A principios de marzo, el presidente de Bodegas Emilio Moro, José Moro, recibió el premio al CEO del año en comunicación e influencia otorgado por Club CEO España. Por aquel entonces, el coronavirus ya empezaba a hacer su aparición en España; pero ni mucho menos el empresario podía imaginar la que se avecinaba desde su atalaya en plena milla de oro del vino español.
José Moro, tercera generación de esta mítica bodega de Ribera de Duero, estimaba hace un mes en una primera entrevista en Invertia un crecimiento de al menos un 15% o 20% en su facturación durante este año con respecto a 2019, cuando rondó los 24 millones de euros. Eso sí, en ese momento ya era un tanto escéptico. “Al ritmo que va la vida, cualquier detonante como el coronavirus puede tener una influencia en que la previsión pueda subir o bajar”.
Y así parece que finalmente ocurrirá. Ahora, en una segunda entrevista, el empresario vitivinícola reconoce que la situación la vive con “mucha resignación” e “incertidumbre”. “Vamos a cerrar el año con una cuenta de resultados con pérdidas. No sabemos de cuánto”, vaticina. Eso, quizás, dependa de lo que dure esta crisis sanitaria. Por ello, asegura que ahora lo importante es hacerse con el mayor crédito posible para sobrevivir, a pesar de que la situación les obliga a endeudarse.
Con el cierre de la hostelería en bloque, Bodegas Emilio Moro -al igual que otras- ha perdido entre el 60% y el 70% de sus clientes. Y eso que las ventas online están funcionando mejor que nunca, pero desde luego no sirven para compensar las caídas en el consumo. En principio la suprimieron por motivos de seguridad, pero desde este lunes vuelven a servir pedidos.
Y a pesar de todo ello, en Emilio Moro han decidido no hacer un ERTE a sus 120 empleados por responsabilidad con ellos y sus familias. Algo que José Moro le pide al Gobierno, que sea “responsable” y que tenga más en cuenta a los empresarios porque considera que el Ejecutivo “nos ha denostado”. Critica que haya habido “mucha improvisación”.
Pero José Moro mira hacia delante y es optimista. Sabe que ya nada va a ser lo mismo y que se producirá un cambio cultural -incluso en el consumo de vino- y tendrán que adaptarse a la venta online y a lo que él llama "el oro del s.XXI: los datos". Aunque parte de ese camino ya lo tiene hecho.
Proyecto con Vodafone
Hace un año y medio, Emilio Moro y Vodafone comenzaron a trabajar en un proyecto conjunto para desarrollar una nueva bodega de alta calidad, sostenible y gestionada digitalmente gracias a la tecnología Narrowband-IoT, sensores en campo, big data y tecnología de imágenes de satélite para maximizar el rendimiento y minimizar el impacto ambiental de la producción de vino.
Este sistema les permite adelantarse en la detección de enfermedades de la vid, por ejemplo, y les acerca a esa idea de bodega del futuro que pretenden conseguir a pesar de los 130 años de historia que tiene la bodega.
Este proyecto -entre otros méritos- le ha llevado a ser elegido como uno de los cien empresarios más creativos por la revista Forbes; algo que, además, reafirma al bodeguero español como uno de los líderes más prestigiosos del país.
“Nuestra filosofía se basa en tres pilares: tradición, innovación y la responsabilidad social”, explica Moro, quien destaca la forma de comunicar. “En Emilio Moro preferimos ir a la presentación de un libro que a una feria de vinos donde van todos”, afirma.
Y quien dice una presentación dice Times Square. El verano pasado, el pintor español Domingo Zapata llevó al céntrico Times Square de Nueva York la tradición del vino español de la mano de las Bodegas Emilio Moro con una obra de casi 3.000 metros cuadrados (30.000 pies cuadrados) en vivos colores.
130 años de historia
El origen de la bodega se remonta a 1891, año de nacimiento de su fundador, Emilio Moro, en Pesquera de Duero (Valladolid), enclave privilegiado de la Ribera de Duero. Emilio Moro, abuelo de los actuales propietarios, enseñó a su hijo el amor por el vino, y éste, a su vez, lo transmitió a sus hijos.
Tras tres generaciones, José y Javier Moro se hacen cargo de la bodega que actualmente posee unas 200 hectáreas de viñedo propio, plantadas e injertadas con un clon de tinta fina. Algunos de sus pagos más conocidos son Resalso, plantado el año en que nació Emilio Moro (1932) y Camino Viejo, donde nace su vino estrella, Malleolus.
La gama de vinos engloba también Emilio Moro, buque insignia de la bodega, y La Felisa, su vino ecológico. La familia Moro elabora además los godellos La Revelía y El Zarzal, fruto de su desembarco en El Bierzo, y posee, también en la Ribera del Duero, Bodegas Cepa 21 que engloba las referencias Hito, Hito Rosado, Cepa 21, Horcajo y Malabrigo.
Y con todo este portafolio, ¿ganas de llegar a otra Denominación de Origen? De momento no porque para José Moro “un vino hay que soñarlo y te tienes que emocionar con él”. Algo así le pasó cuando decidió ir a Bierzo a elaborar su propio vino godello al estilo ribereño. Y que tiemble Rueda, que Moro augura que “serán los blancos que van a despertar a esta España vitivinícola que estaba dormida en dos zonas concretas y con otras variedades”.