El mercado europeo de CO2 (ETS EU) está generando un polémico debate sobre su utilidad si se inflan los precios de manera especulativa. En menos de seis meses, el precio se ha más que duplicado y no parece que tenga techo. Un problema que se traslada directamente a la factura de la luz de los hogares y la competitividad de la industria europea respecto a terceros países.
Además, la Unión Europea está a punto de aprobar un impuesto al CO2 a terceros países o un Mecanismo de Ajuste en Fronteras al Carbono (CBAM) para evitar fugas de empresas y porque no sería equitativo que lo que se produzca en territorio europeo se ajuste a medidas ambientales pero lo que se importe de otros países no.
Pero, ¿y si ese mercado europeo fuera el inicio de otro a nivel global? En tan solo unos meses, la política climática de EEUU ha dado un giro de 180º con la entrada del demócrata Joe Biden. No solo ha impulsado el desarrollo de las energías renovables y todo un plan de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero , sino que ha promovido que China vuelva a retomar su ambición climática.
Un club climático de altura
De hecho, en la agenda climática de la nueva presidencia de Biden se habla de crear un club climático donde se integren las tres grandes potencias mundiales: Estados Unidos, la Unión Europea y China.
Es una oportunidad para realizar un enfoque del calentamiento global discutido durante mucho tiempo porque entre los tres emiten juntos la mitad de los gases de efecto invernadero del mundo, aunque la situación de China es mucho más dramática porque contamina más que todos los países desarrollados juntos.
Podrían unirse para reducir las emisiones nacionales e imponer un impuesto al carbono sobre las importaciones. Eso incentivaría a todas las naciones a reducir sus emisiones.
El economista ganador del Premio Nobel William Nordhaus propuso la idea del club climático en 2015. Sugirió que un grupo de países debería acordar gestionar las emisiones a un nivel estricto y coordinar los aranceles sobre las importaciones de otros. Las naciones querrían unirse al club para evitar sanciones comerciales, y ahora es un tema que se debate y que podría llevarse a la COP26 (Cumbre del Clima) de Glasgow en noviembre próximo.
Un impuesto al CO2 global
Y sería posible porque, por primera vez, la UE, Estados Unidos y China comparten una ambición climática común, y hay una forma de hacerlo. Las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) permiten cargos de 'ajuste de frontera de carbono' - impuestos sobre las emisiones de carbono que se liberan durante la fabricación de bienes importados.
Un impuesto al carbono sobre las importaciones de los tres bloques económicos más grandes del mundo podría catalizar una acción climática dura a nivel mundial. Sin él, el aprovechamiento gratuito es inevitable: demasiados países esperarán a que otros actúen en lugar de seguir adelante con costosas reducciones.
Para respaldarlo, los investigadores deben desarrollar una metodología reconocida internacionalmente para medir el contenido de carbono de bienes complejos.
La UE aspira a convertirse en 'climáticamente neutral' para 2050. Se ha comprometido a endurecer su sistema de precios del carbono, fortalecer las regulaciones ambientales e introducir ajustes en las fronteras del carbono.
Estas acciones no eran factibles anteriormente debido a los temores de una guerra comercial y enfrentamientos políticos con Estados Unidos bajo el presidente Donald Trump, pero con Biden, las reglas del juego han cambiado y para bien del futuro del planeta.
Diálogo de Petersberg
Esta semana se ha celebrado virtualmente el Diálogo de Petersberg organizado por el gobierno alemán y británico, dos días de sesiones donde ha participado la vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, y la directora de la Oficina Española de Cambio Climático, Valvanera Ulargui.
Durante estos dos días, los ministros han debatido sobre algunos de los grandes hitos que se presentarán en Glasgow. Por una parte, han retomado la discusión ministerial sobre la puesta en marcha de los mercados de carbono internacionales, uno de los temas del Libro de Reglas de París y cuyo acuerdo lleva pendiente más de dos años.
En estas reuniones se han intercambiado ideas para avanzar hacia un acuerdo que permita el lanzamiento de unos mercados de carbono internacionales basados en unas reglas comunes y robustas que aseguren la integridad ambiental del sistema.