La caída de Silicon Valley Bank ha despertado viejos fantasmas del sector financiero y el pánico de los inversores ha traspasado el Atlántico para cebarse con la banca española. Sin embargo, la quiebra tiene pocos visos de contagiarse a Europa y las peculiaridades de la entidad y de la regulación hacen difícil que este colapso pueda replicarse en el sistema financiero de la zona euro.

Para empezar, Silicon Valley Bank era una rara avis en el sistema bancario. Su perfil de cliente era muy concreto: startups tecnológicas y empresas de capital riesgo. Nada que ver con la clientela de la banca española, basada en los minoristas, las pymes y las grandes empresas de distintos sectores. Su base de clientes no estaba diversificada, algo que es poco común en los bancos.

"Cualquier banco mantiene sus depósitos, sus créditos y sus activos de renta fija en varias categorías, que son sensibles a los tipos de interés. El departamento de tesorería debe seleccionar muy cuidadosamente y regularmente la cartera de activos frente a retiradas de los depositantes en varios escenarios de tipos de interés", apuntan desde la escuela de negocios Bayes Business School. Y añaden: "Como cliente, uno debe preocuparse por si su banco no está diversificado".

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Lo cierto es que esta característica llevó a la entidad a triplicar en dos años, entre 2020 y 2021, su balance, hasta los 211.000 millones de dólares (196.330 millones de euros). Pero mucho no es necesariamente mejor y es que los depósitos de sus clientes tenían dos características que le han llevado al desastre: eran muy grandes, pues superaban en gran medida el importe garantizado -250.000 dólares-, algo que tampoco es habitual entre los bancos, y muy móviles, pues procedían de startups y empresas de capital riesgo, que mueven dinero constantemente.

Los saldos medios de los depósitos de los clientes de los bancos españoles, en cambio, no son tan altos, sino que se sitúan por debajo de los 100.000 euros que garantiza el Fondo de Garantía de Depósitos en caso de quiebra.

Poco equilibrio entre activo y pasivo

Otro elemento que hacía diferente a la entidad californiana es que, en lugar de contar con un cierto equilibrio entre depósitos y créditos, tenía un nivel relativamente bajo de crédito concedido y gran parte de los depósitos de sus clientes invertidos en carteras de deuda a largo plazo a tipos bajos que han perdido valor con la subida de los tipos de interés.

Nada que ver con la banca europea, que cuenta con una loan-to-deposit ratio (es decir, la ratio que compara el volumen de crédito concedido a los clientes con los depósitos) del 94%. Una proporción muy diferente a la que tenía Silicon Valley Bank.

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"Sorprendentemente, SVB cometió un error clásico de desajuste entre activos y pasivos, lo que plantea dudas sobre la eficacia de la supervisión de su regulador", apunta, por su parte, Yves Bonzon, director de Inversión de Julius Baer. En su opinión, "las pérdidas en activos de renta fija provocadas por la rápida subida del tipo de interés de los fondos federales han afectado a todos los bancos en distintos grados, pero no ponen en peligro sus requisitos de coeficiente de capital".

Además, como explica Sicilia, de BBVA Research, el banco tenía "una posición negativa a la subida de los tipos de interés tanto en el pasivo como en el activo". "La mayoría de los bancos tiene una posición diferente: la subida de los tipos de interés les beneficia", añade.

Diferente regulación

La solvencia de las entidades, en todo caso, está continuamente monitorizada por las autoridades. Al menos, en la zona euro. Las entidades europeas deben someterse cada año a test de estrés por parte la Autoridad Bancaria Europea (EBA), el Banco Central Europeo (BCE) y los bancos centrales domésticos.

Sus resultados se utilizan, además, para establecer los requisitos de capital que cada banco debe alcanzar y que fijan los supervisores bancarios para asegurar la cobertura de pérdidas en caso de quiebra.

Algunas personas intentan acceder a una sucursal de Silicon Valley Bank el pasado viernes. David 'Dee' Delgado Reuters Nueva York (Estados Unidos)

Este mayor control sobre el sector financiero se estableció tras la pasada crisis financiera con el objetivo de que no se repitieran los millonarios rescates públicos a entidades bancarias y que la estabilidad financiera no volviera a estar en riesgo por la quiebra de un banco.

En Estados Unidos, sin embargo, las cosas son diferentes. Solamente las entidades sistémicas (las más grandes, que tienen capacidad de desestabilizar el sistema financiero por sí solas) deben someterse a los stress tests.

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Algo de lo que escapa Silicon Valley Bank. Esta entidad, la número 16 por activos de todo el país, al no ser sistémica no se ha visto sometida al férreo control de las autoridades a través de una prueba de estrés, en la que se habría comprobado la estructura de capital y la composición del balance de la entidad.

"La obligación que tiene la banca europea de seguir un procedimiento de test de estrés es común a todos los bancos, no hay diferencias de acuerdo al tamaño, y los bancos europeos tienen que mantener emisiones de capital más allá del capital MREL, cosa que no tienen los bancos americanos, salvo que sean sistémicos", explica Jorge Siciliadirector de BBVA Research y economista jefe de Grupo BBVA, que achaca la caída del banco a "una gestión bastante extraña o, incluso, negligente".

Exceso de liquidez

Otro elemento que marca una gran diferencia entre Silicon Valley Bank y la banca europea es la liquidez. Y es que si algo se repite en los últimos meses en cualquier foro bancario es que el sistema financiero, al menos el español, cuenta con un exceso de liquidez considerable.

De hecho, esta es la razón por la que los grandes bancos no han empezado a pelear en serio por captar liquidez ofreciendo rentabilidad por los depósitos a plazo. Tienen tanta liquidez que directamente no necesitan seguir captando.

Es por eso por lo que una situación de estrangulamiento por falta de liquidez como la que ha vivido Silicon Valley Bank es, en principio, poco probable para las entidades españolas. Y, como prueba, los datos. De acuerdo con un informe reciente de Renta 4, las entidades cotizadas del país cuentan con una ratio de liquidez promedio del 222%, muy por encima de la exigencia regulatoria, que es del 100%.

El perfil de riesgo de liquidez de una entidad se mide a través de la liquidity coverage ratio (LCR, por sus siglas en inglés), una variable que se vigila para asegurar que las entidades cuentan con activos de alta calidad y libres de cargas que se puedan convertir rápidamente en efectivo sin pérdida de valor significativa.

Puerta cerrada de una sucursal del Silicon Valley Bank en Menlo Park. Jeffrey Dastin Reuters California (Estados Unidos)

Pues bien, esta LCR es del 152% en el caso de Santander, del 159% en el de BBVA, del 194% en el de CaixaBank, del 234% en el de Sabadell, del 284% en el de Unicaja y del 307% en el de Bankinter. Es decir, que tienen de sobra.

A estas boyantes posiciones de liquidez se suma el hecho de que, según apuntan desde A&G, el crecimiento de los préstamos en Europa se sitúa en torno al 2%-3% actualmente, frente al 11% de Estados Unidos.

"Una mayor liquidez y un menor crecimiento de los préstamos justifican por qué la competencia de los depósitos es menor en Europa, lo que, junto a la estructura de los balances de los bancos, reduce el riesgo de que los bancos europeos se vean forzados a vender su portfolio de bonos/swaps", apunta José Ramos Ponferrada, experto del banco privado.

¿Significa todo esto que los bancos europeos no podrían pasar por algo así? No del todo. Es difícil que el sistema financiero de la zona euro caiga por los mismos motivos al contar, al menos en líneas generales, con balances más diversificados que el que tenía Silicon Valley Bank y una mejor posición de liquidez.

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Además, el BCE y los bancos centrales nacionales monitorizan la evolución de las entidades a través de los test de estrés, de forma que los problemas son más fáciles de detectar. Y, en el caso de quiebra, los bancos europeos cuentan con un soporte en forma de capital que asegura la asunción de pérdidas para no tener que recurrir a un rescate público.

Por eso, más allá de la dinámica de una fuga de depósitos, que es muy complicado controlar, "por los fundamentales del sistema bancario en términos de balance hoy por hoy no da la impresión de que sea un problema estructural ni en Estados Unidos ni mucho menos en Europa, donde la situación es diferente", explica Sicilia, de BBVA Research.

Sin embargo, ninguna entidad está libre de una crisis de liquidez. Como se suele decir en el sector bancario, el mejor activo que tiene una entidad es la confianza de sus clientes. En el momento que esta se pierde, el peligro de desaparecer tras una crisis de liquidez aumenta exponencialmente. Y sino que se lo digan a Popular.