El sector de la construcción no es que hubiera pasado de puntillas por la crisis derivada de la Covid, pero sí había logrado esquivar gran parte de los efectos derivados de la pandemia. Sin embargo, una cadena de circunstancias está trastocando su devenir: desde la subida de los materiales, pasando por la falta de mano de obra especializada y, en el último momento, la variante ómicron.
“Estamos preocupados por la evolución que tenga la Covid por lo que pueda afectar a los trabajadores y a la ralentización del sector tanto en la ejecución de las obras como en la puesta en marcha de proyectos que vengan de los fondos Next Generation”, afirma a EL ESPAÑOL-Invertia Pedro Fernández Alen.
El presidente de la Confederación Nacional de la Construcción (CNC) analiza de esta manera esta particular ‘tormenta perfecta’ por la que está atravesando el sector. “Si es cierto que, ante la escasez de mano de obra, la importante llegada de fondos, y las dificultades que se están produciendo desde el punto de vista pandémico, tenemos una preocupación añadida”.
Hay que tener en cuenta que los tiempos marcados por la Unión Europea (UE) son los que son. No cumplirlos sería un enorme varapalo no sólo para el sector de la construcción, sino también para la recuperación de una economía que no navega a la velocidad deseada para recuperar el terreno perdido.
Un dato: del 27 de octubre al 23 de noviembre, el sector logró una mejora de las ventas del 26% respecto al mismo periodo del año anterior. Son datos de la Agencia Tributaria. Sin embargo, del 24 de noviembre al 21 de diciembre, con ómicron presente, el aumento se ha quedado en un escaso 3,7%.
Problemas de ejecución
Conviene recordar que el artículo 107 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE) considera incompatible con el mercado interior “las ayudas otorgadas por los Estados o mediante fondos estatales, bajo cualquier forma, que amenacen falsear la competencia, favoreciendo a determinadas empresas o producciones”. La concesión de los fondos Next Generation no es ajena a esta regulación. Obviarla puede acarrear un riesgo de reclamación de devolución de los importes concedidos.
Ya hace un año, y durante la presentación del balance anual del sector, la patronal Seopan alertaba sobre el hecho de que las constructoras pudieran ejecutar los 34.490 millones de euros que les correspondían de los fondos Next Generation para el año 2021. Incluso su presidente, Julián Núñez, reclamó al Gobierno que solicitara a la UE una ampliación de los plazos de ejecución de los proyectos.
Y es que, junto a la pandemia, el sector viene sufriendo desde hace años otro ‘mal’: la falta de ejecución presupuestaria por parte de la administración pública. De hecho, y según los datos de Seopan, en los últimos catorce años el Estado ha dejado de ejecutar 41.100 millones. La consecuencia ha sido demoledora: no se han creado 48.000 empleos y el Estado ha dejado de percibir 20.145 millones de euros de retorno fiscal por impuestos y cotizaciones sociales.
Los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2022 contemplan una dotación de 5.875 millones de euros procedentes de las ayudas europeas destinados al Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (Mitma). En otro orden de cosas, tanto desde Seopan como desde la CNC, han reclamado al Gobierno la revisión de los precios de los contratos de obra pública por el incremento de las materias primas.
Viendo el vaso medio lleno, el presidente de la CNC resalta que “el sector de la construcción se ha adaptado rápidamente a la situación creada por la Covid. Los puestos de trabajo se desarrollan en lugares abiertos, especialmente ventilados, y no hay mucha cercanía entre muchos trabajadores en la gran mayoría de las actividades”.
Sin embargo, la preocupación está presente. Como ya indicó a este periódico José María Basañez, presidente de Tecnitasa, “nos encontramos con promociones que ya están sufriendo retrasos en sus calendarios de obra”.
Sebastián Molinero, secretario general de Andimac, indica por su parte que este tipo de alteraciones “son más intensas en obras realizadas por equipos pequeños. Empresas pequeñas que son la gran mayoría”. Y concluye: “Incluso se producen paralizaciones temporales en aquellas obras en las que el jefe de obra debe aislarse y no puede estar supervisando el proceso de ejecución”.
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