Dentro de unos años habrá que escribir en mayúsculas todo lo que tenga que ver con economía circular. La Comisión Europea calcula que un modelo económico de cero emisiones podría incrementar el Producto Interior Bruto hasta un 2%. Si se cumplen las previsiones de duplicar el PIB europeo para mediados de siglo, eso supondría unas inversiones de unos 400.000 millones de euros.
Los datos revelan que en economía circular estamos muy al principio. Actualmente, apenas el 9,1% de la economía mundial es circular, según la medición del think tank Circle Economy recogida en su informe 2019 Circularity Gap Report. El estudio detalla una hoja de ruta para cerrar el círculo y materializar el beneficio de 1,8 billones de euros que se calcula traerá consigo la economía circular solo en la Unión Europea.
De las posibilidades que se abren en torno a esta nueva manera de entender la economía se ha hablado largo y tendido en el I Ciclo de Economía Circular organizado por Funseam, una fundación apoyada por las principales energéticas de España, para desarrollar actividades en el área de la Sostenibilidad Energética y Ambiental, y Fundación Repsol.
España Circular 2030
Durante las jornadas, el Gobierno anunció la creación del Consejo de Economía Circular, en el que participarán las entidades suscritas al Pacto por una Economía Circular y expertos independientes procedentes del mundo académico.
De hecho, la vicepresidenta cuarta del Gobierno, Teresa Ribera, hace dos días que reiteró que la economía circular "estará en el centro de atención" de muchas de las medidas del plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.
España Circular 2030 es un documento que se aprobó en junio pasado con el trabajo conjunto de seis ministerios. Tiene como objetivo reducir un 30% el consumo de materiales en relación con el PIB y recortar un 15% la generación de residuos respecto a 2010.
Para ponerlo en funcionamiento, el Gobierno prevé establecer planes de acción trienales, el primero de los cuales está a punto de ver la luz. Los principales sectores en los que se centra este primer plan son producción, consumo, gestión de residuos, materias primas secundarias y reutilización del agua.
Iniciativas y start-ups
La transición a una economía circular ofrece la oportunidad de generar nuevas ventajas competitivas y sostenibles, de fomentar la investigación y la innovación, de atraer el interés e inversiones extranjeras.
Los emprendedores trabajan en desarrollar a sectores como la bioeconomía, la biotecnología o las energías renovables.
Es el caso de empresas como VEnvirotech, una start-up biotecnológica dedicada a la transformación de residuos orgánicos en bioplásticos. Su cofundadora Patricia Aymá explicó en las jornadas que utilizan "baterías que se comen el compost de los desechos orgánicos, y cuando mueren, generan un bioplástico que se pueden transformar en cualquier objeto que actualmente se hace con plásticos procedentes del petróleo".
Economía colaborativa
No solo hay proyectos experimentales. También hay iniciativas que están funcionando comercialmente. Es el caso del car sharing. En la Unión Europea, el transporte genera más del 30% de las emisiones de CO2 y los coches son el principal contaminante, según la Agencia Europea de la Energía.
Por ejemplo Kia Motors junto con Repsol desarrolla Wible, un car sharing al que el director general de la compañía en España, Eduardo Dívar, lo llamaba también economía colaborativa.
“Es una parte integrante del ecosistema de movilidad sostenible en las ciudades y está creciendo cada vez más. Por eso estamos desplegando nuestro propio servicio de carsharing, Wible, que ya está presente en Madrid, una de las referencias mundiales en movilidad compartida y sostenible”.
En la industria textil también hay ejemplos reseñables. Este sector está innovando en materiales, incorporando fibras recicladas, reduciendo su gasto energético y utilizando tecnologías que no requieren ni agua ni abrasivos químicos. Es el caso de la empresa Ecoalf, que ha llegado a un acuerdo con las cofradías de pescadores en el Mediterráneo para recuperar los plásticos que hay en el mar y transformarlo en una biofibra para ropa deportiva.
Decarbonización
Según Mariano Marzo, director de la Cátedra de Transición Energética de la UB-Fundación Repsol, no solo hay que dejar de emitir CO2 a la atmósfera, sino que hay que retirar el que hemos emitido en los últimos cien años. Y para ello hay que tener en cuenta las tecnologías de emisiones negativas.
Eso es lo que hace unas anunció Repsol. Investiga tecnologías de emisión negativa, conocidas como NET, por ejemplo, en proyectos de uso y almacenamiento de dióxido de carbono (CO2).
La economía circular va a impulsar aún más la economía colaborativa a otros sectores y productos no perecederos. Si se pueden alquilar coches, películas, música, espacio de trabajo… ¿por qué no alquilar muebles, lavadoras, taladros…? Esta utilización compartida de los productos implica alargar su vida útil. El futuro se presenta con menos consumo o menos unidades consumidas y esto se traduce en menores necesidades de producción.