El autoconsumo compartido, un nicho de negocio que cuesta arrancar en España
Se cuentan con los dedos de las manos los casos de éxito. Las incertidumbres y las dificultades en la tramitación no lo ponen fácil.
14 agosto, 2020 02:32Noticias relacionadas
Hace apenas dos semanas, el Gobierno lanzó la consulta pública previa de cara a la elaboración de la Estrategia Nacional de Autoconsumo. Una hoja de ruta que deberá establecer las líneas de actuación para promover el autoconsumo renovable y activar su uso como herramienta clave en la lucha contra la pobreza energética.
En ese plan también se incluirán los instrumentos para promocionar su uso compartido, con fórmulas como las comunidades energéticas, y facilitará la implantación de aplicaciones en ámbitos como el industrial o de sector servicios en un contexto de reactivación económica.
Mientras llega ese momento, las iniciativas que se han puesto en marcha en España de autoconsumo compartido son pocas y casi contadas con los dedos de las manos. "Es un negocio que va muy lento porque se complica todo mucho", explica a Invertia Daniel Pérez, responsable jurídico de la comercializadora renovable Holaluz, quien señala que "es cierto que el autoconsumo individual está teniendo mucho más desarrollo".
El abogado reconoce que las principales barreras con las que se encuentran son "las incertidumbres y las dificultades en la tramitación con las distribuidoras", que son a quienes hay que solicitar el acceso y conexión a la red.
Pero en otras ocasiones son los ayuntamientos los que limitan su desarrollo, porque "retrasan su ejecución con la licencia de obras".
Comunidades energéticas, el 'new age'
Y del autoconsumo compartido, el paso natural siguiente son las comunidades energéticas. Ambos conceptos van a ir de la mano en los próximos años. Ya hay iniciativas pioneras en puntos muy localizados de nuestra geografía: en Crevillent (Alicante), Rubí (Barcelona) o Cádiz, por ejemplo.
Crevillent puede presumir de convertirse en la primera comunidad energética de España, un proyecto que ha impulsado la cooperativa y comercializadora de electricidad Enercoop.
Su principal característica consiste en instalar paneles fotovoltaicos principalmente en las cubiertas de los edificios públicos del municipio (pero también en bloques de comunidades de vecinos) bajo el esquema de círculos de 500 metros de radio para que puedan cumplir con la normativa del autoconsumo compartido.
Es lo que se conoce también como autoconsumo de proximidad, una figura que está recogida en el RD de Autoconsumo 244/2019. "Especialmente los problemas se plantean en estos autoconsumos de proximidad. Nos encontramos que cada compañía eléctrica, cada distribuidora, tiene unos requisitos muy dispares", añade Daniel Pérez de Holaluz.
También la empresa municipal Eléctrica de Cádiz está desarrollando varios proyectos de autoconsumo colectivo en comunidades de propietarios de la ciudad. Tres edificios de viviendas empezarán este verano a producir su propia electricidad renovable gracias a instalaciones fotovoltaicas en sus azoteas y a un sistema que permite compartir la energía que producen.
Otro ejemplo está en Rubí. El Ayuntamiento de Rubí, a través del servicio 'Rubí Brilla', ha coordinado el primer proyecto de autoconsumo compartido de energía en un polígono industrial en todo el país.
El interés parece creciente. El Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial (IVACE) lanzó hace poco más de un mes ayudas para las instalaciones de autoconsumo compartido en comunidades energéticas y hasta la fecha ya ha recibido solicitudes de hasta 18 proyectos diferentes.
La nueva línea de ayudas para impulsar las instalaciones de autoconsumo en comunidades energéticas está dotada con un presupuesto de 550.000 euros.
El último en anunciarse ha sido en Zaragoza. La Fundación Ecodes ha presentado su proyecto de barrio solar, en el que trabaja en colaboración con el ayuntamiento y la empresa EDP. El proyecto consiste en la instalación de plantas fotovoltaicas en edificios comunitarios del barrio que generarán 150.000 kWh anuales y darán servicio a entre 150-200 familias que vivan en los alrededores.
Una red que se extiende por todo el mundo
Mientras se extiende gota a gota el concepto de comunidades energéticas locales por España, ya existen iniciativas a lo largo y ancho del planeta.
Por poner dos ejemplos, está el proyecto (ECOISM) que fomenta la creación y el funcionamiento de Comunidades de Energía (CE) en las islas griegas, y lo permite la ley del país, que proporciona un marco para el desarrollo participativo de energía limpia.
El sector energético griego depende en gran medida de los combustibles fósiles y los no interconectados de las islas griegas obtienen su electricidad principalmente de generadores diésel con altas emisiones, así que ese proyecto se torna aún más necesario.
Y de una punta a otra de Europa. En el extremo norte de Irlanda del Norte, en el municipio de Rathlin, los encargados de hacer funcionar el faro de Rue han dado varias vueltas a la cabeza para llegar a la conclusión de que los faros deberían ser los proyectos de energía verde.
Es el proyecto Hylanders, que busca impulsar cambios importantes en la forma en que se produce, administra y consume energía en comunidades remotas.