"Bloqueo tremendo", "espectacular". Los analistas geopolíticos y económicos no dejan de calificar con adjetivos similares las consecuencias que tendrá para Rusia el hecho de que Occidente haya pulsado el botón nuclear de su desconexión de SWIFT como castigo por su ataque a Ucrania. Pero lo cierto es que el país que dirige Valdímir Putin tiene algunas alternativas que, a menor escala, podrían mantener a sus empresas y bancos conectados con el sistema financiero internacional.
Uno de ellos es SPFS (Sisteme Peredachi Finansovykh Soobshchenii), el sistema de transferencias financieras que creó la propia Rusia para prepararse ante una hipotética expulsión de SWIFT como lección aprendida tras las sanciones que los países occidentales le impusieron por la anexión forzosa de la península de Crimea en 2014.
Este canal se creó precisamente para evitar males mayores en el caso de que en algún momento Rusia se viera amenazada por la desconexión de SWIFT. Es por eso que, "pese a sus imperfecciones", podría servirle para esquivar, aunque sea con una escala muy inferior, esta sanción, como explica Allianz Research en un reciente informe publicado al hilo del conflicto entre Rusia y Ucrania.
Y es que este sistema, que no puede compararse en tamaño al gigante SWIFT, tiene potencia dentro de Rusia, cuenta con unos 400 bancos incorporados a la red, de los que 23 son externos al país, principalmente suizos y alemanes. En la actualidad, se gestiona a través de esta red el 20% de los pagos domésticos del país.
"Aunque tiene menos capacidades y un ámbito más limitado que SWIFT, podría convertirse en una red segura para el comercio ruso y actuar como una potencial solución para continuar con las transacciones con el extranjero", apuntan desde el servicio de estudios de Allianz.
La alternativa china
El SPFS no es la única alternativa a SWIFT que tiene Rusia bajo la manga. China dispone de un análogo a este sistema de telecomunicaciones clave para el funcionamiento de la banca mundial que se llama CIPS (Cross-Border Interbank Payment System).
Al cierre de 2019, este sistema contaba con 33 participantes directos (entre los que se encuentran JP Morgan Chase, HSBC, BNP Paribas y Mitsubishi UFJ Financial Group) y 903 indirectos de unos 94 países, si bien, según explica la compañía en su web, "la red de CIPS ha alcanzado a más de 3.000 entidades financieras de 167 países y regiones".
Una red que, además de permitir a Rusia seguir conectada con el exterior, le facilitaría las transferencias con China, un país que en los últimos años ha ido ganando peso como socio comercial de Rusia, sustituyendo a Europa en este puesto, y que ha mostrado ambigüedad a la hora de posicionarse en el conflicto.
De hecho, mientras que solamente un banco chino está en SPFS, la red rusa, unos 23 bancos rusos están en CIPS, de acuerdo con un artículo publicado en la web del think tank ruso Carnegie Moscow Center.
La potencia de SWIFT
Dos alternativas que, pese a permitir a Rusia seguir conectada con el sistema financiero internacional, no pueden hacer sombra a SWIFT. Esta red, nacida bajo el amparo de la regulación belga en los años setenta, es una sociedad cooperativa a través de la cual están conectadas más de 11.000 entidades de unos 200 países en todo el mundo.
Es por eso que la desconexión de Rusia dejaría a las empresas y los ciudadanos del país muy descolgados, pues no podrían transaccionar internacionalmente en divisas como el euro y el dólar.
"Estarían afectadas todas las compañías rusas que tienen una relación internacional, porque la moneda de cambio internacional se llama dólar. No podrán hacer la contrapartida porque la hacen bancos americanos y europeos", explicaba hace unos días a EL ESPAÑOL-Invertia Xavier Brun, director del Máster en Finanzas y Banca de la Universitat Pompeu Fabra-Barcelona School of Management.
Una sanción que, como es lógico, tendría su reflejo en las empresas y ciudadanos rusos asentados en Europa o los propios europeos que necesiten estar conectados con los residentes en el país a través del sistema financiero.
Dudas en la UE
Es por eso que entre los aliados occidentales ha suscitado dudas la activación de esta potente arma. Hace unos días, el Parlamento Europeo aprobó una declaración para pedir al Consejo la puesta en marcha de sanciones económicas de extraordinaria dureza contra Rusia, entre las que se encontraba la desconexión de SWIFT.
No obstante, durante los últimos días los líderes europeos no se ponían de acuerdo sobre si hacerlo o no. Países como Alemania, Italia y Chipre se oponían alegando que el castigo debe ser progresivo y que la Unión Europea debe guardar munición ante un posible recrudecimiento del conflicto bélico, como explicaban fuentes diplomáticas a EL ESPAÑOL-Invertia.
Además, como recogía el Financial Times, Olaf Scholz, canciller alemán, tenía miedo a que, si las empresas alemanas no pueden pagar a Gazprom a través de SWIFT, Rusia le cierre el grifo energético. La preocupación no es menor porque, como se añadía en el diario británico, uno de cada dos hogares alemanes se calienta gracias al gas ruso.
Estados Unidos y Reino Unido, sin embargo, lo tenían muy claro desde el principio, aunque la desconexión no depende enteramente de ellos, pues SWIFT es una empresa radicada en Bélgica y, por tanto, sujeta a la legislación comunitaria.
Existe el precedente de Irán, al que se castigó tras incumplir hace unos diez años sus compromisos nucleares con una prohibición por parte del Consejo Europeo a empresas como SWIFT de continuar dando servicios a los bancos iraníes, algo que no pasó desapercibido para la economía de Irán por las caídas de ingresos de sus empresas.
Finalmente, la necesidad de castigar a Rusia por el asalto a Ucrania ha sido más fuerte y la Unión Europea, Estados Unidos y Reino Unido se han animado a presionar este botón nuclear.
Concretamente, han acordado desconectar del sistema internacional de pagos SWIFT a los bancos rusos que sostienen el ataque militar, al tiempo que bloquearán los activos del Banco Central de Rusia y se prohibirá a los oligarcas rusos que sostienen al régimen de Putin utilizar sus activos financieros en los mercados occidentales.
Habrá que esperar para ver las consecuencias de que la Unión Europea y sus aliados occidentales se hayan atrevido a presionar este botón nuclear, si bien ahora Rusia tiene un as en forma de sistema de telecomunicaciones financiero bajo la manga.
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