta por Estados Unidos sigue siendo clara. El banco acaba de recuperar el control de todo el accionariado de su filial tras desembolsar unos 2.200 millones de euros. Una decisión totalmente contraria a la que ha tomado recientemente BBVA, que, tras años con una experiencia no demasiado buena en el país, ha preferido deshacerse finalmente de su filial estadounidense (eso sí, con fuertes plusvalías).
Esta operación, junto a la compra por parte de Santander del bróker estadounidense de renta fija Amherst Pierpont, "mejorarán la posición competitiva y generarán sinergias de ingresos y gastos", según recoge la entidad en su último informe financiero de resultados. Sin duda, una apuesta que va para largo.
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