La construcción necesita como agua de mayo mano de obra. Entre otras razones, porque siete de cada diez euros de los fondos europeos Next Generation están vinculados al sector, de manera directa o indirecta. Dicho de otra manera, España necesita 700.000 trabajadores para ejecutar esos fondos, según estimó la CNC (Confederación Nacional de la Construcción) ante la llegada de dichos fondos.
Sin embargo, alcanzar esa cantidad se antoja misión imposible. Según las estimaciones de ManpowerGroup, el empleo en la construcción crecerá un 3,5% en los años 2022 y 2023. Traducido a puestos de trabajo, la creación no llegará a los 100.000 en dichos años. En concreto, serán 53.000 empleos en 2022, y 40.000 en 2023. De seguir esta progresión, y dado que los fondos tienen de plazo hasta 2026, habría un déficit de 450.000 empleos al finalizar el periodo de este plan de recuperación.
Ese porcentaje del 3,5% podría incrementarse si llegan a buen puerto los más de 6.800 millones de euros previstos en los fondos Next Generation para rehabilitación. “Si la rehabilitación se dispara, podríamos hablar de un crecimiento del 4% largo”, afirmó Josep Oliver, catedrático emérito de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), durante la previsión de empleo de ManpowerGroup para 2022 y 2023. A todas luces, insuficiente.
Por si fuera poco, el sector se está enfrentando a una particular tormenta perfecta. Junto a la falta de mano de obra especializada, hay que unir la subida de los materiales y, en última instancia, la variante ómicron.
“Estamos preocupados por la evolución que tenga la Covid por lo que pueda afectar a los trabajadores y a la ralentización del sector tanto en la ejecución de las obras como en la puesta en marcha de proyectos que vengan de los fondos Next Generation”, afirmó a EL ESPAÑOL-Invertia Pedro Fernández Alen, presidente de la CNC.
La influencia de la demografía
El catedrático emérito de la UAB estima que “las últimas cifras que hemos visto en transacciones están generando una visión muy positiva del sector residencial”. Por ejemplo, las compraventas inmobiliarias ya superan los niveles prepandemia, según el Colegio de Registradores.
Sin embargo, Oliver indica que “un aumento de la demografía no justificaría un cambio radical en volumen de nueva vivienda construida”. Conviene recordar que, en 2018, el INE estimó una entrada neta de 300.000 inmigrantes. Mano de obra a la par que posibles compradores de vivienda. Sin embargo, en 2020, la rebaja fue sustancial: 120.000. “Habrá que ver si este año las vuelve a elevar. Si fuera el caso, habría que revisar qué pasaría con la construcción residencial”, apunta.
Son alrededor de 1,2 millones de personas las que trabajan en el sector. Y sería necesario llegar a la cifra de 2 millones para ejecutar de manera fiable los fondos Next Generation. Sin embargo, su atractivo entre las nuevas generaciones se diluye como un azucarillo en un café.
Según Asprima, la patronal de promotores y constructores madrileña, el número de menores de 34 años en el sector ha pasado del 43% al 18% durante los últimos años. Un dato desalentador con una cifra de paro juvenil que camina sobre el 30% (tres veces más que la media comunitaria). Además, uno de cada cinco empleos lo llevan a cabo trabajadores con una edad superior a los 55 años, según el INE. La edad media del sector se sitúa en 46 años.
Albañiles, pero también electricistas, gruistas, capataces, jefes de obra, ingenieros de caminos, ingenieros informáticos… No todo es poner ladrillos. Un campo abonado en el que se busca también una mayor presencia de mujeres, ya que su número supera ligeramente las 120.000.
Desde el sector se apuesta por la formación profesional (FP) como punto de partida para conseguir el número de trabajadores necesario. También indican que los salarios deben ser un acicate para los mas jóvenes, ya que supera el 30% del salario mínimo. Los sueldos medios rondan los 2.000 euros al mes, aunque depende de las categorías y de la provincia.
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